Laver Cup

Genio hasta el último día: el golpe que inventó Federer y que hubo que revisar para saber qué había pasado

La leyenda suiza se despide del tenista en un partido de dobles junto con Rafa Nadal

Nadal y Federer se saludan tras ganar un punto ante Tiafoe y Sock en la Laver Cup
Nadal y Federer se saludan tras ganar un punto ante Tiafoe y Sock en la Laver CupANDY RAINAgencia EFE

Roger Federer se despidió del tenis y hasta el último día dejó su sello en una pista. Del suizo, ganador de 20 Grand Slams y de 103 títulos, 310 semanas como número uno del mundo, se destaca principalmente su manera de entender el tenis, su forma de jugar, su plasticidad, que logró combinar como nadie el jugar bonito y además ganar. Leyendas del deporte como McEnroe han asegurado que no han visto jugar a nadie de forma tan bella como a Roger. Y hasta el último día inventó y mostró algo que no se había visto antes en una cancha de tenis.

Para el baile final eligió la Laver Cup. Admitió que no estaba para jugar un individual, pero sí un dobles “de manera competitiva”. Su pareja no podía ser otro que Rafa Nadal, su gran rival, su amigo también, el hombre que le bajó a la tierra cuando era el absoluto dominador del circuito y también el que le mostró que necesitaba mejorar. En el tercer juego, con 40-15 para el equipo Europa, sucedió esto:

Parecía que hasta la pista se había puesto del lado del suizo en su último día, porque la pelota toca y entra. El punto parecía para Rafa-Roger, pero no estaba claro lo que había sucedido. Hubo que esperar a la repetición para comprobarlo.

En una pista de tenis se había visto casi de todo, puntos que se consiguen por el lateral cuando te abren mucho ángulo, por ejemplo, pero no colar la pelota justo por el agujero que hay al lado del poste. Tanta precisión... Y además, con la fortuna de que salga despedida y entre en la pista. Todo el mundo se quedó parado y después de comprobar lo que había pasado, todo fueron rostros ojipláticos. El punto era para el equipo de resto del mundo, eso no es legal. Alcaraz, que estaba presenciando el encuentro desde su casa, intervino: “Federer haciendo cosas de Federer”, escribió.

El suizo, por tanto, se marcha del tenis con otro punto imposible en un día que nunca olvidará, lo que se vio desde el principio, ya que en redes sociales se notó la nostalgia, diciendo, por ejemplo, que había hecho mil veces lo de recoger las raquetas e ir hacia la pista, pero en esta ocasión era especial. No hubo nadie que no buscara un abrazo del protagonista del día, que afrontó la jornada principalmente con una sonrisa. Ya lo dijo él: “Esto es una fiesta, no un funeral”.