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Morata despierta al Atlético (1-0)

El delantero madrileño resolvió una presentación deslucida del conjunto rojiblanco, impreciso y con pocas ocasiones.

Morata celebra el gol al Leverkusen
Morata celebra el gol al Leverkusenlarazon

Un gol de Álvaro Morata en el minuto 78 dio la victoria al Atlético de Madrid en un mal partido contra el Bayer Leverkusen.

El gol de Morata dio vida al Atlético de Madrid. Una acción individual que sirve para salvar un partido y seguir avanzando hacia no se sabe dónde. Simeone mueve el equipo, cambia la alineación, juega con un delantero o con dos, pero el Atlético siempre es el mismo. Un equipo sin alma, que ha perdido la esencia de lo fue y duda de lo que quiere llegar a ser. Se perdió la columna vertebral de repente, se fueron Godín, Juanfran, Filipe Luis, Rodri y Griezmann. Llegaron otros, que en muchos casos probablemente los mejoren, pero entre que se adapta o no, el Atlético se va dejando puntos y posibilidades por el camino.

No quiso señalar el Cholo a los delanteros después del partido contra el Valencia. No marcan, pero ése no es el principal problema del equipo, incapaz de crear ocasiones. No jugó Morata contra el Leverkusen de inicio, pero poco cambió Correa.

El Atlético, que era un equipo entregado a la pasión, apenas transmite emociones. La lesión de Giménez fue la única que llegó a la grada. El central uruguayo se marchó al cuarto de hora, lesionado después de una jugada con Amiri. El estadio acabó aplaudiendo los tres despejes consecutivos de su sustituto, Mario Hermoso, después de tres centros del insistente Bellarabi. Algo había que hacer con las manos para que no acabaran congeladas en las gradas del Metropolitano. Eso sí ha podido trasplantarlo el Atlético, el frío en el nuevo estadio es tan intenso como en el antiguo. O más.

El Leverkusen manejaba la pelota con más paciencia y más gusto que los rojiblancos, pero tampoco desperdiciaba la ocasión de salir al contraataque. Bellarabi no se cansó de correr por la banda derecha y de amenazar la portería de Oblak. Pero tampoco pasó demasiados apuros el guardameta esloveno.

El Atlético, que siempre ha sabido correr hacia la portería contraria con espacios, tampoco encuentra ahora las carreras con la misma facilidad que antes. Koke parece haber corrido ya todo lo que tenía que correr. Llega el momento de refugiarse en el medio, pero a Simeone no le convence como acompañante de Thomas. Lo prefiere en una banda, donde no tiene la velocidad ni el regate necesarios para desbordar.

Cuando se marchó sustituido por Morata sonaron algunos pitos. La entrada del “9” rojiblanco era el último intento del Cholo por cambiar el encuentro. Y en su cabeza encontró el gol después de un centro de Lodi. Hradecky, el guardameta del equipo alemán, poco pudo hacer. Morata salió corriendo hacia el banquillo para celebrarlo. Fue a abrazar a Koke, el hombre al que había sustituido, pero lo frenaron antes entre todos sus compañeros. El gol era una liberación para él, pero también para todo el equipo, atrapado en una rutina de la que no es capaz de salir.

Quedaban poco más de diez minutos cuando Morata permitió respirar a su equipo. El gol cambió el estado de ánimo de los jugadores y del estadio, que vio una luz donde antes sólo veía un muro. Las camisetas negras del Leverkusen ya no parecían dominar tanto. Se había encendido una chispa donde parecía imposible.

Antes que a Morata, Simeone había recurrido a Lemar. Correa, que fue titular, se marchó sin haber dejado huella en el partido. Lemar, que llegó para desequilibrar por la banda, se situó como segundo delantero acompañando a Diego Costa, pero fue tan intrascendente como el resto de sus compañeros. La entrada de Morata le devolvió a su lugar natural.

Morata fue la excusa de los aficionados rojiblancos para ser felices. Una carrera por la banda izquierda en el borde del minuto 90 fue el motivo de uno de uno de los mayores aplausos del partido. Se lanzó la pelota larga, patada a seguir como si se hubiera escapado del Mundial de rugby, y se fue a perseguirla hasta que chocó con un defensa alemán.

Fue poco antes del último susto del Leverkusen, un remate de Volland que acabó en córner. El Atlético se lleva la victoria y sigue en pie en Europa, sin problemas para avanzar hasta los cruces, pero por si acaso el estadio celebró el final del partido con un respiro de alivio. El placer de disfrutar después de haber sufrido.

Al equipo de Simeone al menos le queda la victoria y la portería a cero para seguir buscando su identidad. Oblak es una de las pocas certezas de los rojiblancos. Una piedra sobre la que hacer crecer el nuevo edificio.