Cine
Dickens: vuelve el clásico más contemporáneo
Jeremy Irvine, el protagonista de «War Horse», de Spielberg, se mete en la piel del noble herrero Pip en una nueva adaptación de «Grandes esperanzas», dirigida por Mike Newell
En Pip, el joven huérfano de buen corazón destinado aparentemente a ser un sencillo aprendiz de herrero, hay depositadas grandes esperanzas. Las tiene la excéntrica solterona que lo llama a su servicio primero, con objeto de ser entretenida, y el anónimo benefactor que más tarde le legará una fortuna para que Pip crezca en la ciudad como un caballero adinerado y no como un tunante asilvestrado. Una buena obra llevará a un destino que no estaba escrito, o acaso sí, y a una historia de amor como mandan los cánones decimonónicos. Todo tiene cabida en «Grandes esperanzas», novela totémica y catedralicia de las letras inglesas; quizá no la más leída de Charles Dickens –posiblemente «Oliver Twist» le gana la partida– pero sí la mejor considerada del autor de «Cuento de Navidad». Los estudiosos la enmarcan en eso que llaman «bildungsroman», las novelas iniciáticas o de apendizaje vital. Pero a la vez, como en casi toda la obra del autor, hay un retrato de la Inglaterra sumida en plena revolución industrial, un lugar en la que la línea que separaba a las clases no estaba muy alejada de la que separaba a las castas en la India. Contra ese destino se rebela Pip, un joven inquieto y, en el sentido más «machadiano» de la palabra, bueno, pese a que, como todo humano, tenga sus debilidades. Así al menos lo ve Jeremy Irvine, el joven actor que le da vida en una nueva adaptación cinematográfica del clásico, con la firma de Mike Newell («Cuatro bodas y un funeral», «Donnie Brasco» y «Harry Potter y el cáliz del fuego») y con Helena Bonham Carter y Ralph Fiennes en el reparto. Después de protagonizar «War Horse», de Steven Spielberg, éste es el segundo gran papel para Irvine. «Es una historia maravillosa de alguien a quien su ambición y su motivación lo destrozan. Pip cree que quiere algo y cuando finalmente lo logra, eso le destruye, lo convierte en alguien que está de vuelta de todo. Para mí, el final es bastante triste», explica el intérprete a LA RAZÓN desde California, donde se encuentra en pleno rodaje.
Desde la cuna
Para un británico, como él, Dickens tiene un significado especial. «En cierto modo me crié rodeado de él, de adaptaciones de sus obras al cine, es una parte de nuestra cultura. Fue muy emocionante poder dar vida a un personaje que es, podría decirse, icónico, y tener la oportunidad de poder darle mi toque», explica. «Tantos personajes de Dickens se han convertido en parte de nuestra cultura, citas sus frases, aparecen en las conversaciones, conoces sus hechos... Me apetecía mucho, aunque cuando firmé fue porque el director era Mike Newell y me encantan sus películas. Según pasaron los meses, más y más grandes actores se sumaron, y tuvimos a Helena Bonham Carter, a Ralph Fiennes, a Robbie Coltrane... Estupendos actores británicos».
Para los corazones más románticos, «Grandes esperanzas» ofrece uno de esos amores arrebatados, tan de la época, entre Pip y Estella, otra de las jóvenes protegidas de la gótica Miss Havisham –un papel hecho a la medida de la «burtoniana» Bonham Carter–, la rica despechada, encerrada en vida en una eterna boda frustrada en la señorial y decadente Satis House, con el vestido de novia que nunca llegó a estrenar como uniforme. La de Estella y Pip será una pasión llena de obstáculos. «No creo que puedan llegar a amarse nunca de verdad. Han abusado tanto de ellos, los ha utilizado gente que tenía sus propios intereses, que están rotos en su interior», cuenta Irvine. Aunque en parte la culpa será del propio joven, sigue el actor: «Pip acaba obsesionándose de tal forma con convertirse en un caballero que es incapaz de mirar a los lados. Ser un caballero lo consume por completo, y si eso implica abandonar a la única persona que ha sido amable con él en la vida, Joe, o no casarse con la chica con la que debería, Biddy, entonces adelante. Viene de unos orígenes espantosos y ha tenido una niñez terrible repleta de abusos, en la que cada día le golpeaban, y su manera de escapar de todo eso es su ambición. En su caso no es una idea infantil, es una necesidad real, arraigada, que le quema».
Cara de ángel
Aunque el actor no ve a Pip como un angelito, lo cierto es que el protagonista de la novela parece una suma de virtudes: un joven honesto, leal y trabajador. Casi tanto como el Albert de «War Horse» que le ha traído hasta aquí, otro yerno perfecto para cualquier suegra. El actor ríe cuando se le pregunta si él es ese chico bueno que parece predominar en sus personajes: «Eso espero, sí. Cuando trabajas con Spielberg, piensas: si él puede ser agradable hasta con el último trabajador de un rodaje, entonces yo no tengo derecho a no serlo». Y reconoce que «War Horse» ha sido un título que le ha abierto puertas. «Supuso la diferencia entre no ser capaz de encontrar trabajo y tenerlo», resume. «Aunque eso ha sido lo único que ha cambiado. Por lo demás, sigo haciendo las cosas que hacía siempre».
Para Irvine, que lleva encadenadas dos grandes producciones ambientadas en el XIX y comienzos del siglo XX, respectivamente, no hay nada particular en este tipo de trabajos. «Es gracioso. Cuando rodábamos, Newell nos insistía en que esto era una película moderna hecha con vestuario de época. No tratas a los personajes de una manera diferente. No tienes más que leer a Shakespeare y ves que la gente se enamora de la misma manera que lleva haciéndolo durante cientos de años, sienten la misma envidia hacia los demás y se enfadan por igual». Entre los proyectos y trabajos ya rodados en los que veremos el rostro de Irvine en breve, están «The Railway Man», «The World Made Straight» y un título, «A night in Old México» que lo ha puesto a las órdenes de Emilio Aragón. «Es una historia sobre un muchacho y su abuelo, que huye hacia México para que no lo encierren en un geriátrico. En esa huida, se verán atrapados por una banda mexicana de narcotraficantes». Y parece entusiasta sobre el trabajo con el español: "Es fantástico, tuvimos algunas conversaciones por teléfono y vi su anterior película. Estaba muy emocionado de poder trabajar con él».
Mudo y hablado
«Grandes esperanzas» es uno de los títulos de Dickens –y de cualquier autor inglés– al que más veces ha acudido el mundo del cine en general, y Hollywood en particular. Desde la versión de 1934 de Stuart Walker hasta la de Newell, directores de profunda sensibilidad como David Lean la han llevado a su terreno (con el nombre de «Cadenas rotas», 1964), y otros como Alfonso Cuarón han querido leerla en clave contemporánea, con un reparto encabezado por Ethan Hawke, Gwyneth Paltrow y Robert de Niro (1998). La televisión la ha hecho suya también dejando una interesante lista de actrices que han dado vida a Miss Havisham, desde Jean Simmons a Charlotte Rampling y Gillian Anderson.
El detalle
UN AUTOR MUY ADAPTADO
Todo en la obra de Dickens (en la imagen) apuntó siempre en la misma dirección: la defensa de las clases más desfavorecidas. Junto con Shakespeare, es uno de los autores más veces llevado a la pantalla. Tras practicar la ironía picaresca en sus comienzos, dio voz a los pillos y los huérfanos de los que se abusaba en «Oliver Twist» y «David Copperfield», enfrentó al rico con su avaricia en «Cuento de Navidad» y construyó portentosas narraciones con sus dosis de novelón romántico en «Grandes esperanzas» e «Historia de dos ciudades».
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