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«Si se le movía la ceja...»

La Razón
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En el último partido del Bayern, Ancelotti cambió a Ribery y cuando se encontraron en la banda, el futbolista francés comenzó a hablar a su entrenador, con muchos gestos y excitación, como explicando algo, exigiendo explicaciones. El técnico italiano le miraba muy de cerca y en un momento se acercó a él y le besó. Ribery, que no se lo podía creer, le abrazó mientras sonreía, totalmente calmado. Ése es el método de Carlo Ancelotti. «En realidad es como un oso de peluche», asegura Paolo Maldini en el último libro que publicó el entrenador italiano «Liderazgo tranquilo», en el que describe su modo de entrenar y de llevar un vestuario hacia el éxito.

Y ahora, en el Bayern, los jugadores acostumbrados a la personalidad del técnico catalán se sienten liberados con Ancelotti: «Escuchar es una virtud que suele pasarse por alto. Escuchar lo que otras personas tienen que decir (mis ayudantes, los jugadores, el director general, la gente ajena al juego) y asimilarlo, obrar en consecuencia o proponer un diálogo al respecto, es algo que yo creo muy esencial para la gente que quiere dirigir», cuenta el entrenador italiano. Para él, manejarse en los grandes vestuarios, frente a los egos de las estrellas, casi es más importante que tener una gran cultura táctica, que también la tiene: «A veces me decía: ‘‘Cristiano, mañana descansarás”», cuenta la estrella madridista. «Todo el mundo sabe que yo quiero jugar todos los partidos, o sea, que me sentía fastidiado y le decía: ‘‘¿Pero de qué habla?’’ Me decía que debía descansar y luego volvía, se iba, volvía y me aclaraba: ‘‘Descansa mañana hasta las tres... pero cuando empiece el partido a las cuatro, te quiero jugando’’. Y se iba riendo a carcajadas».

Ese fue el Ancelotti del que más aprendió Zidane. Para sacarse su carné de entrenador, el francés viajó para conocer los métodos de otros entrenadores, como Bielsa o Guardiola, pero fue al lado de Ancelotti con quien hizo sus prácticas: «Tener a Zidane como asistente, con su carisma y experiencia, me ayudó mucho. Fue un técnico asistente excepcional», decía ayer Carlo. «Aprendí mucho de él», contestaba Zizou.

El cabreo

Aprendió a llevar el vestuario a no enfadarse casi nunca. Casi: «Sabes si pasa algo porque las cejas se le arquean. Yo estaba allí sentado –cuenta Ibrahimovic de una anécdota en la época del PSG tras un mal partido–, y pensé ‘‘ahora revienta’’». Y reventó : Carlo dio una patada a una caja y golpeó a Ibra. «Joder– me dije–, sí que está cabreado».