Fútbol

Y Manuel Pellegrini resucitó a Isco en el Betis

El futbolista malagueño revive de la mano del técnico que pilotó su ascensión a la élite

Isco, en su estreno con el Betis en Liga ante el Villarreal
Isco, en su estreno con el Betis en Liga ante el VillarrealEuropa Press

En el verano de 2011, Manuel Pellegrini pidió al jeque qatarí que presidía el Málaga que pagase los seis millones de la cláusula de rescisión de un talentoso juvenil de la casa que se había ido a la cantera del Valencia. Alternaba Isco partidos en el Mestalla y el primer equipo che, pero el druida chileno tenía otros planes para él: lo convirtió en el referente de un plantillón (Caballero, Van Nistelrooy, Joaquín, Julio Baptista, Cazorla, Toulalan, Maresca...) que se clasificó para la Liga de Campeones y, en la temporada siguiente, rozó su clasificación para las semifinales del más prestigioso torneo de clubes del mundo.

La fe de Pellegrini en Isco se mantuvo intacta durante las cuatro temporadas en las que el crack vegetó en el banquillo del Real Madrid y ya quiso ficharlo el verano pasado para su Betis, pero el Sevilla se le adelantó. A finales de julio, cuando ya tenía claro que Canales se marcharía, el chileno volvió a sugerirle su nombre a la directiva bética, que se lanzó a por su fichaje tras una breve conversación durante la que quedó claro que el mediapunta se había preparado a conciencia para continuar con su carrera después de los nueve meses de inactividad que siguieron a su abrupta salida del eterno rival, con agarre del pescuezo de Monchi incluido.

A sus 31 años, el talento de Isco no podía haberse evaporado, simplemente necesitaba «el ecosistema adecuado para desarrollarlo», según palabras del presidente del Betis, Ángel Haro, en su presentación. Semejante ecosistema tenía nombre, apellidos y partida de nacimiento en Santiago de Chile: Manuel Pellegrini preconiza en el Betis el mismo fútbol asociativo que llevó al Málaga, y a Isco, a la cima hace casi tres lustros. El cuarto proyecto del Ingeniero en el Benito Villamarín ya tenía un eje alrededor del que girar.

La primera jornada de Liga, un significativo duelo entre rivales directos por las plazas europeas, mostró que la carrera del malagueño está muy lejos del fin que pregonan sus detractores. En Villarreal (1-2), originó el primer gol verdiblanco con un excelso pase interior a Luiz Henrique, asistió a Pezzella para un tanto que fue anulado por milímetros, dejó solo ante el portero a Ayoze, que no supo definir, y se aplicó en la presión con un éxito en los balones divididos que no acreditaba siquiera en sus mejores momentos. Nadie en sus cabales dudaría jamás de la capacidad de Isco para jugar bien; otra cosa es que sea capaz de darle continuidad a esta actitud.