Carlos Alcaraz le ganó a Jannik Sinner la final de Roland Garros más larga de la historia, cinco horas y 29 minutos de batalla con muchas alternativas, que el español tuvo prácticamente perdida en el cuarto set.

El italiano jugó impecable ese parcial, demoledor en los intercambios, y se llegó a poner 5-3 y 0-40, tres pelotas de partido al resto con un Carlos desbordado.

Entonces pasó esto.

Una derecha abierta forzó el fallo de Sinner. El tiro anterior del español fue a la línea. El tenis, la vida, puede ser cuestión de centímetros. Era 15-40. Carlos empezaba a creer. Después, el italiano tiró fuera un resto de revés, quizá lo único que se pueda achacar en este juego. 30-40, la madre del transalpino en la grada no podía contener casi las lágrimas. Ya estaba más cerca para murciano, a sólo un punto. En esa ocasión restó bien Jannik, se quitó la pelota de los pies Alcaraz, y después tiró también pegado a la línea, forzando la equivocación del número uno del mundo. Estaba ya 40-40. El milagro en camino. Después, consiguió el break que igualó el set. Una hora y 40 minutos después, el vencedor era Alcaraz.