Rojo
Querrey logra lo que parecía imposible: elimina a Djokovic en Wimbledon
El número uno, que sumaba cuatro «Grand Slams» consecutivos, sucumbe en tercera ronda en Londres ante el cañonero estadounidense
El número uno, que sumaba cuatro «Grand Slams» consecutivos, sucumbe en tercera ronda en la hierba de Londres ante el cañonero estadounidense: 7-6 (8/6), 6-1, 3-6 y 7-6 (7/5)
Los números se acumulan a la hora de hablar de Novak Djokovic: llevaba 16 victorias seguidas en Wimbledon, donde se había impuesto en las dos últimas ediciones; llevaba cuatro torneos de «Grand Slam» consecutivos: Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos en 2015 y el Abierto de Australia y Roland Garros en 2016, lo que, más las dos rondas de este año en Londres, supone 30 triunfos seguidos en los torneos «grandes», pasando por la hierba, la pista dura y la tierra. Pero los números no cuentan para el futuro. Cada partido es cada partido, hay que empezar de nuevo, y Sam Querrey, un cañonero estadounidense de 28 años, el 24 del mundo, cortó la racha del serbio. Hizo lo que parecía imposible, venció al coco (7-6 [8/6], 6-1, 3-6 y 7-6 [7/5]) y deja el título más abierto que nunca. ¿Será la oportunidad de Murray de reconquistarlo? ¿Podrá Federer sumar su décimo octavo «grande»? ¿Será la hora de algún joven?
Muchos interrogantes interesantes para lo que queda por disputarse. Si un torneo es peligroso en la primera semana, ése es Wimbledon. Las particularidades de la hierba hacen que te puedas encontrar delante a un gran sacador, no tengas el día... Y adiós. Siempre ha tenido una jornada dura Djokovic en el All England Club, incluso los años que ganó. En 2015 tuvo que remontar dos sets al surafricano Kevin Anderson. En 2014 fue Cilic quien le llevó a la última manga y sólo en 2011 se impuso sin tener que forzar el set final en ningún partido, aunque en cuatro de los siete duelos disputados necesitó cuatro parciales.
En la tesitura de poder vencer se encontró Querrey el jueves. Ganó el primer «tie break» y se impuso después por 6-1 ante un oponente desconocido, parado y con errores, lejos de lo que suele ser el número uno del mundo, el tenista más sólido del mundo. Pero la lluvia salvó al serbio. Se aplazó la continuación del partido al viernes. Pudo respirar Nole y pensar con frialdad en la remontada. Era un encuentro nuevo y en la reanudación empezó fuerte colocándose 5-0. No tuvo mucho misterio que se situara dos sets a uno, pero Querrey no estaba «muerto». Volvió a parar el partido unos minutos por la lluvia, y se reanudó en la más absoluta igualdad. Temblaban ambos tenistas con sus saques, pero resistían al mismo tiempo. Caían las oportunidades de «break» y se desaprovechaban con la misma velocidad. En uno y otro bando. Hasta que Djokovic, con una derecha paralela, logró la ruptura. «Ya está», podría haber pensado. Pero no. El jugador más fiable del planeta no estaba en la pista. Era una versión disminuida de él y al saque siguiente, sufrió el «contra-break». Después de otra parada por la lluvia, el cuarto set llegó a un nuevo «tie break», zona de sacadores, aunque Querrey demostró que es algo más. Tenía que arriesgar y terminó el duelo con más tiros ganadores (56) que su oponente (34). Además, tuvo cierta solidez tanto por el lado de la derecha como por el del revés. Dispuso de dos pelotas de partido el yanqui. La primera al resto: servicio directo de Djokovic. La segunda, con su saque. Falló el primero. Miedo. Metió el segundo con efecto, pero la bola se puso en juego. Las estadísticas decían que a partir del cuarto o quinto peloteo, los puntos solían caer del lado de Djokovic. Además, el serbio es mentalmente el más duro del circuito. Pero como los números, tampoco eso sirve de nada. Cada punto es cada punto, y ése lo mandó fuera el número uno para caer contra todo pronóstico. Alguna vez tenía que suceder. Los 31 «aces» de Querrey tuvieron mucha culpa de ello. «Su juego fue brutal, especialmente su servicio. Bien por él, ha merecido ganar», admitió Nole.
El estadounidense casi no podía ni creérselo.
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