Motociclismo

Tras la muerte de Marcos Garrido, los riesgos del motociclismo adolescente a debate

Pilotos y ex pilotos coinciden en que cada vez los chicos empiezan a competir antes, se queman etapas más rápidamente y la competencia y el nivel son altísimos

Varios chicos del FIM CEV toman una curva en el circuito de Estoril
Varios chicos del FIM CEV toman una curva en el circuito de Estorillarazon

Pilotos y ex pilotos coinciden en que cada vez los chicos empiezan a competir antes, se queman etapas más rápidamente y la competencia y el nivel son altísimos.

En el motociclismo actual la velocidad no está sólo sobre la pista. También hay prisa por llegar a lo más alto y cada vez se empieza a competir a edades más tempranas. Así lo reconocen pilotos y ex pilotos que hace más o menos tiempo tuvieron esos 14 años a los que dijo adiós el pasado domingo Marcos Garrido Beltrán en Jerez o el pasado mes de junio, Andreas Pérez en el circuito de Montmeló. «Cuando sucede impacta más, pero el riesgo está ahí y te puede pasar con ocho, con treinta, con cuarenta...», reconoce Dani Valle, que actualmente compite en el campeonato de Europa de Moto2 con 19 años y no hace mucho era uno de esos niños menores de edad que perseguía cada fin de semana un sueño. Una ilusión que no sólo es de los chavales, también de los progenitores que imaginan su apellido en los grandes podios en un futuro. «Los padres tienen ese punto de romanticismo y sacrifican mucho dinero y horas de entrenamiento para que su hijo pueda vivir de la moto. Creen que eso es sinónimo de ser millonario, cuando en realidad sólo lo son los “top” de MotoGP y lo que haces es pasarte la vida pagando. Quizá algunos no son conscientes de dónde ponen a sus chicos. Quieren que su hijo corra y sea el próximo Marc Márquez», dice Lluís Costa, expiloto del Mundial de 250cc.

Él fue uno de esos chicos que quería comerse el mundo y está convencido de que el trayecto desde la cuna a la élite se ha acelerado de una manera brutal. «Ahora con 13 años los niños son unos máquinas y sólo unos pocos llegan arriba. Tienen poca madurez como persona, pero un bagaje deportivo que me da mil vueltas a mí cuando tenía 17 años», sostiene. «Es verdad que no te dejan correr en el Mundial, pero a cambio se crean unas copas de formación en las que hay nivelazo y una lucha brutal», añade. «Yo empecé en el Campeonato de España con 18 años y si hoy en día llegas con esa edad eres un viejo», confiesa. Los niños están cada vez mejor preparados desde jovencitos y con pocos años son capaces de ir muy rápido. Hay muchos intereses en juego: emocionales, familiares, económicos de promoción... «Los equipos buscan el piloto más joven posible, porque atrae al patrocinador, que quiere tener al más precoz en ganar tal o cual campeonato. Estos chicos van al gimnasio, hacen cardio, estiramientos, tienen preparador físico, una moto de supermotard, otra de trial, de dirt track, de motocross, preparador físico... se está profesionalizando todo tanto, que lo que hacías con 17 años ahora lo hacen con doce. Se está adelantando todo cinco o seis años. Yo empecé a correr en circuitos grande con 17 años, que eres joven, pero ahora lo hacen con 12 o 14. Cuanto antes quemes las etapas y antes ganes y seas campeón, antes recibirás la oferta de un equipo grande y eso lo quiere el sponsor, el padre, el tío del chico, la familia...», explica Lluís.

Se junta la alta preparación de los chicos, «que tienen más manejo de la moto que cualquier adulto de la calle o profesor de autoescuela», con la necesidad de destacar entre una nube de niños que tienen los mismos sueños.

«Se empieza de bastante joven porque hay más chavales. Es como en el fútbol, que existe una multitud de aspirantes y la competencia es muy alta. Y a eso se añade que somos muchos españoles porque nuestro país es una potencia que domina. Antes cuando los pequeños empezaban, las opciones eran hacer fútbol o baloncesto y actualmente también están las motos, por eso empezamos de más pequeñitos», confiesa Dani Valle, al que la llamada de LA RAZÓN le pilla precisamente entrenando en el circuito de Estoril. Un trazado en el que el año pasado hubo muchos caídas y al que se le ha obligado a cambiar el asfaltado para que no vuelva a ocurrir. «Ahora está en perfectas condiciones, lo que demuestra que las medidas de seguridad son altísimas desde la base. Dorna (empresa organizadora del Mundial de MotoGP y el de Superbikes entre otros), nos obliga a llevar airbag en los monos, por ejemplo, lo que sucede es que cuando te atropellan hay poco que hacer para evitar la desgracia», añade.

Tanto él como Lluís Costa sí se han parado a pensar en lo que harían si un hijo suyo quisiera iniciarse en este deporte que tiene un componente de riesgo clarísimo. «Le enseñaría a ir en moto y si con ocho años quiere correr, lo podríamos probar. Si vale, lo ayudaría, pero soy consciente de que es muy caro y hay un peligro. Prefiero que se dedique al pádel, al tenis o que estudie», asegura Lluís, mientras Dani sólo encuentra una razón por la que le quitaría la idea y no es el riesgo. «Le diría que no por el sacrificio que supone este deporte, pero por lo demás le animaría. Los pilotos somos chicos con una salud perfecta y muy maduros, porque tenemos que asumir responsabilidades desde pequeños». Los dos coinciden en que no hay ningún loco en el motociclismo, porque se es consciente de que la desgracia es parte del trabajo. Claro que ningún piloto se para a pensar en el miedo. «Si te pasa eso el siguiente paso es retirarse».

Hay que acelerar antes que los demás y frenar más tarde para sacar la cabeza y destacar entre la marabunta, ya que «si quedas el último no vas a llegar al Mundial. Para eso hay que ganar carreras», cierra Dani, que como Lluís, lamenta la mala racha de desgracias que lleva el motociclismo español últimamente. El peligro ha estado y estará siempre.