Fútbol

Fútbol

El Real Madrid recupera el ánimo venciendo al Villarreal (3-2)

Mariano destapó su puntería y sus ganas, a veces apresuradas, de hacer algo, mientras que Brahim fue dejando pistas del jugador que puede llegar a ser cuando encuentre más minutos.

El Madrid celebra uno de los goles
El Madrid celebra uno de los goleslarazon

Mariano destapó su puntería y sus ganas, a veces apresuradas, de hacer algo, mientras que Brahim fue dejando pistas del jugador que puede llegar a ser cuando encuentre más minutos.

Hay un aire a verano, a final de curso en el Real Madrid, a que algo que fue bonito se termina y empieza otra cosa, a punto de inflexión. Hay un aire a verano y a fichajes, a interés por lo que está por venir más que por lo que ocurre en este momento. Pero también hay un aire de ligereza, de falta de tensión tras una temporada llena de sucesos que viene bien a algunos jugadores en algunos momentos. Como contra el Villarreal, en un Bernabéu algo desangelado, Mariano destapó su puntería y sus ganas, a veces apresuradas, de hacer algo; Brahim fue dejando pistas del jugador que puede llegar a ser cuando encuentre más minutos; Valverde sigue imponiendo su presencia y Vinicius se reencontró con un público que ha puso en él las últimas esperanzas por el mes de marzo y que ahora le ve como una de las armas del futuro.

Ganó el equipo de Zidane a un Villarreal que no parece ya tener miedo a lo que pueda suceder y que se tomó el partido como el Madrid, casi como un amistoso, para hacer pruebas, para mostrarse, donde casi nada de lo que sucede tiene excesiva importancia y se juega sin emoción, lo que es una pena; pero con más soltura, lo que ayuda.

Fue un Madrid con más ánimo que en Vallecas, quizá porque marcó enseguida y se le puso el partido de cara. Así sí le apetece jugar o por lo menos se toma los encuentros de otra manera. No está para complicaciones el equipo, pero si le va bien, por qué no va a intentar disfrutar.

Ayudó la presencia desde el principio de Brahim, que le da a este equipo una variante que no le sobra: regate y desequilibrio, además, de muchas ganas. Fue él quien robó la pelota y animó a una grada algo mustia. Ni siquiera los gritos de ánimo a Casillas hicieron vibrar al público. Desde el fondo sur se animó al portero, que ahora ya desde la lejanía y en un momento grave, ha logrado la unanimidad que no tuvo en sus últimos años defendiendo la portería.

El primer gol de Mariano animó al Madrid, al que se le vio en campo rival, guiado por Brahim, con el empuje de Carvajal e incluso con Marcelo apareciendo por la esquina del área más veces de las acostumbradas y aportando al ataque. De un tiro-pase suyo marcó Vallejo el segundo, después de que hubiese empatado el Villarreal.

Se jugaba más el equipo amarillo, pero no lo pareció. Su gol no afectó al Madrid y eso es noticia. Lo resistió bien y siguió a lo suyo, buscando a Mariano, un futbolista incansable que ha hecho del remate de cabeza una manera de vivir. Él va a por todas, encuentre lo que encuentre: el balón o las cabezas de los rivales. Ése ímpetu es su arma y también uno de sus desventajas. Tiene que tranquilizarse.

Con el pie hizo el tercero en la segunda mitad en un encuentro que ya decaía y que tenía poco que decir. Zidane quitó a Valverde y a Brahim y para que el público no se quedase sin alicientes, sacó a Vinicius, que está como cuando se fue: brillante por la banda; menos cerca del gol. Con él antes y sin lesión quizá la temporada hubiese sido distinta. Pero la nostalgia de lo que pudo pasar y no fue no ayuda ahora, ni sirve para nada, ahora que ya huele a verano.