Champions League

Atlético de Madrid

Sueño incompleto

El Calderón soñó durante cuarenta minutos con la remontada. Después se despidió de Europa para siempre bajo la lluvia.

Griezmann, Godín y Giménez celebran el segundo gol del Atlético
Griezmann, Godín y Giménez celebran el segundo gol del Atléticolarazon

El Calderón soñó durante cuarenta minutos con la remontada. Después se despidió de Europa para siempre bajo la lluvia.

«Sí, se puede», gritaba el Calderón cuando el árbitro señaló el punto de penalti. Habían pasado quince minutos de partido y, a pesar del dramático historial del Atlético desde los once metros esta temporada, a nadie se le ocurrió dudar. Marcó Griezmann, con suspense, y el estadio rojiblanco comenzó a creer que sí, que de verdad se podía, que aquello eran más que palabras que se decían por inercia, por la obligación de animar a su equipo.

El Calderón se permitió creer desde ese momento, aunque nunca había dejado de hacerlo. Desde el principio quiso responder el público rojiblanco al tifo del fondo Sur del Bernabéu en el partido de ida. «Reyes de Europa», decía. Y Milán y Lisboa, las dos finales perdidas por los rojiblancos ante su gran rival, una a cada lado. «Orgullosos de no ser como vosotros», respondía la afición atlética.

Había cuentas pendientes, en la grada y también en el campo. No se sabe si es la afición la que lleva al equipo o es el equipo el que lleva a la afición. Y así, uno y otro, se fueron animando. El remate de Koke a centro de Carrasco que despejó Keylor Navas hacía creer a los atléticos que no estaban tan locos. Que soñar no estaba prohibido. El gol de Saúl fue la confirmación.

El silencio no existía en el estadio. Todo era ruido y pasión incontrolables. Simeone, desde la zona técnica, pedía como siempre la colaboración del público. Y la gente se entregaba para subir los decibelios. «Ahora, Atleti, ahora», se escuchaba. Hasta que el partido, poco a poco, fue calmando la voz del Calderón. El Atlético se fue echando atrás, la clásica precaución del Cholo, y el Madrid se fue haciendo el dueño de la pelota.

El estadio recuperó la voz cuando marcó Isco. «Atleti, Atleti», se escuchaba entonces. Pero el público, como el equipo, se fue quedando sin ganas. Las gargantas gritaban por inercia y sólo cuando los aficionados madridistas comenzaron a pedir de forma irónica «que bote el Calderón», se activó de nuevo la megafonía natural. «Orgullosos de nuestros jugadores», se oía.

Y así se sentía Simeone. «Estoy orgulloso y feliz», decía el Cholo con cara sonriente. «Competimos una vez más. Cuando comentábamos que se podía algunos pensaban que era un juego de palabras, pero esos primeros 30 o 35 minutos quedarán en la historia de la gente», decía el entrenador del Atlético.

Simeone y sus jugadores desafiaron a la lluvia al final del partido para despedirse de su afición y de su estadio, que ya nunca más acogerá un partido europeo. «En ese momento sentía que dieron todo, que damos todo, que dimos todo», aseguraba el Cholo. «Lástima que no podamos clonar a algunos, van creciendo y el año que viene quizá no puedan rendir al mismo nivel», añadía. El entrenador del Atlético se marcha de la Champions este curso con la sensación de que están muy cerca, pero a la vez muy lejos, de alcanzar el objetivo. «Necesitamos seguir creciendo. El paso, que parece cercano no es chico, es grande. Si podemos mejorar a partir de esto que se hizo, el futuro, seguramente será mejor». Aunque sea ya en otra casa, en otro campo.