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Un enemigo del Madrid

La Razón
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Luis Enrique es la gran apuesta de Zubizarreta, que tiene a la directiva del club vigilando sus movimientos. El actual entrenador del Celta es una apuesta lógica por todo lo que implica. Es del estilo de fútbol de Guardiola, entrenó al filial del conjunto azulgrana cuando Pep era el entrenador de los mayores, jugó en el primer equipo y sólo nombrarle provoca un rechazo unánime y atronador en el Santiago Bernabéu. Pocos jugadores han encendido tanto al público del estadio madridista como Luis Enrique. Se recordaban los tiempos en los que fue futbolista blanco y cómo abandonó la entidad, sin mirar atrás, sin ninguna palabra de agradecimiento y al día siguiente se convirtió en jugador del Barcelona. En un jugador intachable del Barcelona. El Bernabéu le ha visto celebrar con rabia goles de los azulgranas, mientras se tocaba el escudo. Luis Enrique olvidó su pasado a una velocidad increíble para los aficionados blancos. Parecía disfrutar mucho cada vez que se enfrentaba, como futbolista, al Madrid. Siempre fue un hombre enérgico, donde jugar a muchas revoluciones era esencial para él, pero cuando llegaba el clásico, se encendía aún más. Si el Barcelona busca a alguien que motive a sus futbolistas contra el máximo rival, Luis Enrique es perfecto.Empezó de delantero en el Sporting y en el Madrid llegó a ser lateral derecho. Siempre fue un futbolista atípico y lo siguió siendo después, cuando se retiró y se dedicó a correr. Primero probó con los maratones y corrió el de Nueva York, pero fue un reto que se le quedó corto. Necesitaba algo más, algo que le pusiese a prueba. Participó en el Maratón de los Sables: correr seis días por el desierto 250 kilómetros. También hizo el Ironman: 42 kilómetros de carrera, 180 en bicicleta y por último 3,8 nadando. No abandonó el fútbol: entrenó al Barcelona B, tuvo un mal año en el Roma y, este año, se ha estrenado en la élite española con el Celta. El equipo gallego es octavo, ya salvado y sin posibilidades de llegar a Europa. No ha sido mala temporada. Un día se le vio entrenando al equipo subido en un andamio. Ahora le espera un Barça imprevisible.