Hace cuatro años, los jugadores de la Selección española vivían un paseo en autobús entre un Madrid abarrotado de aficionados emocionados. Es lo mismo que les sucedió ayer a los futbolistas alemanes, que celebraron con sus hinchas en Berlín la Copa del Mundo que ganaron el pasado sábado. Unas 400.000 personas, que habían llegado de todas las zonas del país, se rindieron a unos futbolistas que tras varias decepciones por fin lograron su objetivo. Entre ellos, feliz, estaba Toni Kroos, el objetivo de la Prensa para conseguir unas palabras en las que confirme su marcha al Real Madrid. Con sus gafas negras y con el número uno en la camiseta, como el resto de los compañeros, Kroos ondeó la bandera alemana, bailó y cantó en la «fan zone» que se instaló en la capital germana, pero no desveló nada. Aún estaba de fiesta y quería disfrutar del presente antes de pensar en su inmediato futuro.

Fue el Bayern Múnich quien aclaró que el tiempo del centrocampista en el club estaba llegando a su final: «No queríamos perderlo la próxima temporada sin cobrar la cláusula de rescisión», aseguró Karl-Heinz Rummenigge, presidente del Consejo Directivo. «Tenemos la obligación de preocuparnos por las finanzas del club, no podíamos permitirnos ese lujo», añadió. Si continúa un año más en el Bayern, la próxima temporada se marchará libre, sin dejar dinero en la entidad. Venderlo es la mejor opción. El Madrid es el que más le quiere. «Es cierto que ha habido conversaciones con ellos», continuó. Aunque aún no hay nada cerrado.