Wimbledon
Lilí, Arantxa, Conchita y... Garbiñe
Muguruza hace historia al convertirse en la cuarta española que alcanza una final de Wimbledon.
La última vez que una española entró en la central de Wimbledon para jugar por el título (Arantxa Sánchez Vicario en 1996), José María Aznar acababa de acceder a la presidencia del Gobierno, la canción del verano era «María», de Ricky Martin, y los jovencitos que afrontaron entonces la selectividad ahora tienen 37 años y hace 14 que salieron de la Universidad. Esta larga espera ayuda a entender la gesta que ayer consiguió Garbiñe Muguruza al colarse en el partido definitivo del mítico torneo londinense. La nueva perla del tenis femenino nació en Caracas, pero tiene la doble nacionalidad y decidió ser española sobre las pistas. Hace mucho tiempo que se hablaba de su enorme potencial, con un físico ideal para jugar al tenis, pero ha sido en estas dos semanas cuando ha dado el golpe definitivo en la mesa. Sobre la hierba, la superficie que mejor se adapta a sus cualidades, ha hecho que todo el mundo conozca esa sonrisa que casi nunca la abandona. Es la número 20 del mundo, pero, tras su victoria de ayer, la semana que viene aparecerá dentro de las diez mejores. Antes tiene una cita con Serena Williams, según sus propias palabras, «el sueño por el que ha trabajado siempre», y que ahora es una realidad. «No tengo palabras para definir este momento», decía nada más salir de la pista, todavía con el raquetero al hombro y la emoción a flor de piel. Estaba en la final después de derrotar a Agnieszka Radwanska, para llegar donde jamás había llegado en un «Grand Slam».
Su propio técnico, Alejo Mancisidor, reconoce que no se notó en el partido de ayer que Garbiñe era la «novata». La polaca ya había pisado esas instancias y aprovechó su mayor experiencia para llevar el choque a la tercera manga. En la primera había arrasado la española, jugando «demasiado bien», incluso. «Comencé perfecta», explicaba Muguruza, que sacó de la pista a su rival llevando la iniciativa y atacando siempre. 6-2 fue el resultado de su buena puesta en escena, aunque pronto quedó claro que la cosa no iba a resultar fácil. «Me puse algo nerviosa en el segundo set. Ella es una jugadora muy experimentada y ahí se notó», decía la nueva reina del tenis español. Lo pasó mal, perdió seis juegos consecutivos y el segundo parcial, aunque, en vez de venirse abajo, mostró sus ganas de seguir creciendo. «Cuando empecé la gira de hierba sólo pensé en querer sentirme poderosa en la pista. Quería entrenar eso, no en tener que jugar contra la pista. Ahora me siento más cómoda y voy ganando más partidos», asegura; tantos, que mañana jugará por ser la segunda española que domina en Londres. Lo hizo Conchita Martínez hace 21 años, cuando ella no había cumplido ni los tres años a los que, según confiesa, empezó a interesarse por el tenis. Tanto la nueva capitana del equipo masculino de Copa Davis como Arantxa, que perdió en el 96 ante Steffi Graff, elogian al último eslabón de una cadena que empezó Lilí Álvarez. Garbiñe es una jovencita con mucho margen de mejora, que en el tercer set mostró su solidez mental. Hizo un «break» y llegó al 5-3 y saque. No le pesó el brazo y lo cerró gracias también a la mala vista de su rival, que paró un punto para pedir una bola que había entrado. «Rezaba para que hubiera tocado la línea», decía, ya disfrutando su primera final.
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