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Nadal, una resurrección casi perfecta

Sólo Djokovic pudo frenar la sobresaliente reaparición de Rafa después de estar más de cuatro meses sin jugar un partido oficial

Djokovic y Nadal se saludan al final del partido
Djokovic y Nadal se saludan al final del partidolarazon

La derrota en la final ante Djokovic no debe ocultar el sobresaliente torneo de Rafa en Melbourne. No ha existido un jugador en la historia del tenis capaz de sobreponerse a tantas situaciones críticas dentro y fuera de la pista como Nadal.

La derrota en la final ante Djokovic no debe ocultar el sobresaliente torneo de Rafa en Melbourne. No ha existido un jugador en la historia del tenis capaz de sobreponerse a tantas situaciones críticas dentro y fuera de la pista como Nadal. El último capítulo en las resurrecciones de Rafa ha sido en el Abierto de Australia. Compareció después de estar más de cuatro meses sin jugar un partido oficial. De la semifinal en el Open USA ante Del Potro hasta el estreno con Duckworth vivió renuncias varias. Sufrió dolores abdominales, una artroscopia en el tobillo derecho, molestias en el muslo de la pierna izquierda y esto último después de la temporada con menos partidos de su vida. En 2018 sólo jugó 49 partidos (45/4), disputó nueve torneos y de los siete que terminó, ganó cinco. Pero tocaba reinventarse en una cita muy especial para él. «Tengo un cariño especial a Australia y más aún después de todo lo que he vivido aquí. He tenidos buenos momentos, pero recuerdo muchas desgracias que me han ido pasando y la más dura fue en 2014 cuando me lesioné la espalda en la final ante Wawrinka. Creo que ese partido ha sido el más duro de toda mi carrera porque estuve dos horas dentro de la pista sabiendo que no iba a ganar y que perdía la oportunidad de ganar otro ''Grand Slam''. Es el partido que más me ha afectado mentalmente y del que más tiempo he necesitado recuperarme. He vivido muchas cosas negativas y sólo he ganado una vez aquí», comentó en Eurosport antes de la final con Djokovic.

Después de tener que retirarse el pasado 7 de septiembre en Nueva York, Nadal propuso a su equipo cambiar su servicio. Fue suya la iniciativa. No buscaba un cambio drástico. «Hay que adaptarse a los nuevos tiempos y a mi edad», comentó. Se trataba de retocar pequeños detalles para ganar en velocidad y que el segundo servicio no invitara al ataque de los mejores restadores. Dicho y hecho. A eso se le sumó la búsqueda de una mayor agresividad y un físico que respondía. Si Rafa físicamente está bien, mentalmente es una roca, al menos hasta toparse con Djokovic, y así se ha concretado la última resurrección, la de las dos ultimas semanas.

Hubo muchas más antes. La primera fue en 2006 después de que explotara con 19 años y 11 títulos. Después de ganar a Ljubicic en el Masters de Madrid, cuando todavía se jugaba en pista rápida, llegaron los problemas por los apoyos en el pie izquierdo. Cuatro meses de parón y una reaparición en Marsella para ganar cinco títulos en 2006. Ese año comenzaron los problemas crónicos de tendinitis en las rodillas, aunque pudiera competir sin baches significativos hasta 2012, el año en que perdió con Djokovic la final más larga en la historia de los «Majors», precisamente en Melbourne.

Aquel ejercicio fue el más doloroso de su carrera. Cayó en la segunda ronda de Wimbledon ante Lukas Rosol y se pasó más de siete meses sin competir. El parón más largo. El retorno fue en 2013 en el torneo chileno de Viña del Mar y lo que sucedió luego sorprendió a todos, incluido el propio Rafa. Disputó 82 partidos, sólo perdió 7 y levantó diez títulos, incluidos los tres «Grand Slams» que jugó.

Los altibajos marcados por los problemas físicos se extendieron en 2015 a su cabeza. Como el propio Rafa reconoció llegó a sufrir ansiedad en la pista. Estuvo cerca de abandonar el «top 10» de la ATP y en 2016 apenas llegó a disputar medio centenar de partidos. Con cinco títulos sumados en esos dos años y con problemas en la muñeca izquierda paró en octubre. Ahí tomó una decisión fundamental para el Nadal que ya había cumplido la treintena: sumó a Carlos Moyá a su equipo técnico. Quien le vio en la pretemporada de 2017 habla de un nivel extraordinario en los entrenamientos. Fue la mejor preparación de su vida. Solucionados los problemas de muñeca, con algo menos de peso, recuperando el drive y seleccionando minuciosamente el calendario volvió el mejor Nadal. El último parón, desde el pasado mes de septiembre, no ha impedido la última resurrección de Rafa. Sólo Djokovic ha evitado que fuera perfecta.