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Sin noticias de Schumacher

A horas de cumplir los 50 años, el estado de salud del heptacampeón del mundo es una incógnita. Su tratamiento cuesta 6.000 euros diarios.

Sin noticias de Schumacher
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A horas de cumplir los 50 años, el estado de salud del heptacampeón del mundo es una incógnita. Su tratamiento cuesta 6.000 euros diarios.

Mañana 3 de enero el piloto más laureado de la F-1, el más grande de todos los tiempos, Michael Schumacher, cumplirá 50 años. No será un cumpleaños como los que vivía antes de 2013. «Schumi» ha pasado los últimos cinco años de su vida postrado en una cama, con daños neurológicos presumiblemente irreversibles y sometido a un constante tratamiento de recuperación cuyo coste asciende a 6.000 euros diarios. El alemán sufrió un accidente de esquí el 29 de diciembre de 2013 en la estación de Méribel, en los Alpes franceses, apenas un año después de retirarse de los circuitos, y las lesiones producidas le provocaron daños cerebrales que le mantuvieron en coma durante seis meses en el hospital de Grenoble para posteriormente ser trasladado a un centro especializado en Laussane y finalmente a su propio domicilio, una mansión a orillas del lago Leman en Suiza. El secretismo sobre el estado de salud del heptacampeón es permanente cinco años después. Desde los últimos días de 2013, la vida, la tranquilidad y la protección que necesita Schumacher ha girado en torno a dos personas: su esposa, Corinna, y su portavoz desde que pisara la F-1, Sabine Kehm, la férrea jefa de prensa (ya lo era en su etapa como piloto) que ha sabido mantener en el más absoluto mutismo cualquier información relacionada con «Schumi». Fue ella la persona que gestionó toda la comunicación desde el momento del accidente y lo sigue haciendo. Ha mantenido a raya a todos los medios sensacionalistas alemanes y también a los más serios, que en su momento rebuscaron cualquier detalle que descubriera cómo se encontraba Michael.

En 2014 circuló por los despachos de varios medios un presunto informe médico sobre el piloto que un empleado de la compañía de helicópteros de rescate había sustraído. Pedía 50.000 euros, pero nadie se atrevió a adquirirlo e incluso más tarde esta persona fue detenida por la Policía. Al día siguientede su detención apareció ahorcado en la celda donde esperaba pasar a disposición judicial. Según la fiscalía de Zúrich, se trató de un suicidio.

Círculo cerrado

La extrema discreción que rodea a Schumacher dura ya cinco años y toda su fortuna, valorada en 700 millones de euros, es gestionada por su mujer. En los primeros años de tratamiento vendió varias propiedades en Noruega, Francia, algunos caballos purasangre y el avión privado modelo Falcon con el que viajaba por todo el mundo. El círculo íntimo de Schumacher se ha reducido al mínimo: sus dos hijos, su esposa, los médicos y asistentes que le atienden y poco más.

Hasta la fecha se sabe que sólo dos personas relacionadas con la Fórmula Uno han estado con él. El primero fue Ross Brawn, el ingeniero (en la actualidad director de estrategia de la compañía que explota los derechos del Mundial) que triunfó con él en la consecución de sus siete títulos en las escuderías Benetton y Ferrari. El inglés ni lo ha confirmado ni lo ha desmentido. La otra figura de este deporte que le ha visto, y recientemente, fue Jean Todt, su jefe en Ferrari y actual presidente de la Federación Internacional. Comentó que había acudido a su residencia para ver con él, a través de la televisión, el pasado Gran Premio de Brasil. No deslizó nada que dejara entrever cualquier detalle sobre su estado. Hace dos años también le acompañó el arzobispo Georg Gänswein, que se limitó a decir que «su cara estaba más rellena». Ninguna pista más sobre su estado de salud.

Cinco años después del fatídico accidente muchos aficionados todavía se preguntan si el mítico piloto alemán ha recuperado la consciencia, si tiene posibilidades de recuperarse para llevar una vida más o menos normal o si simplemente tiene algún tipo de movilidad. Su hijo Mick apunta a la F-1 como una figura emergente por la que se pelean Mercedes y Ferrari. ¿Lo podrá disfrutar Michael?