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El brillo de Maria

Regreso perfecto de Sharapova a un «Grand Slam» tras su sanción por dopaje. «Parecía que no tenía derecho a ganar y lo hice», dijo

Sharapova, nada más ganar a Simona Halep en su vuelta al US Open
Sharapova, nada más ganar a Simona Halep en su vuelta al US Openlarazon

Regreso perfecto de Sharapova a un «Grand Slam» tras su sanción por dopaje. «Parecía que no tenía derecho a ganar y lo hice», dijo.

No sabía si reír o llorar, así que hizo las dos cosas al mismo tiempo cuando la bola de Halep se fue larga. Soltó la raqueta, se arrodilló en el suelo de la Arthur Ashe y se tapó la cara con las manos. En sus ojos había lágrimas, alegría, rabia, desahogo, reivindicación y todo lo que puede caber en 447 días, los que han pasado desde que comunicó, también emocionada, su sanción de dos años por dar positivo en Meldonium. Un medicamento que ella tomaba antes de que fuera prohibido y que siguió consumiendo sin saber, según su versión, que ya no se podía utilizar. Asumió su sanción, pero aseguró que recurriría, porque no había ninguna intención de hacer trampas ni de aumentar su rendimiento. El TAD le redujo nueve meses la sanción y el pasado mes de abril pudo reaparecer en el torneo de Stuttgart. Allí ganó tres partidos en su regreso, otro en el Mutua Madrid Open y dos más entre Roma y Stanford. Seis triunfos y cuatro derrotas antes de su gran victoria del lunes en la central de Flushing Meadows.

Era su reencuentro con los «Grand Slams», porque el torneo norteamericano sí le dio la invitación que le habían negado Roland Garros y Wimbledon. En París y Londres decidieron que no era bien recibida la ex número uno mundial. El debate existe entre los que consideran que no merece un «wild card» y los que creen que su magnífica carrera nunca se ha basado en tomar aquella medicina y que merecía una nueva oportunidad y un trato acorde con su palmarés. Los noes de la tierra gala y la hierba inglesa fueron un duro golpe, pero contribuyeron a un regreso de película en Nueva York: con un vestido negro con brillantes de Swarovski diseñado por Nike, en la Arthur Ashe, justo después de la ceremonia del aniversario de los 20 años de la pista y tras la actuación de Shania Twain y el himno americano.

El show es clave en el deporte estadounidense y no hay nadie mejor que Sharapova para eso. Además, el sorteo fue caprichoso y emparejó a la número dos del mundo, Simona Halep, con la actual 146 del ranking. Un regalo envenenado para la rumana, muy seria toda la noche mientras Masha se llevaba todo el reflejo de los flashes. Fue una primera ronda con nivel de final del torneo, 2 horas y 42 minutos de «palos» de Maria a los que Halep respondía con sus galones de campeona. Las dudas con el servicio evitaron que la rusa se llevara el primer set con más ventaja, perdió el segundo y se impuso en el tercero (6-4, 4-6 y 6-3), confirmando su vuelta al lugar que le pertenecía. «En algún momento pareció que no tenía derecho a ganar este partido y estoy muy orgullosa de haberlo hecho. Ha pasado mucho tiempo», decía sonriendo nerviosa en un lugar en el que nunca ha perdido en el turno de noche, el del «glamour», en el que se siente cómoda. Sharapova decidió que el cañón era lo mejor para vencer y conectó cincuenta golpes ganadores, arriesgando tanto como demuestran sus 54 errores no forzados. No había espacio para especular y le salió bien. Derrotó a una de las dominadoras actuales, que tenía opciones de acabar el torneo como número uno. La promoción de su libro (Imparable) y de sus golosinas (Sugarpova) no le impiden trabajar duro en el tenis y ser competitiva a pesar de la inactividad. Hoy le espera una segunda ronda en teoría más fácil ante la húngara Timea Babos. Con Garbiñe podría cruzarse en semifinales, pero para eso le queda un largo camino a ambas.