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El precio del gas se sitúa en España por debajo de la UE

Los precios de todos los tipos de consumidores está en la media europea, incluso menor dado que el gasto energético es inferior

El temor a un crudo invierno presiona los precios del gas
El temor a un crudo invierno presiona los precios del gasBHP BILLITONEFE

España cuenta con una excelente posición geoestratégica como puerta de entrada del gas por el sur del Europa. Nuestro sistema gasista es eficiente y está en equilibrio financiero gracias al modelo económico retributivo implantado hace 17 años. España ha conseguido así destacar en Europa, permitiendo la diversificación y flexibilidad del aprovisionamiento, además de avanzar hacia la descarbonización, cada vez más urgente y necesaria.

Este suministro, seguro y de calidad, se ha logrado a unos costes asequibles, sin hipotecas que pesen durante años en generaciones futuras. Y se ha alcanzado gracias al «expertise» de las empresas que han formado todo el mallado.

Actualmente, el gas natural se alza como la opción más ventajosa económicamente frente a otras tecnologías. Precisamente, el usuario de a pie puede percibir un ahorro en su factura de hasta unos 700 euros al año por la conversión a gas natural frente al gasoil. España se ha alzado como un referente, que ha impulsado el desarrollo de una fuente que facilita la transición, la sostenibilidad económica y la seguridad del suministro.

Precio del gas
Precio del gasMiguel RosellóLa Razón

Los precios del gas frente a otras tecnologías contaminantes como el carbón y la mayor demanda industrial han hecho que su consumo en España cerrara los nueve primeros meses con un crecimiento del 17% con respecto al mismo periodo de 2018, hasta alcanzar los 294 TWh, es decir, el dato más alto desde 2009 para un primer semestre.

La demanda industrial, que ha representado el 54% del consumo total de gas natural hasta septiembre, es la cifra más alta a cierre de septiembre desde que se tienen registros desagregados de este consumo. Además, la demanda ha aumentado en prácticamente todos los sectores.

Y es que, según la agencia europea Eurostat, el precio del gas en España es de los más competitivos. Y esto a pesar de que la fórmula actual diseñada de tarifas en España hace que el importe de la molécula de gas, que debemos importar, tenga un mayor peso que en otros países.

No obstante, el peso del coste de las redes representa una partida irrisoria en los precios finales y la distribución supone tan solo un 11% de los costes del sistema, que a su vez son del orden de la mitad de la factura del gas.

Además, los peajes de transporte y distribución que abona un consumidor medio en España están por debajo de los registrados en Francia, Alemania o Reino Unido, según el estudio de PwC «La estabilidad del sistema gasista español: situación actual y perspectivas 2021-2026».

En concreto, un cliente doméstico paga tres euros menos de peajes de transporte y distribución que otros comparables europeos, con lo que la factura de gas doméstica e industrial es más competitiva y se sitúa por debajo de la de Portugal, Países Bajos e Italia en el caso del consumidor doméstico; y por debajo de Países Bajos, Francia, Alemania y Portugal en el caso del consumidor industrial.

Lo mismo ocurre en términos comparables si se considera la significativa menor penetración con la que se cuenta en España. Alemania, Reino Unido, Francia e Italia tiene una red de gas de más de 200.000 kilómetros de longitud y la penetración de gas natural es superior al 40%, mientras que la de aquí se sitúa en el 30% con una malla de 80.000 kilómetros.

Corregido este efecto, España retribuye hoy una media de 175 euros por punto de suministro y no reconoce la inflación, mientras que la UE lo hace en media en 220 y encima reconoce el IPC. Más llamativos aún son los casos de Francia y Alemania, que retribuyen con 300 y 330 euros por punto de suministro, respectivamente, y reconocen la carestía de la vida.

La retribución a esta actividad entre 2014 y 2018 también adolece de haber evolucionado peor que en países comparables y es un 20% inferior a la media europea. De hecho, ha bajado en un 9,2%, cuando en Alemania ha crecido un 9,8% y en Reino Unido un 7,5%, por ejemplo.