MotoGP

Lorenzo, de otro planeta

Victoria incontestable del vigente campeón. Rossi confirma su regreso y Marc, que es un genio

Jorge Lorenzo de Yamaha Factory Racing
Jorge Lorenzo de Yamaha Factory Racinglarazon

Aquellos que alguna vez apagaron la televisión convencidos de que MotoGP era algo aburrido, donde no pasaba nada en tres cuartos de hora, ya pueden volver a coger el mando a distancia y apretar el botón rojo que está en la parte de arriba. La vuelta de Rossi a Yamaha y la llegada del último genio de las dos ruedas a la categoría reina se unen a la superioridad del campeón y la regularidad de Pedrosa para completar un menú que se presume apasionante. La primera entrega de la temporada fue de las que cortan la respiración, con detalles espectaculares en todas las escalas de la jerarquía. En lo más alto vive, y parece que va para largo, Lorenzo, que ha estado toda la pretemporada en un segundo plano para dar un puñetazo en la mesa cuando llegaba lo importante. Su exhibición para hacerse con la «pole» dio algunas pistas de su superioridad, que fue abrumadora en las 23 vueltas que duró la carrera. Esos mismos giros estuvo en cabeza Jorge, que habita un planeta distinto al resto.

El martillo que él utiliza como metáfora cuando se decide a atacar, fue un mazo implacable en Losail. No tuvo más rival que el cronómetro y simplemente esperó la llegada de la bandera de cuadros. Sin exprimirse del todo, como si la Yamaha circulase sobre raíles, enumeró las razones de su bicampeonato mundial. Asegura su entorno más cercano que tiene una autoconfianza gigantesca y una tranquilidad que le deja ver el bosque, aunque haya un árbol justo delante. Con mucha paciencia se adjudicó el título en 2012 y de la misma forma, como si no pasara nada, ayer fue añadiendo segundos a su ventaja sobre los perseguidores. A mitad de prueba ya acumulaba cinco segundos con Pedrosa y la victoria estaba tan decidida que hasta la televisión se olvidó de él.

La emoción estaba por detrás, donde Márquez ya había empezado a hacer diabluras de ésas que ponen el corazón en la boca a sus padres y a su maestro, Emilio Alzamora. Ellos le piden calma cuando les parece que el botín es más que bueno, pero él siempre quiere más. En su primera aparición en MotoGP estuvo más que brillante y sin complejos. A falta de seis vueltas para el final, le quitó las pegatinas a su «jefe» de filas con una apurada de frenada digna de un veterano. Se supone que le iba a costar negociar la última parte de la prueba, cuando los neumáticos pierden rendimiento y cuesta sacarles partido, pero fue en este tramo cuando más disfrutó e hizo disfrutar. Porque después de ponerse al frente de los «mortales» y alejar a Dani, llegó Rossi, y a pesar de que el italiano ya es un mito antes de retirarse, a Marc no se le aceleró el corazón ni media pulsación.

Fue un duelo delicioso entre uno que empieza y otro que no, pero que lo pareció. Rossi ha pasado dos años de sufrimiento en Ducati, lejos de los primeros lugares y ni siquiera él, con nueve títulos mundiales en su palmarés, pudo evitar que el exceso de ganas le perjudicara. Forzó demasiado un adelantamiento en la segunda vuelta que le llevó al séptimo lugar y le obligó a remontar en solitario después. Le hubiera bastado con esperar un poco y mantenerse en el grupo de cabeza con un mundo por delante, pero quiere volver a ser feliz y está impaciente. Disfrutó con Márquez, al que necesitó adelantar dos veces para subirse al segundo escalón del podio. En la pelea no hubo perdedores: «Il dottore» confirmó que su potencial sigue intacto y Marc, que su talento sólo le puede llevar al infinito. El podio es una gesta para un novato, aunque la forma en que llegó a él, cabalgando sobre la Honda como si lo hubiera hecho toda la vida, es casi más valiosa. Pedrosa, que sólo fue cuarto, buscará revancha en Austin.