Asturias
El último capítulo de una gran amistad
El Mundial arranca para España con una imagen que eleva el sentido de la amistad en el fútbol, entre dos rivales eternos por la rivalidad de los equipos de sus corazones, pero a los que la Selección les juntó para siempre hasta convertirles en símbolos de unión y éxito. Iker Casillas y Xavi Hernández son iconos que cambiaron la historia del deporte español. Juntos comparecieron las horas previas al estreno de la Selección perseguida por todas, España convertida en el rival a batir. Los Príncipe de Asturias como modelo de deportividad y compañerismo por encima de rivalidades.
El Mundial sub'20 de Nigeria 1999 les unió para siempre, allí nació el gen ganador que han trasladado a la Selección absoluta para escribir las páginas más brillantes de su historia. Brasil, cuna del fútbol, es el broche deportivo. El mejor escenario donde protagonizar el último capítulo dentro de un terreno de juego. Iker medita seguir y hacer crecer su leyenda hasta que el cuerpo aguante. Por la cabeza de Xavi pasa una retirada a tiempo de la Roja, consciente de que la edad transcurre diferente para un jugador de campo y que su temporada en el Barcelona la ha marcado la irregularidad. El tiempo pasa volando y les ha convertido en los mejores consejeros de los futbolistas nuevos. Koke aspira a ser el nuevo Xavi y le escucha con admiración, sorprendido por su naturalidad en el trato. De Gea será el sucesor de Iker y aprende de cada consejo. «Todos los jugadores tienen su historia y en la selección, Iker y Xavi más que ninguno desde que en 1999 fueron campeones en Nigeria. Han sido gente extraordinaria para la Selección, pero no están aquí por todo lo que han hecho si no por lo que espero que hagan en este Mundial». Son palabras de Vicente del Bosque, un admirador más de sus dos capitanes de los que siempre ensalza su humildad. «Son chicos normales».
España iniciará la defensa del título sin modificar ni un ápice su libro de ruta. El estilo es innegociable. «Vamos a morir con él», asegura Xavi que es el jugador que enarbola la bandera del toque, la referencia de una forma de entender el fútbol que volverá a extender la Roja en Brasil. Para bien o para mal, pero sin renunciar a él. La inclusión de sangre fresca mantiene la ambición. La ilusión del grupo por seguir haciendo historia se impone al cansancio físico acumulado y a la diferencia climatológica que experimentarán los jugadores. De los 13 grados de Curitiba a los 30 que se esperan a la hora del partido, las 16:00 en Salvador. El primer capítulo del que esperan que de nuevo sea largo camino en un Mundial, llega en un estadio a medio acabar donde se muestran todas las limitaciones del país organizador. De día y noche trabajan para maquillar los accesos a un estadio donde el hormigón y el barro impiden admirar la grandeza del Arena Fonte Nova. Los mismos errores que hace un año en la Confederaciones. Cuando la pelota rueda, el fútbol lo esconde todo. El mismo que crea amistades indestructibles.
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