
Opinión
Alcaraz tiene siempre una palabra en la cabeza: crear
Admiro más al jugador que toma riesgos, y por eso mi admiración por Carlos: porque se atreve con dejadas inesperadas, voleas elegantes, ángulos imposibles...

En el deporte, el domingo es el día grande. El día en que se alzan los trofeos, se forjan leyendas y se escribe la historia. Llegar a ese día ya es un mérito. Ganarlo, una hazaña. Significa haber vencido, uno por uno, a entre cinco y siete de los mejores jugadores del mundo. Día tras día. Set tras set.
Porque los domingos son cuando se ganan los torneos. Y Carlos lleva cinco domingos invictos en este 2025:
Domingo 9 de febrero.
Domingo 13 de abril.
Domingo 18 de mayo.
Domingo 8 de junio.
Domingo 22 de junio.
Solo este domingo 13 de julio no ha podido revalidar el título de Wimbledon. Los domingos de 2023 y 2024 fueron suyos, al igual que los de Roland Garros este año y el anterior. Dos de los Grand Slam más exigentes del circuito.
Ayer se enfrentó al número uno del mundo, en un estado de forma excepcional. Carlos lo resumió en una frase a su equipo, en uno de los cambios que pudieron ver y escuchar los espectadores durante la retransmisión en televisión: «Está siendo mucho mejor que yo en todo».
Pero para mí, que entiendo el tenis desde otra mirada, yo siempre voy a elegir al artista. Admiro más al jugador que toma riesgos, y por eso mi admiración por Carlos: porque se atreve con dejadas inesperadas, voleas elegantes, ángulos imposibles; porque sube a la red con decisión, remata de espaldas y tiene siempre en la cabeza una sola palabra: crear.
Carlos ha convertido los domingos en su escenario natural, solo le han faltado –aunque sea difícil para él– más sonrisas, ayer solo una. Esa que aparece en un punto ganador o incluso cuando pierde uno. Porque a veces, son esas sonrisas las que le ayudan a soltar la tensión.
Lo bueno de Carlos es que, como si se tratara de un rito, deja en cada pista un altar donde el público retiene y graba en su retina cada golpe. Y así, nos hace contar los días hasta volver a verlo jugar otro domingo.
Por eso, en todo el mundo quieren ver a Alcaraz. Porque muchos buscan la gloria, muchos empuñan la raqueta con esperanza… pero muy pocos la alcanzan. Carlos lo logra desde su genialidad.
Para millones de personas, el domingo representa un día de descanso, de encuentro familiar y de disfrute al aire libre. Sin embargo, cuando se disputa un torneo de Grand Slam y Carlos Alcaraz entra en acción, ese domingo adquiere un significado distinto.
En ese momento, todo se detiene frente al televisor. El mundo observa, atento, cómo Alcaraz, con raqueta en mano, mirada decidida, una sonrisa amplia y el talento propio de un verdadero artista, convierte el tenis en un espectáculo que enaltece este bello deporte.
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