Lo importante es participar
Niko Shera, el guerrero del Cáucaso se da la revancha
Nikoloz Sherazadishvili, judoca de origen georgiano y bicampeón del mundo, buscará en París la medalla que se le escapó en los Juegos de Tokio
En cualquier arte marcial, en boxeo, en lucha y hasta en rugby, deporte en el que la delantera de los «Lelos» pone patas arriba a la melé de toda selección que se le ponga por delante… no hay deporte de combate que se le dé mal a los caucasianos, una raza de guerreros. En los siete Juegos Olímpicos en los que ha participado como nación independiente, desde 1996, Georgia y sus 3,5 millones de habitantes –menos que la provincia de Barcelona– acumulan doce podios en judo, deporte en el que España espera aún su primera medalla del siglo, ya que la última fue el oro de Isabel Fernández en Sídney. Nikoloz Sherazadishvili pudo dársela en Tokio. Y aún puede hacerlo en París.
Madrileño de Tiflis que llegó a la capital de España en su adolescencia, el abreviadamente llamado Niko Shera posee un palmarés envidiable: bicampeón del mundo, triple medallista europeo y una miríada de triunfos en los torneos de Grand Slam que jalonan el calendario del judo. En el primer arte marcial que integró el programa olímpico, sin embargo, la consagración llega en los Juegos. Entre otras razones, porque la universalidad de la disciplina –y, por consiguiente, la dificultad de brillar en un evento planetario– se demuestra con un dato: junto con el atletismo y el boxeo, se trata del deporte a cuyo medallero acceden más países.
Campeón en los Mundiales celebrados durante la olimpiada quinquenal, antes y después de la pandemia, Sherazadishvili llegó a Tokio como primer cabeza de serie en la categoría de -90 kilos. El español era el terror de los tatamis en su categoría, excepto para un hombre: Mikhail Igolnikov, un ruso macizo que pesaba lo mismo que él pese a ser quince centímetros más bajo y que era el único judoca que lo había derrotado en un gran campeonato en el cuatrienio 2017-2021: en la semifinal y los cuartos, respectivamente, de los Europeos de Lisboa y Praga en los que se proclamó campeón continental y Niko tuvo que conformarse con sendos bronces.
No hizo falta esperar al sorteo del cuadro. Igolnikov, octavo cabeza de serie, sería el rival del español en los cuartos si ambos superaban las dos primeras rondas, como era previsible. Cuando el combate comenzó, Sherazadishvili estaba frente al hombre que lo había batido en ocho de sus diez enfrentamientos previos. Una auténtica bestia negra que esperó hasta los segundos finales para lanzar su okuri-eri-jime, técnica de estrangulamiento que dejó a Niko inerte en el suelo. Fue tal la sacudida que sufrió el cuerpo del oriundo georgiano, al borde de la asfixia, que tres horas más tarde aún era un despojo y apenas si opuso resistencia en el combate de repesca contra el uzbeko Davlat Bobonov, a quien había «ipponizado» sin dificultad en la reciente final mundialista de Budapest.
Niko Shera, que hoy tiene 27 años, sigue siendo la principal baza del judo español para romper la maldición olímpica. Su estatura lo ha llevado a subir de peso y en la categoría de -100 kilos, pese a superar una grave lesión, acaba de ganar un bronce en el Campeonato de Europa. París lo espera.
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