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Atletismo

Lidia Sánchez-Puebla, la marchadora que quiere adelantar al alzhéimer

Lidia Sánchez-Puebla, atleta internacional y graduada en medicina, ha sido premiada por una investigación con ratones para intentar detectar la enfermedad de forma precoz

Entrevista a Lidia Sánchez-Puebla, atleta profesional y médica
Entrevista a Lidia Sánchez-Puebla, atleta profesional y médica. David JarDavid JarFotógrafos

Los compañeros de promoción de Lidia Sánchez-Puebla ya han terminado el MIR, son traumatólogos, hematólogos... «Yo he conseguido también cosas importantes, ¿no?», se pregunta la atleta. Y tanto que las ha conseguido. Ella se sacó la carrera de medicina a curso por año, pese a ser deportista de élite y tener que combinarlo con entrenar y competir. La marcha siempre fue una prioridad, pero eso no excluyó los estudios. Y los estudios la están llevando a perseguir algo que puede ser más importante todavía que ganar una prueba o ir a unos Juegos, algo que puede mejorar la vida de las personas: ha recibido el premio a Mejor Investigadora Joven en Estudio de Retina en el 28º Congreso Europeo de Retina y Visión, por una investigación que puede ayudar a adelantar la detección del alzhéimer. Tuvo que exponerlo en Florencia el pasado mes de octubre y su comunicación científica fue la mejor valorada en la categoría de jóvenes investigadores, en un congreso con miles de asistentes y una altísima participación científica.

Lidia acabó la carrera en 2020 y apostó con todo al atletismo, a la búsqueda del sueño de ser olímpica, pero su mentor, el doctor José Manuel Ramírez, profesor que tuvo en cuarto de carrera, la «engañó» para hacer un Master en Ciencias de la Visión, que la llevó a conseguir un contrato predoctoral en la Complutense para hacer la tesis que la ha conducido al premio. «Llevo desde 2019 estudiando la retina en un modelo de ratón de alzhéimer. El año pasado también gané el premio, pero a este le tengo más cariño porque ha sido por un trabajo que realicé con mi padre, que es profesor de la Carlos III», afirma en el CAR de Madrid, antes de entrenar y a días de defender su tesis (el 17 de diciembre) y poner el punto y final a una etapa de su vida de lo más movida. «Este trabajo de mi tesis es multidisciplinar. Ha intervenido el CNIC (Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares), ha colaborado la Carlos III, los ratones provienen de unos investigadores de Japón... Es un estudio muy, muy grande y esta parte en concreto de mi padre fue que mi jefe me había mandado sacar el ojo al ratón, disecarle la retina y contar manualmente unas celulitas que tiene. Un día estaba en casa haciendo los contajes y mi padre, que es ingeniero sin ninguna relación con la medicina, me vio y me dijo: “¿Qué haces, hija?”. Porque tenía que contarlas manualmente, tenía que delimitar su perímetro manualmente. Él diseñó un programa de la nada para poder medir todos esos parámetros», asegura.

"En el alzhéimer hay una fase preclínica sin síntomas, pero ya están ocurriendo cambios en el cerebro"

«Si en mi tesis he tenido que analizar casi unas 2.000 imágenes a 25 células por imagen, imagínate la cantidad de tiempo que tendría que emplear en hacerlo. Mi padre es mi salvavidas en mi día a día, pero en este caso lo ha sido aún más», prosigue. «La retina es una parte derivada del sistema nervioso central y queremos ver en un futuro si esos cambios que estamos viendo en un modelo de ratón con alzhéimer se podrían extrapolar a un humano con el objetivo de buscar biomarcadores posibles para el diagnóstico de la enfermedad antes de que aparezcan los síntomas clínicos», explica la atleta.

El alzhéimer ahora mismo no tiene cura, aunque «hay tratamientos innovadores». «Es una enfermedad de muchos años de evolución, desde una fase preclínica donde el paciente no tiene síntomas pero ya están ocurriendo cambios en el cerebro, en este caso en la retina, donde ya hay depósitos patológicos de proteínas; hasta que el paciente tiene una demencia establecida donde ya tiene una pérdida de actividades básicas de la vida diaria. Entonces, el objetivo principal es poder actuar antes de que suceda. El decir: “Vale, según los cambios que hemos visto, este paciente tiene más probabilidad de desarrollar alzhéimer”. Y poder actuar ahí», desvela la madrileña.

"Gracias a mí misma por haberlo intentado aún no sabiendo si era lo correcto"

Con la exposición de la tesis Lidia termina con una época dura en la que le faltaban horas al día. Antes, al principio de los principios, incluso pensó en dejar la carrera porque tenía que viajar desde Getafe, tres horas al día en ir y volver, y coincidió justo con el primer año que empezaba en el Centro de Alto Rendimiento. Después vivió en la Blume y fue más «fácil» porque la Facultad de Medicina está cerca, siempre teniendo en cuenta que es una carrera de las más exigentes incluso dedicándose a ella exclusivamente. Y a continuación empezó el Master. «Entrenaba en el CAR por la mañana, según acababa de aquí me subía a la universidad a trabajar hasta la sesión de por la tarde. Y así todos los días y luego mucho trabajo en casa», revela. «No había fin de semana, no ha habido verano... La verdad que echo la mirada atrás y digo: ‘Guau’. Porque muchas veces creo que no he sabido valorar lo difícil que ha sido», reconoce. Por eso, dentro de las 615 hojas de su tesis se ha reservado una parte para ella, que dice: «Gracias a mí misma por haberlo intentado aun no sabiendo si era lo correcto».

Su lucha contra las lesiones

Esa frase la extrapola a «todos los acontecimientos» de su vida. Como atleta no lo ha tenido fácil, especialmente por una lesión en el pie de la que tuvo que ser operada dos veces. Tiene tornillos en un dedo y el pie derecho más pequeño que el izquierdo, pero esa dolencia ahora está controlada. «Tras las dos operaciones no me ha vuelto a dar la lata, llevo una vida normal. Es cierto que no tiene la movilidad del otro pie, pero me permite ser funcional», cuenta la marchadora. Fue desde 2019, justo antes de los Juegos Olímpicos de Tokio, cuando ha tenido que lidiar con ello. Para los de París se quedó a las puertas, en una temporada en la que hizo la mejor marca de su vida en 20 kilómetros, pero que terminó con dos fracturas por estrés que la tuvieron parada de noviembre de 2024 a febrero de 2025.

"De la marcha no se vive. Si continúo con esto es porque me apasiona, me encanta esta vida, levantarme y tener objetivos"

En el tema económico también ha tenido que hacer malabares. «En 2024 conseguí el octavo puesto en el Campeonato del Mundo por Equipos, entonces he tenido una beca hasta ahora. Es cierto que, bueno, como finalizo el contrato con la universidad, pues los ingresos, que tampoco es que fuesen muy numerosos, se me han reducido. Tengo 29 años, vivo en casa de mis padres y de la marcha no se vive, si continúo con esto es porque me apasiona. O sea, me encanta esta vida. Me encanta entrenar, me encanta levantarme y tener objetivos. Entonces hasta que mi cuerpo me lo permita y mi cabeza también, pues a tirar de ahorros. Y ya está», reconoce. Ahora está «tranquila». «Y cuando yo estoy tranquila, funciono bien», admite. Cuando exponga la tesis, el atletismo volverá a ser su gran foco, aunque ahora va con otra mentalidad. «Me había planteado alguna vez continuar investigando, hacer alguna estancia postdoctoral, pero quiero dar mis últimos coletazos en el atletismo y ver dónde puedo llegar año a año, pero no puedo plantearme un ciclo olímpico de aquí a Los Ángeles, porque ya he vivido dos y no han tenido el resultado satisfactorio. Pensar tan a largo plazo me agota», reflexiona.

Feliz entrenando con maratonianos

Su grupo lo dirigen Juan del Campo, que también es profesor universitario y por eso ha sabido adaptar los entrenamientos a las necesidades de la tesis, y Luismi [Martín Berlanas]. Es la única marchadora, «pero calentar con las chicas, pues ya es media hora que tienes con ellas todos los días en la que comentas cualquier cosa y te sientes, la verdad, muy bien». «Tengo la suerte de compartir entrenamientos con Laura Luengo, que ahora mismo está con el maratón a tope, con Yago Rojo, con Carlos Mayo, con Tariku... Somos un grupo muy bueno», describe. Lidia acaba de hacer la media maratón de Valencia corriendo. Precisamente esa es la nueva distancia de la marcha, que sustituye a los 20 kilómetros: «Es un kilómetro más. Sí que es cierto que a mí cuanto más corto me gusta más, pero bueno, lo afronto con ganas. Lo de Valencia ha sido como un test y me encontré bien. Cuando entré en meta, dije: ‘Vale, Lidia, esto marchando son 20 minutos más’», explica.

Lidia Sánchez-Puebla quiere seguir marchando a ver hasta dónde llega. Después hará el MIR y la oftalmología, con todo lo que ha trabajado e investigado, se ha hecho un hueco en su corazón como posible especialidad.