Champions League

Atlético de Madrid

...Y la pelota llegó a Karim

«Ni él sabe cómo lo ha hecho», explicó Zidane acerca de la jugada del partido.

Ramos y el resto de los jugadores del Madrid celebran el pase a la final de Cardiff
Ramos y el resto de los jugadores del Madrid celebran el pase a la final de Cardifflarazon

«Ni él sabe cómo lo ha hecho», explicó Zidane acerca de la jugada del partido.

Lo pasó mal el Madrid media hora y había algunos jugadores que no podían evitar los nervios, esa sensación de que un fallo más condenaba al equipo a algo desconocido. Es lo malo de estos partidos tan tensos, de los que se hablan durante días y días: que los jugadores no pueden evitar escuchar el ruido y, por tanto, ir sumando estrés al saber que todo el mundo te mira. Aunque no a todos les sucede eso.

No a Benzema, por ejemplo. Frío cuando le pitan los rivales o cuando sus aficionados le reprochan su calma, a veces su indolencia. Pero en momentos de máximo peligro, es mejor tener a tu lado a alguien así, que nunca tiemble, a alguien, por ejemplo, que no sienta el acoso de cinco defensas rivales; que no piense que está sin salida cuando la línea de fondo le confirma que, sin duda, está sin salida.

El francés había pasado por el partido de puntillas porque el Madrid no conseguía tener la pelota, agobiado por el Atlético y porque llevaba dos goles en contra. Porque el plan no salía como estaba previsto. Las única buena llegada de los de Zidane había sido un cabezazo abajo de Casemiro, que había despejado Oblak, pero los delanteros, pasaban por el choque perdidos sin el balón, superados por la defensa rival.

Para muchos, Morata o Asensio tenían que haber sido titulares ayer contra el Atlético. Los jugadores del banquillo empujan tanto que no permiten despistes y lo cierto es que Benzema parecía un poco despistado los últimos encuentros. El francés va por rachas o por estados de ánimo. Tan pronto hace un partido sensacional como pasa otro sin dar señales de vida. En el choque de ida, en la goleada que abrió el camino hacia la final, quizá fue el futbolista que menos disfrutó de la fiesta. Pero quizá también era el futbolista que menos nervios estaba pasando en el choque de ayer.

Cuando recibió el saque de banda de Cristiano, un jugador al máximo de revoluciones, como estaban casi todos en el campo, se hubiese perdido entre las piernas rojiblancos. Benzema se paró. Vio un hueco y llegó hasta la línea de fondo. Pero otra vez no había más camino. A un lado el fondo, fuera; en dirección a la portería, varios defensas rivales. Y todo lo demás era retroceder. Karim fue a por todo, al lío, donde no había puertas. Son cosas que ni siquiera se piensan, uno va para delante y se pone en marcha el instinto, esas cosas que salen sin pensar, lo que se puede llamar talento. «Nada más acabar el partido, le he preguntado a Karim cómo lo ha hecho y él me ha contestado que no sabía», explicaba Zidane.

Para el Atlético, el tanto del delantero francés fue definitivo, terminal para el entusiasmo en el que había volado, arrastrando a los suyos. «Una jugada mágica de Benzema nos ha alejado del sueño», contaba Gabi. Parecía que Benzema sólo pasaba por allí, pero sólo esperaba su momento.