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Jorge Prado: «Las caídas sirven para conocer tus límites»

Jorge Prado / Piloto de motocross. Campeón de Europa y del Mundo de MX65, a sus quince años ya hay quienes aseguran que es el Marc Márquez del motocross

Jorge Prado
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Campeón de Europa y del Mundo de MX65, a sus quince años ya hay quienes aseguran que es el Marc Márquez del motocross

A sus 15 años, Jorge Prado es un niño prodigio en el asunto de las motos. Está claro. Pero lo parece también en otros terrenos, más que por los méritos, que son muchos, por la madurez. No es frecuente encontrar tanta claridad de ideas siquiera en adultos, pero Jorge, debutante en el Mundial absoluto de motocross, campeón de Europa de 125 en 2015 y piloto más joven de la historia en ganar el Mundial de MX65 en 2011 –echen cuentas; tenía diez años la criatura–, es un caso aparte. Para empezar, si se le apunta como niño prodigio del motocross contesta como lo haría un maestro de la comunicación «Sí, lo he oído alguna vez, pero no está bien que lo diga yo. Creo que no se me da mal, pero aún tengo mucho que demostrar». ¿Qué les parece? Impecable. Pero es que, además, este adolescente que lleva montando en moto desde los tres años y cuya afición nació al ver a su padre correr en carreras en Galicia habla español, holandés, inglés y algo de francés y de gallego y, pese a las dificultades para compatibilizar la moto con los exámenes, cursa 3º de la ESO y no baja de notables.

En fin, qué quieren que les diga, un chico para enorgullecerse de él. Así están de contentos sus padres, que le apoyan sin fisuras, aunque para su madre no sea fácil ver a su niño saltando sobre la moto. «Ellos me apoyan porque saben que me gusta y es mi vida. Mi padre disfruta más porque le gusta el motocross, pero mi madre, aunque lo pasa bien en las carreras, sufre mucho mientras yo corro. Se encierra en la caravana y pone música a tope hasta que acaba cada manga», cuenta Jorge.

Normal. Sobre todo porque los adictos a las motos siempre dicen que las caídas están implícitas en este deporte. Y alguna fuerte se ha pegado ya: «Sí, alguna (risas). Pero me levanto con más ganas aún de coger la moto. Es parte de este deporte, y los que lo practicamos lo asumimos. En todo caso, no tengo miedo. Las caídas sirven para conocer tus límites, y si no lo tengo todo controlado no arriesgo». Lo dice sin inmutarse. Y eso que en 2014, cuando estaba a punto de alzarse como campeón de Europa y del Mundo de 85cc fue embestido en los primeros entrenamientos de la prueba de Finlandia y se fracturó la tibia.

Se ve que tiene capacidad para olvidar los malos momentos. O para remontarlos. O que lo hace también para agradecer ese apoyo de sus padres que les ha llevado a cambiar por completo su vida para poder estar al lado de su hijo. De hecho, cambiaron de país, de trabajo, y a su hermana de colegio para estar cerca de él. Ahora viven en Bélgica. Su madre, Cristina, que es abogada, ahora trabaja en una heladería. Y Jesús, su padre, ha cambiado la empresa de construcción de Lugo por una fábrica en la que monta filtros de motos a tiempo parcial. «Es cierto –confirma Jorge–, vinimos a Lommel por mí. Empezaba a despuntar en las carreras y era el momento de venir aquí, donde están los mejores circuitos y mi equipo, el KTM». Cuando habla de su equipo se le llena la boca. Patrocinadores no tiene muchos por el momento –aunque a los diez años ya le empezó a esponsorizar una marca–, pero tiene un equipo que le respalda y que, para él, no tiene comparación. «Llevo bastantes años con el respaldo de Red Bull y KTM, pero no tengo demasiados patrocinadores. Las marcas que aparecen son colaboradoras del equipo KTM, que es el mejor del mundo. Ojalá tuviera algún patrocinador más, pero en España todavía cuesta mucho que las empresas apuesten por el motocross», reclama.

Le pregunto si los pilotos de motocross son muy distintos que los de carretera, que parece que tienen más visibilidad. Y me lo deja claro: «Somos muy diferentes. En motocross hay muchas más trazadas, cada vuelta es distinta y creo que hay que pensar bastante más». Me sorprenden las respuestas de Jorge, insisto. Por la madurez. Tal vez, además de cómo tiene amueblada la cabeza, tiene que ver con que se relaciona con pilotos mayores. «No te creas. En las carreras hay de todo porque corremos distintas categorías. Así que siempre hay pilotos pequeños y mayores. Y yo me encuentro a gusto con todos», añade.

- Cambio de cilindrada

No es raro. Cuestión de carácter y de que sarna con gusto no pica porque, aunque su vida sea puro sacrificio, como le encanta ni lo nota. Y eso que entrena casi todos los días: bicicleta, moto, natación y, en breve, gimnasio. No sé si le queda tiempo para hacer amigos e incluso para ligar, que dicen que siempre se les da bien a los ases del motor. «Amigos, claro que sí, muchos. En el colegio, en las carreras... Pero lo de ligar... ¡Si todavía tengo 15 años!». Muy joven, sí, pero con un talento incontestable y una responsabilidad extraordinaria. Incluso utiliza los juegos, como el de la MXGP, de la Playstation para aprenderse los circuitos y se sabe los trucos para ir deprisa. No es raro que ahora mismo sea de los mejores del mundo en los circuitos de supercross de Seattle y de Atlanta. Tal vez por eso no le preocupa haber dejado atrás cilindradas menores y haberse centrado ya en la de 125 cc. «No es un cambio tan grande porque, aunque hay mucha diferencia en el peso de la moto, no la hay de potencia», dice Jorge Prado.

Sé que Jorge, como no podía ser de otra manera, es muy competitivo, que sale a por todas, así que le pregunto por sus sueños. Es tajante: «Mi objetivo es ser campeón del Mundo y después viajar a América para correr el AMA de Supercross y, si se puede, ganarlo». ¿Emulando a quién?, le pregunto. «Pues en Europa me gustan Jeffrey Herlings y Antonio Cairoli, pero en EE UU soy de Ken Roczen y Bubba Stewart». Eso y los circuitos con saltos grandes. Los más peligrosos, vamos. Miro su carita de adolescente recién salido de la niñez. A sus ojos claros y su nariz chatita, y me invade la ternura. Su talento es innato y, por lo que parece, inigualable. Es un campeón y llegará hasta donde se proponga. Pero es un niño. Con moto de mayor ya, pero un niño...

Personal e intransferible

Jorge Prado nació en Lugo en 2001, se siente orgulloso «del podio en Assen 2016». Se arrepiente «de mi caída en Finlandia, que me hizo perder el Europeo y el Mundial de 85 c.c.». En general, «perdona pero no olvido del todo». «Me hace reír cualquier tontería y llorar, muchas películas... Y también cuando sé que podía haberlo hecho mejor en alguna carrera. A una isla desierta se llevaría a su familia. Sus manías son «salir a las carreras de barro con protectores de gafas y no utilizarlos para que no se le acaben». Todavía no tiene edad para vicios. Su sueño constante y reiterativo es «ser campeón del mundo». De mayor le gustaría ser «un chico que ha cumpido sus objetivos y disfrutarlo en casa con un circuito». Y si volviera a nacer, sería «piloto de motocross... ¡qué pregunta!».