Tenis

Nadal, de la supervivencia a los cuartos de final ante Shapovalov

Rafa se impuso en tres sets al francés Mannarino, 7-6 (16/14), 6-2 y 6-2. El primero se prolongó durante 81 minutos y el tie-break rozó la media hora de duración. El canadiense tumbó (6-3, 7-6 y 6-3) a Zverev en octavos

Nadal celebra el desenlace del agónico primer set
Nadal celebra el desenlace del agónico primer setDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Nadal ya está por décimo cuarta vez en los cuartos de final del Open de Australia. Rafa se impuso al francés Mannarino en un partido marcado por un primer set dramático que se resolvió en un tie-break interminable. La media hora que dura algún parcial en muchos partidos fue lo que se prolongó el desempate que definió la primera manga y que, en realidad, decidió el partido. Nadal se impuso por 7-6 (16/14), 6-2 y 6-2 en 2 horas y 40 minutos. En cuartos de final le aguarda el canadiense Denis Shapovalov que dio la sorpresa al tumbar en tres sets (6-3, 7-6 y 6-3) a Alexander Zverev.

El palco del español estalló como si hubiera alcanzado la final del torneo. No era para menos, aunque sólo se tratara del primer set de la cuarta ronda. La explicación al comportamiento del clan puede empezar con algunos números. Fueron 81 minutos de trabajos forzados para apuntarse la primera manga. Un tie-break que duró 28:40, ¡casi media hora de desempate! 30 puntos disputados. El francés tuvo cuatro bolas de set y Rafa necesitó siete para escapar de un laberinto asfixiante. 47 puntos ganó Nadal en el primer set, los mismos que Mannarino. Para encontrar las razones de un parcial agónico hay que ir a la mejor versión del francés y a una atípica de Nadal.

Mannarino es un jugador de los que no hay en el circuito. Con 33 años es el número 69 del mundo y su zurda ya se había cobrado dos víctimas ilustres en el torneo, el polaco Hurkacz (número 10 del mundo) y el ruso Karatsev, que el año pasado fue semifinalista. Este último partido acabó pasadas las 02:30 de la madrugada. No le afectó lo más mínimo. Ante Nadal se despreocupó de quién tenía enfrente. Con golpes planos, cogiendo la pelota muy abajo como si tuviera prisa por golpearla, moviendo muy poco la raqueta... Rafa sólo se sintió cómodo al servicio. Resolvió con autoridad sus saques, pero es que al resto fue inofensivo. No encontró su derecha en toda la primera manga y así el partido fue desarrollándose sin sobresaltos para el francés. Sus saques, como buen zurdo, abrían ángulos imposibles y como Rafa no era agresivo llegó incluso a disponer de una bola de break en el undécimo juego. Fue la única de todo el set y al de Manacor le salvó un saque más que notable.

Lo del tie break interminable fue otra película. Nadal se encontró un 0-3 en contra. Se incorporó con un par de derechas potentes y un passing imposible que por unos instantes pareció iba a cambiarlo todo. Nada de eso. El francés ni se alteró y así empezó el goteo de bolas de set. Mannarino llegó a disponer de cuatro oportunidades, pero le faltó colmillo. O le sobró el habitual instinto de supervivencia de Rafa. Porque Nadal siguió sin hacer daño con la derecha, pero descubrió que el revés cortado molestaba al galo. Insistió por ese camino y en un ejercicio de paciencia infinita terminó sentenciando el desempate a la séptima oportunidad.

Y el partido, como no podía ser de otra forma, cambió drásticamente. Las molestias físicas que insinuó Mannarino en la zona de la ingle en el tie-break se hicieron cada vez más patentes. Y Rafa empezó a ir a lo suyo, se despreocupó. Sumó un break en el primer juego, otro en el quinto y al francés se fue deshaciendo. Los golpes ganadores aparecieron como un elemento imprescindible para lo que se avecina en la segunda semana del torneo. Y el segundo y el tercer set fueron un visto y no visto comparado con la agonía vivida en el primero.

Adiós a Badosa y Sakkari

El cuadro femenino se quedó sin raquetas españolas después de la derrota de Paula Badosa (6-3 y 6-1) ante la estadounidense Keys. En la parte del cuadro por la que marchaba la española hubo más sorpresas. La griega Sakkari no pudo con Pegula, otra estadounidense, y se despidió de Melbourne por 7-6 (7/0) y 6-3. La cabeza de serie que no se dejó sorprender fue Barbora Krejcikova. La checa se deshizo de la bielorrusa Azarenka por un doble 6-2 para alcanzar los cuartos de final.