Tenis

Carlos Alcaraz regaló un Aston Martin a su padre, pero no esperaba la respuesta que le dio

El tenista español quiso cumplir el sueño de su progenitor, sin embargo nada salió como esperaba

Carlos Alcaraz, of Spain, gestures to fans during a mixed doubles match at the U.S. Open tennis championships, Tuesday, Aug. 19, 2025, in New York. (AP Photo/Yuki Iwamura)
Carlos Alcaraz regaló un Aston Martin a su padreASSOCIATED PRESSAgencia AP

Carlos Alcaraz ganó en Cincinnati, tras la retirada de Jannik Sinner, lo ha dejado cargado de ilusión de cara al US Open. El murciano llega a Nueva York con todas las esperanzas del mundo, dispuesto a seguir consolidando su nombre en la historia del tenis. Aunque el paso por el dobles mixto con Emma Raducanu no terminó de la mejor manera, a derrota no ha empañado el brillo de su victoria individual ni la expectación que despierta cada vez que pisa una pista.

Alcaraz no es solo un prodigio deportivo: es, a día de hoy, un ídolo global. Así lo refleja Mark Hodgkinson en su libro Being Carlos Alcaraz (Ser Carlos Alcaraz), donde recopila diversas anécdotas que dibujan el perfil de un joven extraordinario dentro y fuera de la cancha. El autor muestra cómo, en poco tiempo, Carlitos se ha convertido en una referencia mundial, no solo por su estilo de juego eléctrico y su capacidad de reinventar los partidos, sino también por su carisma, su naturalidad y una manera de relacionarse con el entorno que engancha a la afición.

Alcaraz, loco por las zapatillas

Ese magnetismo se traduce, inevitablemente, en cifras. Las proyecciones apuntan a que Alcaraz ingresará alrededor de 31,5 millones de libras al año, lo que lo coloca como el jugador activo con mayores ingresos en el circuito. Una suma que habla tanto de su éxito deportivo como de su valor mediático. Marcas, patrocinadores y torneos se lo disputan porque encarna lo que hoy buscan los aficionados: talento descomunal, juventud y una sonrisa capaz de traspasar pantallas.

Sin embargo, detrás de los números millonarios, se esconde un joven con aficiones muy terrenales. Una de ellas es su pasión por las zapatillas exclusivas. Alcaraz es un coleccionista declarado: gasta miles de euros en modelos de edición limitada, piezas que no solo se convierten en un capricho personal, sino también en parte de su identidad. Lo curioso es que, a pesar de su juventud y su poder adquisitivo, mantiene un vínculo de transparencia con su familia. Cada vez que hace una compra importante, informa a sus padres, como si necesitara mantener viva esa complicidad de hogar que le recuerda de dónde viene y hacia dónde no quiere perder el rumbo.

El sueño del coche que su padre no quiso cumplir

Ese lazo con sus padres queda todavía más evidente en una anécdota que revela tanto su generosidad como las tensiones que puede generar el éxito. En una ocasión, Alcaraz quiso sorprender a su padre con un coche Aston Martin, un gesto que parecía perfecto. Alfredo Sarria, amigo cercano de la familia, recuerda que “el padre de Carlitos siempre decía que si en el futuro tenía dinero se compraría un Aston Martin”. Para el tenista, el regalo era una manera de hacer realidad aquel deseo repetido a lo largo de los años.

Pero la sorpresa no tuvo el efecto esperado. En lugar de recibirlo con entusiasmo, su padre se mostró escéptico y lanzó una pregunta sencilla pero reveladora: “¿Cuándo voy a conducir este coche?”. Esa frase descolocó a Alcaraz, porque dejaba claro que, en su pueblo, mantener un perfil bajo es un valor fundamental. El coche, lejos de circular por las calles, permanece aparcado, convertido en símbolo de un lujo que la familia prefiere no exhibir.

La historia la completó el propio Sarria, quien señaló que tal vez decidan venderlo pronto: “Carlos no quiere que Carlitos gaste dinero en estas cosas. Quizás vendan el coche pronto porque no lo van a usar”. En esas palabras se percibe la filosofía familiar: la riqueza material no debería nublar los principios de sencillez y discreción que han marcado siempre a los Alcaraz.

Carlitos ha manifestado que, en el futuro, le gustaría comprarse un Lamborghini. Pero su propia declaración pone un matiz interesante: añadió que sería “cuando sea mayor”. Es decir, no ahora, no en este presente de explosión mediática y de tentaciones de lujo, sino más adelante, como si quisiera recordarse a sí mismo que aún está en proceso de madurar y de aprender a gestionar lo que conlleva ser una estrella mundial.

Y mientras el Aston Martin duerme en un garaje y el Lamborghini queda como un deseo a futuro, Carlitos se prepara para lo verdaderamente importante: competir en el US Open con toda la esperanza y la energía de alguien que aún cree que lo mejor está por venir.