Grand Slam
Djokovic, el renacido
Con la conquista de su cuarto Wimbledon, el serbio pone fin a dos años de dudas. Anderson apenas tuvo opciones en la final
Con la conquista de su cuarto Wimbledon, el serbio pone fin a dos años de dudas. Anderson apenas tuvo opciones en la final.
La prueba realmente dura, el fin de la terapia para Novak Djokovic tras casi dos años en los que no era él, fue vencer a Nadal, al gran rival, en las semifinales. Después de eso ya podía decir: «He vuelto. Estoy “curado”». Pero faltaba completar el trabajo, ganar la final de Wimbledon a Kevin Anderson y volver a conquistar un título de «Grand Slam», que supondría el decimotercero en su carrera. Y el serbio lo hizo con rotundidad, como en los viejos tiempos (6-2, 6-2 y 7-6 [7/3]), para confirmar que todavía tiene mucho que decir en el tenis, que regresa a la pelea. El que un día fue Djokovic, el invencible, entre 2014 y 2016, se convirtió en Djokovic, el irreconocible. Después de ganar Roland Garros cerró el círculo, tenía todos los títulos de «Grand Slam» y empezó una lenta caída que se fue acentuando, machacado después por una lesión en el codo. Justo en Wimbledon, en 2017, dijo basta, paró lo que quedaba de año, y empezó esta temporada sin las dudas resueltas. Incluso tuvo que operarse en febrero para, a partir de ahí, comenzar la remontada. En pista dura (Indian Wells y Miami), todavía estaba mal. En la gira de tierra cayó al puesto 22 del ránking, pero se le empezó a ver algo. Con la hierba, ya se puede hablar de Djokovic, el renacido. Su triunfo pone fin a la tiranía que tenían Federer y Nadal en los títulos grandes. Se habían llevado los seis últimos, tres cada uno. «Quiero agradecer a mi equipo y a toda la gente que me apoyó en todo este tiempo. No hay mejor lugar en el mundo para hacer realidad mi vuelta. Esto es muy, muy especial», afirmó el ganador por cuarta vez en Londres.
No todo ha sido malo para el serbio en todo este tiempo de incertidumbres deportivas. Ha sido padre por segunda vez. El pasado septiembre nació Tara, y su primer hijo, Stefan, cerca de cumplir los cuatro años, se ha dejado ver por Wimbledon (también en otros torneos anteriores) en los entrenamientos de Nole, incluso con una raqueta en la mano. Ayer no vio el partido porque es muy pequeño, pero sí estuvo en la entrega de trofeos. «Me siento increíble porque, por primera vez en mi vida, tengo a alguien gritando “papi, papi”», dijo emocionado el serbio.
En el duelo por el título, sólo hubo partido en el último parcial. Djokovic empezó marcando territorio, con un «break» ante un sacador como Anderson. Las dos primeras mangas fueron cómodas para él, pero el surafricano, verdugo de Roger Federer y protagonista de una semifinal eterna, se resistió. Tuvo cinco pelotas de set en el tercero, pero no acertó con ninguna y en el «tie break» se vino abajo definitivamente.
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