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Hípica

"Operación Cowboy" o el rescate los Lipizzanos

En los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial se acometió una de las pocas acciones bélicas en las que se arriesgaron vidas humanas para proteger animales

El teniente general Patton fue el responsable de la "Operación Cowboy"
El teniente general Patton fue el responsable de la "Operación Cowboy"Library of Congress

En los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de jinetes, soldados y criadores protagonizó una de las operaciones más singulares de la historia militar: el rescate de los caballos Lipizzanos. Aquellos animales, símbolo de la Escuela Española de Equitación de Viena y herederos de una de las líneas de sangre más antiguas del mundo, estaban en peligro de desaparecer. La "Operación Cowboy" evitó que se perdiera para siempre una raza ligada al arte ecuestre europeo y al legado de los Habsburgo.

La guerra había obligado a dispersar los sementales y yeguas de cría. Con los frentes en movimiento y el Ejército Rojo avanzando, la Escuela Española de Equitación se vio obligada a evacuar sus caballos desde Viena. El coronel Alois Podhajský, responsable de la institución, comprendió que el peligro no venía sólo de las bombas, también del hambre y del saqueo. Los Lipizzanos fueron trasladados a St. Martins, una zona más segura, pero pronto se descubrió que parte de las yeguadas habían sido llevadas a Hostau, en territorio checo controlado por las fuerzas alemanas. Allí, los nazis habían concentrado más de cuatrocientos caballos procedentes de los criaderos de Piber y de Lipizza, junto con otras razas de cría selecta. Con la guerra a punto de terminar, los aliados temían que los soviéticos, al entrar en la región, requisaran o sacrificaran los animales. Fue entonces cuando Podhajský, antiguo oficial de caballería, decidió pedir ayuda al general George S. Patton, jefe del Tercer Ejército estadounidense y jinete olímpico antes de la guerra. Patton comprendió el valor histórico y simbólico de aquellos caballos y ordenó una operación para rescatarlos en plena ofensiva final.

Un pequeño grupo de soldados estadounidenses y antiguos prisioneros de guerra alemanes cruzó las líneas, tomó Hostau y aseguró las cuadras donde se encontraban los Lipizzanos. En medio del caos de los últimos combates, los militares cargaron los caballos y los trasladaron a territorio bajo control aliado. La "Operación Cowboy" no sólo salvo a los Lipizzanos de Viena, sino también a otras razas europeas de alto valor genético.

El traslado no fue fácil. Los caballos, debilitados por la falta de alimento y por el estrés del conflicto, recorrieron largas distancias hasta alcanzar Wimsbach, en la frontera occidental alemana. Allí fueron puestos a salvo y atendidos por veterinarios y cuidadores militares. Años después, en 1955, una parte de aquellos ejemplares pudo regresar an Austria, donde se reanudó la cría y el entrenamiento bajo los métodos clásicos de la Escuela Española de Equitación de Viena. Gracias a esa intervención, las líneas de sangre originales sobrevivieron y hoy son la base del Lipizzano moderno.

La "Operación Cowboy" es recordada como una de las pocas acciones bélicas en las que se arriesgaron vidas humanas para proteger animales. Para el mundo ecuestre, representa el valor del patrimonio genético y cultural que encierra cada raza. Aquellos caballos, criados durante siglos con mimo y con grandes dotes para la Doma Clásica, se salvaron gracias a la determinación de unos cuantos hombres que entendieron que preservar una estirpe también es preservar parte de la historia europea.