
Tenis
De Manolo Santana a Carlos Alcaraz: hace 60 años que empezó todo en el US Open
El 12 de septiembre de 1965 la leyenda del tenis español se proclamó campeón del entonces denominado Internacionales de Estados Unidos. El torneo en aquel momento se jugaba sobre hierba

Aún fresco en la memoria, con las imágenes de la noche mágica del domingo, cuando Carlos Alcaraz elevó al cielo neoyorquino la copa que cada año construye la legendaria y popular Tiffany, recupera vigencia el éxito logrado por Manolo Santana en las pistas entonces de Forest Hills, hace ahora justo sesenta años.
Fue aquella vez, sobre hierba, en cuatro sets, sin "tie break" y con gran autoridad cuando Manolo Santana se impuso al sudafricano Cliff Drysdale por 6-2, 7-9, 7-5 y 6-1. Fue el 12 de septiembre de 1965 cuando el tenis español plasmó su bandera por primera vez en este último torneo, por aquél tiempo denominado Internacionales de Estados Unidos, del "Grand Slam" de cada temporada.
Ni Rafael Nadal ni mucho menos Carlos Alcaraz habían nacido cuando Manolo Santana consiguió su tercer gran título y se consolidaba como uno de los deportistas españoles más importantes de todos los tiempos. El balear, ganador de veintidós trofeos mayores, llegó al mundo veintiún años después de aquella conquista. El murciano, flamante vencedor de la última edición, lo hizo 38 más tarde. Ambos reconocen a Manolo Santana, fallecido hace casi 4 años, en diciembre de 2021, con 83 años, como el gran referente y el pionero de este deporte en España.
Con Santana empezó todo. En plena España en reconstrucción, con el pluriempleo como modo de supervivencia, donde el deporte era un desahogo, sin planes, sin recursos, los atletas eran genios autodidactas al margen de la norma. Pocos podían explicar por qué explotaron en las carreteras de Francia Federico Martín Bahamontes o Luis Ocaña; o por qué Ángel Nieto era el piloto de motos más rápido del mundo. Cómo era posible que Paquito Fernández Ochoa fuera campeón olímpico de esquí si decían que apenas había nieve.
Cada triunfo deportivo era un milagro en un país que sobrevivía deportivamente gracias a las Copas de Europa del Real Madrid. Santana, igual que Lili Álvarez tiraban de talento, de la excepción a la regla. Pepe Legrá en boxeo, Joaquín Blume en gimnasia, Severiano Ballesteros después... pioneros que abrieron camino en modalidades sin tirón convertidas en el paso del tiempo y gracias a ellos en deportes de masas en España, erigida ahora en un vivero de atletas que cada fin de semana proporcionan una alegría al seguidor.
Manolo Santana sacó la cabeza en medio, sobre todo, del absolutismo de los jugadores estadounidenses y australianos. Era la época de los legendarios Rod Laver, Roy Emerson o Ken Rosewall, iconos del tenis oceánico que abordaron el dominio norteamericano, especialmente en los Internacionales de Estados Unidos, ahora Abierto estadounidense, el cuarto "Grand Slam" de la temporada.
Era entonces Forest Hill y en 1978 se trasladó a Flushing Meadows, donde todavía se juega. Sobre hierba entre 1881 y 1974; después en tierra batida durante dos años, hasta 1977, y desde 1978 hasta ahora en cemento, en pista dura. Santana ganó en hierba, en 1965. Manolo Orantes lo consiguió diez años después, en tierra. Y Nadal y Alcaraz, elevaron el trofeo en asfalto. Es el único torneo del "Grand Slam" que se ha jugado sobre tres superficies diferentes.
Llegaba aquella vez a Nueva York Santana con una reputación bien ganada. La que le habían proporcionado los éxitos en Roland Garros, que ganó en 1961 y 1964. Ya había hecho historia en la época de las raquetas de madera, con una cabeza pequeña y cuerdas de tripa natural; cuando solo se podía saltar a la pista con un polo blanco.
El primer tenista español en ganar el Abierto de Estados Unidos, el tercero de los cuatro títulos de "Grand Slam" que resumen su carrera, llegó a Nueva York como cuarto cabeza de serie, por detrás de Emerson, el también australiano Fred Stolle y el estadounidense Dennis Ralston y por delante del legendario Arthur Ashe y el mexicano Rafael Osuna.
Inició su recorrido el madrileño ante el canadiense Donald Fofana en primera ronda al que ganó por 6-3, 6-1, 5-7 y 6-1 y siguió en segunda al mexicano Marcelo Lara por 6-4, 8-6 y 6-1. En tercera y cuarta eliminatoria dejó en el camino a dos jugadores locales: Jim Osborne, por 6-4, 6-4 y 6-3 y a Marty Riessen por 10-8, 6-1 y 6-3 antes de afrontar el tramo decisivo de la competición.
Santana se impuso en cuartos de final al mexicano Tony Palafox por 6-3, 9-7 y 6-1 y en semifinales tuvo su primer gran triunfo ante Arthur Ashe al que remontó por 2-6, 6-4, 6-2 y 6-4. Para el madrileño la victoria ante el estadounidense fue la clave porque había eliminado antes a Roy Emerson, el gran favorito. Drysdale, en la final, presentaba teóricamente menos problemas para él. Pensó que tras Ashe el asunto estaba hecho.
En la final, disputada ante 14.000 espectadores, empezó a llover. Hubo dos parones. La puja por el título tomó tintes épicos ante un adversario aparentemente menor. Robert Keneddy, entonces Gobernador del Estado de Nueva York, presidió el último partido. Ganó por 6-3, 7-9, 7-5 y 6-1. Salió a hombros.
Santana, entonces, se consolidó en el tenis internacional. El Abierto de Estados Unidos era terreno acotado para los jugadores locales y los australianos. Sólo el británico Fred Perry, en 1933 y 1934, se había saltado la norma. A excepción de él, ningún europeo triunfaba en Nueva York desde que el francés Henry Cochet elevó el trofeo al cielo en 1928.
Nada que ver con la actualidad. No gana un estadounidense en Flushing Meadows desde que Andy Roddick en el 2003 venció en la final a Juan Carlos Ferrero. Después, ha sido terreno abonado para Roger Federer, Rafael Nadal, Novak Djokovic, Andy Murray y ahora Jannik Sinner y, sobre todo, Carlos Alcaraz.
Santana hizo historia. Con él empezó todo. El madrileño llegó a Forest Hill semanas antes erigido en el líder del tenis español y después de eliminar a Estados Unidos en las semifinales de la Copa Davis. Considerado el mejor en tierra batida tal y como demostró con los éxitos anteriores en Roland Garros en 1961 y 1964. Dio un paso al frente con el triunfo sobre hierba, que repitió un año después, pero en Wimbledon donde cortó una sequía europea de doce años.
DE SANTANA A ORANTES
Manolo Santana abrió el paso del tenis español por el Abierto de Estados Unidos. Pero antes de la época dorada que llegó con Rafael Nadal y que ha solapado Carlos Alcaraz, el éxito llegó a la Armada de la mano de otro Manolo, Orantes, que se impuso en Nueva York una década después que Santana y, sobre tierra batida.
El granadino, ahora con 76 años, que llegó a ser el número dos del mundo, obtuvo el gran triunfo de su carrera el mismo día que lo ha hecho Carlos Alcaraz, un 7 de septiembre, pero medio siglo atrás.
Fue en 1975 cuando Orantes consiguió el único "Grand Slam" de su carrera. Aún en Forest Hills el andaluz pudo triunfar y ganar el lugar en la historia del tenis que había rozado antes. En Wimbledon 1972, cuando alcanzó las semifinales y, sobre todo, en Roland Garros en 1974: jugó la final que perdió contra un tal Bjorn Borg. Orantes dejó en el camino al sudafricano Bernard Mitton, al indio Sashi Menon, al alemás Hans Jurgen Pohmann y después al francés Francois Jauffret.
En cuartos de final se impuso a rumano Ilie Nastase, uno de los mejores jugadores de la historia y en semifinales al argentino Guillermo Vilas, un especialista en tierra, al que ganó en un partido épico. En la final tumbó a un mito, a un ídolo estadounidense, a Jimmy Connors, al que ganó por 6-4, 6-3 y 6-3.
Logró su pequeño espacio el español en medio de un circuito plagado de talento, de jugadores de leyenda. Era la época de Connors y de Vilas, de Ilie Nastase, pero, sobre todo, de un emergente Borg que abarcó todo.
NADAL Y AHORA, ALCARAZ
La herencia de Manolo Santana, sesenta años atrás y, después, de Manolo Orantes, entre otros, ha disparado la proyección del tenis español, que acumula títulos del "Grand Slam" y también de la Copa Davis.
Rafael Nadal ha dejado la carrera profesional con veintidós títulos mayores, el segundo de la historia tras Novak Djokovic, y un oro olímpico individual. Número uno del mundo en 209 semanas fue el mejor en Nueva York, ya en Flushing Meadows, en cuatro ocasiones: en el 2010 y 2013, ante Novak Djokovic, en el 2017, contra el sudafricano Kevin Andreson y, la más recordada, épica, legendaria, frente al ruso Daniil Medvedev en el 2019.
Carlos Alcaraz está ahora. Erigido en el mejor del mundo, el más joven en lograr seis "Grandes", acaba de sumar su segundo éxito en Nueva York. Hace tres años, en el 2022, se impuso a Casper Ruud y consiguió su primera corona en un "Major". Días atrás, el domingo pasado, ante Jannik Sinner volvió a levantar el título.
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