Presentación
La doble alegría
En la pista de París había dos grandes campeones, dos ejemplos para todos. Casualmente eran españoles, lo cual hacía todo mucho más especial para nosotros. Teníamos cierto poso de tranquilidad, esta vez no se escapaba, y una intensa emotividad, pues se cruzaban dos jugadores admirables, ejemplares, de esos que articulan grandes recuerdos en la memoria colectiva de todos nosotros.
Ganó Rafael Nadal, como otras veces, aunque ésta no es una más. Ha pasado meses muy duros, una lesión complicada de la que muchos no se hubieran repuesto. La rendición nunca estuvo en su agenda, volvió a demostrar su increíble capacidad de trabajo hasta llegar de nuevo a la cima. Su camino ha sido siempre decidido, sin dudas, con las metas muy claras, pero siempre con humildad. Quizá es imposible llegar tan alto si no se acumulan todas estas cualidades, el convencimiento en uno mismo y también el respeto a todo lo que te rodea. Objetivo conseguido, la historia del tenis no se puede narrar sin recurrir al nombre de Rafael Nadal. Nos ha dado muchas tardes de gloria, alegrías casi semanales y un motivo para ir por el mundo y sacar pecho.
No faltan motivos también para felicitar a David Ferrer. Todas las temporadas que ha competido ha mejorado, si alguien no le tomó en serio poco a poco fue despejando cualquier duda que hubiese sobre sus posibilidades. Comparte con Nadal muchos de los mismos valores, el esfuerzo, la dedicación completa a nuestro deporte y la ambición de ser mejor cada día. Y el talento, claro. Es importante ganar, pero aún lo es más superarse a uno mismo y David lo consigue cada día.
*Presidente de la Real FederaciónEspañola de tenis