Emotivo

Federer terminó llorando en su adiós... Y Nadal también

El suizo jugó su último partido como profesional junto con el español: perdieron en la Laver Cup contra Tiafoe y Sock. Rafa se emocionó tanto como su rival y no pudo contener las lágrimas

Se acabó. Roger Federer ha puesto el punto y final a una carrera impresionante, y lo hizo como él deseaba, en una jornada festiva en la Laver Cup y junto con el gran rival y además amigo que ha tenido en su carrera, Rafa Nadal. Fue una jornada principalmente de risas. “Estoy muy feliz”, decía el suizo después del encuentro de dobles que jugaron contra Tiafoe y Sock, y que perdieron por 4-6, 7-6 (7/2) y 11-9, después de desperdiciar una bola de partido. Lo dijo con lágrimas en los ojos, pero estaba contento de verdad.La imagen de la jornada fue el llanto del suizo, acompañado del de Rafa Nadal, que tampoco pudo contenerse. No es que se le cayera una lagrimilla al español, por momentos parecía no encontrar consuelo. El suizo llegó hasta a tener hipidos, al final y cuando habló de su mujer y cuando después la abrazó, a ella y a sus cuatro hijos.

Todo en Roger Federer desprendía nostalgia en la jornada del viernes. En sus redes sociales anunció un directo del camino que recorrió con Nadal para hacer el último entrenamiento en el 02 Arena de Londres; la preparación para un partido, agarrar las raquetas e ir a la pista, algo que, admitía, había hecho miles de veces, y en todos los rincones del mundo, pero en esta ocasión era diferente. Esta era la última, de ahí los nervios que el tenista suizo admitió sentir. Durante el día, animó a sus compañeros en el banquillo, charló con Ruud, conversó con Djokovic y mientras Murray estaba jugando con De Miñaur se fue con Nadal a calentar... Bueno, a tomar algo mientras observaban el partido, reían, chocaban los puños con complicidad, medio estirados en sus sillas. Quien se cruzaba con Roger se llevaba un abrazo. Sentido fue el que le dio Severin Lüthi, capitán de la Copa Davis de Suiza y uno de los técnicos que le asesora desde hace tiempo. Se tiraron un rato pegados. Le dieron un masaje, el último antes de un partido, se fue a dar aliento a Murray... Y todo con una sonrisa en la cara, como disfrutando del momento, al mismo tiempo que ya lo estaba echando de menos.

Llegó la hora cuando Andy fue derrotado, y en el vestuario el helvético se llevó un abrazo de todos, de sus compañeros y de sus rivales. Antes de saltar a la pista, ya estaba al lado de Rafa y se vio lo que es cada uno: el suizo, concentrado, mirando al suelo; el español, dando saltitos, entrando en calor para la batalla que había por delante, un partido que había que ganar.

Tiafoe y Sock, los oponentes, entraron primero en pista para que los dos tenistas que han protagonizando una de las mayores y mejores rivalidades de la historia del tenis salieran después en medio de un estruendoso aplauso. Levantaban la mano para saludar. La sonrisa de felicidad, mostrando los dientes, no se iba de la cara del suizo, mientras todo el mundo se preguntaba cuándo llegarían las lágrimas, pues Federer siempre ha reconocido que él es muy de llorar, en lo bueno y en lo malo, en la victoria y en la derrota, desde que tenía 10 años. Todavía tardaría un poco ese momento.

Las pancartas al aire en el 02 Arena y el mensaje más repetido era uno corto, pero elocuente: «Gracias». Sus padres estaban en la grada. Nadie quería perderse el último partido de una leyenda. Tampoco el actual número uno del mundo, Carlos Alcaraz: «¿Quién está viendo la Laver Cup?», preguntó el tenista murciano en su cuenta de Twitter, en la que estuvo muy activo durante todo el partido.

La primera bola que tocó el ganador de 103 títulos y 20 Grand Slams fue una volea ganadora e incluso pronto dejó su sello. Hasta en el último día inventó Roger Federer, ya que uno de los puntos que consiguió obligó a que se tuviera que ver en la repetición para entender lo que había pasado. Coló la pelota por el agujero que hay en la red al lado del poste, algo que no se había visto antes en una pista de tenis. Eso es ilegal, el punto fue para Sock y Tiafoe, pero todos quedaron ojipláticos cuando se pudo observar a cámara lenta la acción. Desde su casa, Carlos Alcaraz resumió perfectamente lo que había sucedido: «Federer haciendo cosas de Federer». Genio hasta el final la leyenda de Basilea.

Ganaron el primer set los europeos y reaccionaron Tiafoe y Sock. Todo el rato había complicidad entre Nadal y Federer, también con el resto del banquillo, en el que en un momento Djokovic incluso se puso a bailar. En la parte final del super tie break (el tercer set en la Laver Cup se disputa en esa modalidad) hasta le cambió la cara al suizo. Era el momento de ganar. También lo entendieron así los rivales y Tiafoe incluso le pegó un pelotazo al suizo y a Nadal no le dio otro porque el español se lanzó al suelo. En el fondo, era una buena manera de homenajear a ambos, siempre tan competitivos.

Con 9-8 tuvieron punto de partido los europeos, pero lo salvaron sus oponentes, y cerraron después el duelo con un tiro paralelo: el español se había movido hacia el otro lado y la bola pasó. Compitieron, pese a que el suizo llevaba más de un año sin disputar un partido, desde julio de 2021, y confesó que tenía “miedo de lesionarse”. El primer abrazo al Federer ya retirado fue de Nadal. Se fue al centro de la pista el 8 veces vencedor en Wimbledon para encontrar también el calor del público, Rafa estaba roto ya en esos momentos. “Es un día maravilloso, estoy contento de estar aquí”, decía el helvético antes de que pusieran imágenes de su carrera. Resopló antes de hablar de su mujer, Mirka, uno de los pilares sin los que no hubiera podido conseguir sus éxitos, de su familia. Incluso ya tenía hipidos y la voz se le entrecortó.