Torneos

Castigo excesivo

Nadal, huérfano de su derecha, se mostró indefenso ante Murray en la final de Madrid. Cae al número siete del mundo. «La actitud no ha fallado, ha sido un mal día», dice

La Reina Sofía tras entrergar a los tenistas, el británico Andy Murray y el español Rafael Nadal, los trofeos que les acreditan primero y segundo, respectivament
La Reina Sofía tras entrergar a los tenistas, el británico Andy Murray y el español Rafael Nadal, los trofeos que les acreditan primero y segundo, respectivamentlarazon

Nadal, huérfano de su derecha, se mostró indefenso ante Murray en la final de Madrid. Cae al número siete del mundo. «La actitud no ha fallado, ha sido un mal día», dice

Nadal no pudo conquistar su 28 Masters 1.000 en Madrid, su primer título de verdad este año, aunque quizá lo más importante de estos días en la Caja Mágica no fuera llevarse el torneo. «Hoy no estoy satisfecho, pero hay que hacer un análisis global y la semana ha sido mejor de lo que pensaba el domingo o el lunes», confesó el subcampeón, dolido por perder la final, pero satisfecho por el balance global de su paso por la Caja Mágica. Murray fue inalcanzable, el partido fue un monólogo del escocés. Su solidez y lo poco que se pareció Rafa al jugador que barrió a Berdych permitieron a Andy levantar su segundo título en la capital. A Rafa no le funcionó la derecha y eso ante un jugador de la talla del actual Murray es garantía de una muerte segura. La pelea y el empuje del público no son suficientes ante un rival que desde su boda no ha hecho más que ganar torneos.

Murray llegó a Madrid el martes después de disputar la final de Múnich un día antes. Terminó de jugar los octavos de final el jueves pasadas las tres de la madrugada y su esprint final de torneo –Raonic, Nishikori y Nadal– le convierte en una amenaza para todos en Roland Garros. El británico fue superior, en algunos tramos incluso demasiado superior. La mezcla explosiva de su tenis y un Rafa alejado del jugador que arrasó en semifinales explican el desarrollo de una final que no se ajustó a lo que Nadal esperaba.

«No va a ser uno de esos días que vamos a recordar», reconocía el español después de saludar a Manolo Santana, que ayer cumplió 77 años, y cumplimentar a Doña Sofía. Su partido fue errático por culpa de una derecha que nunca funcionó a pleno rendimiento. Hubo destellos –«creo que entre el 3-0 y el 6-3 del primer set he sido un poquito mejor que él», afirmó–, pero el rival que estaba enfrente precisaba de un arma tan letal como la derecha invertida que paseó ante Berdych. Murray no cometió su primer error hasta que se llevaban 13 minutos de la final y ya mandaba por 3-0. Rafa sólo sumó dos puntos en esos tres juegos. Se encontraba con que el escocés le buscaba constantemente el revés y mandaba desde el fondo. Entre las virtudes de Murray está dar la impresión de que sólo juega a no fallar. Y no. Jugar a no fallar ya es complicado y si la mayoría de golpes están por encima del 7-8 como nota media, Nadal estaba obligado a hacerlo tan bien como en semifinales. Después del quinto juego, Rafa reveló que las cosas no iban como quería. Miró a su palco y con un gesto como si golpeara un «drive» se delató: «La derecha no me va como ayer». Era momento de probar otras cosas, de asumir más riesgos. Rafa lo hizo, pero eso suponía más errores y buscar un juego en el que el Rafa actual no está cómodo. Aun así tuvo tres bolas de «break», pero no aprovechó ninguna y cedió el primer set en 40 minutos.

Cuando la final pareció en vías de igualarse volvieron los errores con la derecha. «Lo fatídico ha sido el comienzo del segundo set», confesó. Y Murray no perdonó. En los dos primeros saques de Nadal en la segunda manga, el escocés se apuntó dos «breaks» y la cuesta arriba se hizo excesiva. Murray se situó 4-0, dominando desde el fondo, sin fisuras... Ni los gritos unánimes de «Rafa, Rafa» desde la grada alteraron al británico. Dos errores con la derecha de Nadal le llevaron a pensar de inmediato en Roma: «El objetivo es que cada vez haya menos días malos y hoy ha sido uno de esos malos días. Voy a Roma pensando en que es el momento de hacer dos semanas buenas porque no he tenido dos semanas buenas seguidas en todo el año». Veremos.