París
El indomable Nadal
Rafa gana un batalla épica al número uno Djokovic (6-4, 3-6, 6-1, 6-7 y 9-7) y luchará mañana por levantar su octavo Roland Garros
Los puños arriba de Rafa Nadal, un dios del tenis sonriente y sudoroso, bronceado por el sol, que señalaba y pedía aplausos para la persona que había enfrente, Novak Djokovic, otro dios de la raqueta hundido después de 4 horas y 37 minutos de batalla, 82 de ellos en un quinto set que ya pertenece a la historia de Roland Garros como uno de los mejores –en realidad, todo el partido–, de los más tensos, de los más espectaculares que se hayan vivido y que se llevó, cómo no, el hombre que mañana buscará su octavo título en París. Su nombre es Rafa Nadal, por si había algún despistado. El inmortal Nadal, como casi inmortal pareció «Nole» Djokovic, el número uno del mundo, el segundo capaz de llevar al español al quinto set en las pistas de Roland Garros, para perecer en el intento. La batalla de ayer fue épica, inolvidable. Nadal protagonizó algunos de los momentos más espectaculares de la historia del tenis con Federer y ahora lo sigue haciendo con Djokovic. «Alguna vez, Djokovic ganará aquí», concede el manacorense. No será este año porque él se empeñó en que así fuera.
«Arghhhhhh», retumbaban los gritos del serbio en el segundo parcial después de fallar un nuevo revés paralelo a dos manos, una especialidad de la casa que no funcionaba. «Nole» estaba siendo dominado por la profundidad de los tiros de Rafa, ganador del primer set con rotundidad, una vez superados los nervios de los juegos iniciales, y ya con un«break» a favor en el segundo. El español jugó muy regular, con un plan, un pequeño cambio en su táctica habitual, ya que buscaba la derecha de Djokovic, en lugar del lado del revés como suele hacer con los demás oponentes. Suyo era el control de la situación hasta que despertó la bestia Djokovic. El número uno era una montaña rusa y pasaba del optimismo al pesimismo. De ser vulnerable a ser inexpugnable. Resto a resto, volvió al partido para igualar a un set, y desapareció en el tercero y parte del cuarto, con Nadal a lo suyo, seguro en el saque hasta que tuvo la oportunidad de cerrar el partido con él. Con 6-5 y 30-30, a dos pasos de la final para Rafa, apareció el mejor Djokovic de nuevo, valiente, tirando con todo y encontrando huecos con su derecha cruzada de arriba abajo. Resurgió, ganó el «tie break» y se puso con una rotura a favor en el quinto set. Una heroicidad, teniendo en cuenta quién estaba delante, contestada con otra igual de grande de Rafa Nadal, que nunca hincó la rodilla y que sabía que si su rival no se le escapaba, tendría su oportunidad. A Nadal y Djokovic no hay que darlos por terminados ni cuando los clavos de la tumba están puestos. Como Uma Thurman en «Kill Bill», son capaces de escapar de ahí a puñetazos, en su caso raquetazos. El español se mantuvo en el partido con sus piernas, con su defensa y su fuerza de voluntad, que le lleva a alcanzar pelotas impensables para otros, y lo conquistó con unos cuantos tiros ganadores. Se acabaron las tácticas. Sólo quedaba el alma, que ambos se dejaron, y que la cabeza no fallara. 2-0 para «Nole», 3-1, 4-2... Rafa sufría, pero el encuentro estaba ahí, apretado pese a la ventaja. Entonces apareció la derecha paralela de Nadal, su fiel amiga: 0-30 para ponerse 4-4 y el puño del español estallando contra el aire, los dientes apretados cuando su rival amagó con remontar y perdió un punto absurdo por tocar la red antes de que terminara. No pudo frenarse a tiempo. Llegó el 4-4. Vuelta a empezar. La vida en cada saque. Tensión. Nadal no metía primeros servicios, pero sacaba sus juegos. Empezaron a entrarle. Un saque directo, el primero y único del quinto set. 6-5 para Rafa. 6-6. 7-6. 7-7. 8-7. Hierve la pista, no desfallecen los jugadores y el tío Toni, el mentor de Nadal, no podía ni permanecer sentado. Subía y bajaba las escaleras, casi temblaba, no como su pupilo, duro de mente, sí como Djokovic, que dudó por primera vez en hora y media. Dos errores no forzados. 0-40. Ahí estaba. La oportunidad. Novak ya no pudo recuperarse. Nadal la agarró, pasó unos bolas por encima de la red y el tiro de su rival se fue fuera. Otra final más. Ya van ocho, pero ésta es la más peleada de todas. La más sabrosa en un partido de los que hacen afición. Histórico.
✕
Accede a tu cuenta para comentar