París
La final soñada
Rafa: «David merecía esta final desde hace mucho, y más títulos». Ferrer: «Es impotante para Rafael, para mí y para nuestro país»
«Estoy un poco cansado, pero bien», asegura Rafa Nadal un día después de haberse dado una paliza de 4 horas y 37 minutos en semifinales contra Novak Djokovic; un día antes de afrontar la final contra David Ferrer, su amigo en casi todos los momentos del año, su enemigo únicamente cuando cada uno tiene una raqueta en la mano y hay una red en medio. Será su vigésimo cuarto duelo, pero no es un partido más. En lo personal, por dos motivos diferentes. La historia de hoy es la de un experto y un novato. Nadal pisará la final de Roland Garros por octava vez en nueve participaciones. Nadie ha tenido tal superioridad en un torneo y un triunfo lo confirmaría, porque jamás nadie ha ganado ocho veces el mismo «Grand Slam», y Rafa lo tiene a tiro. Pete Sampras levantó siete títulos de Wimbledon, pero antes necesitó un rodaje de cuatro eliminaciones en las primeras rondas y una en semifinales. Nadal, no. La primera vez que disputó Roland Garros se llevó el torneo y desde ahí, 58 victorias y sólo una derrota. «No soy favorito, queda un partido», insiste él. «Por supuesto que Rafa es favorito», piensa Ferrer, que vive en el otro lado, en el de quien está experimentando algo que no había sentido antes. Lleva años entre los mejores del mundo, pero nunca había disputado una final de un torneo «grande». «Estaré muy nervioso», admite. Las semifinales eran su límite, roto ante Tsonga en un torneo impecable: ni un set cedido. Puede parecer que su Roland Garros ya está ganado, que llegar hasta ahí es un premio. «Yo pienso que no tiene nada que perder. Juega contra el mejor de la historia en tierra», piensa Jordi Arrese, ex capitán de la Copa Davis. «Merecía esta final desde hace mucho», opina su rival de hoy. «Se merece más títulos», ha dicho siempre.
Sucede que el experto llega a la final con casi seis horas más en la pista que el novato y después de una semifinal asfixiante, algo que podría dar una pequeña ventaja a Ferrer, cuyas piernas están frescas. Es como si Nadal hubiera jugado dos partidos y medio más. La final de Rafa empezó justo después de derrotar a Djokovic. «En la hora posterior a la semifinal debe hidratarse bien, beber líquidos, comer y empezar un tratamiento de estimulación para eliminar las sustancias ácidas que se fueron acumulando durante el partido», afirma su médico, el doctor Ruiz Cotorro. Junto a ello le estaba esperando una bañera con hielo. «Al día siguiente de un partido como el del viernes, uno tiene miedo de que se despierten problemas, pero no ha sido el caso», reconoció Rafa. Ayer se entrenó durante casi una hora y después descansó. «Es bueno que se entrene, porque da intensidad», admite Cotorro. «Algo parecido sucedió en Australia en 2009 y jugó la final ante Federer como un tiro», opina Arrese. «Cada circunstancia es diferente, pero Rafa está acostumbrado a este tipo de cosas. Estará recuperado», insiste el médico.
Ferrer también soltó músculos. Tiene la tranquilidad que le da la madurez y el tenis que está desarrollando en París. «Perfecto», lo define Nadal. «No quiero tirar las campanas al vuelo, no quiero euforia, me queda la final y quiero hacerlo bien», considera «Ferru», que tiene el factor psicológico en contra porque ha perdido los últimos 16 duelos que ha jugado contra Rafa sobre polvo de ladrillo. «Pero él es uno de los que puede ganar en tierra a Rafa. Casi lo ha logrado en Madrid y Roma. El otro es Djokovic», opina Alberto Berasategui, finalista en 1994. «Bruguera era como el Nadal del momento. Yo sería Ferrer. Pero Ferrer tiene 31 años y yo tenía 21, poca experiencia. Es su oportunidad. No sé quién ganará, pero si pierde, Ferrer venderá cara su derrota», continúa Berasategui. La suya con Bruguera fue la primera final española en París. Después, Moyá- Corretja (1998) y Costa-Ferrero (2002). Doce de los últimos 20 campeones, españoles. Hoy, 13 de 21. La octava de Nadal o la primera de Ferrer. «Hay cosas más importantes que una final de un «Grand Slam», pero para nosotros es muy importante, para Rafael, para mí y para nuestro país», concluye «Ferru».
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