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Macroeconomía

Moncloa asume el colapso: no habrá recuperación hasta 2022

El Gobierno prevé una recesión del 9,2% y un alza del paro hasta el 19% este año. Reconoce que en el primer semestre la caída del PIB será de un 18 por ciento

El coronavirus mantendrá la infección de la economía española largo tiempo. El Gobierno dio ayer casi por perdido 2020, advirtió de la mala situación con la se abordará 2021 y retardó hasta mediados de 2022 –como poco– poder disfrutar de unas cifras de crecimiento y estabilidad previas a la crisis sanitaria. La caída y recuperación en V –«un desplome muy rápido, pero una subida igual de pronunciada»- que pronosticó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se transformó ayer en una «V asimétrica» en manos de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, que con este eufemismo habló de un descenso «muy intenso, negativo y pronunciado» del Producto Interior Bruto (PIB) a corto plazo, que tendrá una recuperación posterior «más gradual y con una pendiente más suave».

Con este cambio de abecedario presentó, junto a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, el Plan de Estabilidad 2020-2021 puesto encima de la mesa del Ejecutivo comunitario, que contempla una caída del PIB del 9,2% hasta final de año. Es decir, que el PIB del último trimestre de 2021 estará todavía un 2,7% por debajo del nivel de PIB alcanzado a finales de 2019. Esto retrasará al menos medio año más –mediados de 2022– la reparación de los daños económicos del Covid-19. Reconoce el Gobierno que las medidas puestas en marcha solo permitirán «amortiguar parcialmente el shock» hasta diciembre, mitigando su impacto apenas tres puntos porcentuales, y centran la mejoría ya para 2021. Pero las cifras que manejan están muy alejadas de las que había antes del estallido de la crisis. En concreto, junto a las estimaciones de una caída del PIB del 9,2%, para repuntar un 6,8% en 2021, el Plan establece las del resto de indicadores, que siguen el mismo patrón: ninguno recobrará lo perdido. Así, se espera que el empleo caiga un 9,7% en 2020 y crezca un 5,7% al año siguiente; que la tasa de paro escale al 19% y descienda al 17,2% antes de 2022; que la inversión se desplome un 25,5%, pero se recupere con un crecimiento del 11,6%; y que tanto las exportaciones como las importaciones retrocedan un 27,1% y un 31%, respectivamente, para crecer en el próximo ejercicio 11,6% y un 9,3%. Todos sin excepción quedarán por detrás de los niveles con los que cerraron 2019 y 2020.

Un apunte aparte merece la caída del PIB que se espera en los dos primeros trimestres, la más acusada desde que se tienen registros históricos, y que alcanzará el 18,2% al final del mes de junio. Quiere creer el equipo económico de Calviño que la aceleración empresarial de los siguientes seis meses podrá reducir ese desfase a la mitad y cerrar el año en la citada caída del 9,2%.

En cuanto al mercado laboral, el Gobierno asume que la profunda contracción del PIB se reflejará con la misma virulencia en el empleo. Defiende el plan en varios de sus párrafos que las medidas adoptadas para salvaguardar en lo posible el tejido productivo han conseguido mantener un alto índice de ocupados, a través de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo. Con ello, insisten en mantener que estos trabajadores siguen en activo, por lo que esperan que la recuperación del mercado laboral tenga la misma proyección de V asimétrica que en el escenario de reactivación del PIB. Es decir, el desempleo se acumulará durante el primer semestre y después del verano empezará a reconquistar terreno perdido, aunque el desempleo no bajará del 19% –habrá superado de largo esta cifra en el primer trimestre del año–. A partir del tercero, la tasa de paro se irá recuperando hasta el 17,2% que se espera en 2021. Tampoco volverá a niveles previos el porcentaje de horas trabajadas, que caerá un 9,7% -en 2021 se espera un rebrote del 5,7%–, pero aún se quedarán cuatro puntos por el camino.

Capítulo aparte merece el endeudamiento y el gasto voraz que tendrá que afrontar el Gobierno para minimizar los efectos negativos de la pandemia. Según establece el Plan presentado a Bruselas, se prevé que el déficit público alcance el 10,34% del PIB este año, hasta los 115.671 millones de euros –el más desde el año 2012, cuando alcanzó el 10,7%–, que haya una caída de los ingresos del 5,3%, con 25.711 millones menos respecto al año pasado –hasta el 41,2% del PIB, 2,1 puntos más–, y un aumento desbocado del gasto público del 10,5%, con 57.765 millones de euros más, hasta el 51,5% del PIB, 10 puntos más. Montero justificó este incremento «importante, temporal y necesario» del gasto por el impacto de la crisis sanitaria, que ha modificado «totalmente» el escenario previsto y ha llevado al Gobierno a adoptar medidas extraordinarias. No puede olvidarse el terrible dato de la deuda pública, que se situará en el 105,5% de PIB, un récord tan histórico que ni siquiera se atreve el Gobierno a hacer una predicción sobre la de 2021.

Respecto al cuadro macroeconómico, el Ejecutivo contempla un descenso muy acusado del consumo privado, del 8,8% este año, pero un alza del 4,7% que viene. La inversión a lo largo de 2020 se desplomará un 25,5%, pero se recuperará con un crecimiento del 11,6% el próximo año; al tiempo que tanto las exportaciones como las importaciones retrocederán exponencialmente en 2020, con una caída del 27,1% y del 31%, respectivamente. En 2021 no recuperarán ni la mitad de lo perdido.