
MOTOGP
Así ha sido el accidente de Pedro Acosta: la moto voló y casi golpea a un cámara
Se cayó en la curva 8, pero la grava no frenó la motó que, sin piloto, voló hasta golpear a un cámara

El Gran Premio de Hungría vivió una de esas escenas que ponen los pelos de punta y recuerdan lo frágil que puede ser todo en un deporte tan extremo como el motociclismo. La imagen más impactante de la jornada, y probablemente de todo el fin de semana, la protagonizó Pedro Acosta en un accidente tremendo en el que, por puro milagro, no hubo que lamentar heridos.
El episodio tuvo un protagonista involuntario: Joao, cámara de televisión de Dorna, quien se encontraba en su puesto de trabajo en plena curva 8 de Balaton Park, cuando de repente la moto de Acosta salió despedida en su dirección. Lo que parecía un instante rutinario de grabación se convirtió, en cuestión de segundos, en una escena límite en la que la sangre fría y los reflejos marcaron la diferencia.
La rápida curva 8
Todo se desencadenó en la segunda sesión de clasificación, la Q2, en la que el piloto murciano perdió el control de su KTM RC16 en la curva más rápida del circuito. La curva 8 de Balaton Park es ya de por sí un punto crítico: su velocidad la convierte en una de las secciones más comprometidas del trazado húngaro, y allí fue donde Acosta sufrió la caída que originó toda la secuencia posterior.
Tras el accidente, la moto no quedó simplemente detenida en la grava, como suele ocurrir en la mayoría de incidentes de este tipo. Al contrario, la RC16, de 157 kilos de peso, se deslizó con una inercia tremenda, rebotando y avanzando sin control. La grava, que normalmente actúa como elemento de frenado, no fue suficiente para detener su trayectoria. La moto siguió avanzando hasta golpear contra la barrera de neumáticos y, en lugar de quedarse allí, salió catapultada por encima de ella.
Ese salto fue lo que transformó un accidente ya de por sí serio en un episodio dramático. La moto, convertida en un proyectil de más de cien kilos, se dirigió directamente hacia la zona donde se encontraba Joao, el cámara de Dorna. Situado sobre una plataforma de grabación, el trabajador apenas tuvo segundos para reaccionar. La trayectoria de la moto lo señalaba a él como objetivo inevitable, y en ese instante todo se redujo a un acto instintivo de supervivencia.
El milagro del cámara
Con una rapidez que parece impensable en un momento tan límite, Joao logró esquivar la KTM y evitar un golpe directo que podría haber tenido consecuencias gravísimas.
En paralelo, Acosta, que había sufrido la caída inicial en pista, se levantó y, al percatarse de lo que acababa de suceder, se acercó rápidamente a comprobar el estado del trabajador. El murciano, todavía con la adrenalina de la caída, se aseguró de que Joao estuviera bien, reflejando la preocupación humana que trasciende lo meramente deportivo en circunstancias como esta.
La confirmación de que no había heridos llegó poco después por los canales oficiales. MotoGP informó en redes sociales que Joao, pese al susto monumental, salió completamente ileso. El alivio fue general, tanto en el paddock como entre los aficionados, que habían presenciado una secuencia que pudo terminar de manera muy distinta.
Lo ocurrido en la curva 8 de Balaton Park quedará como un recordatorio de la naturaleza imprevisible del motociclismo. El diseño de los circuitos, las medidas de seguridad y la preparación de pilotos y equipos reducen riesgos, pero nunca los eliminan del todo. La imagen de la moto volando por encima de los neumáticos y la figura de Joao esquivando el impacto directo quedará grabada como una de esas estampas que muestran hasta qué punto el límite entre la épica y la tragedia es delgado.
Para Acosta, la caída supuso un contratiempo deportivo, pero lo verdaderamente importante fue constatar que nadie salió herido. Su reacción inmediata al acercarse al cámara refleja el instinto humano de preocuparse antes por las personas que por las consecuencias técnicas o deportivas
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