Eurogrupo

Qué es el Eurogrupo y por qué es una mala noticia que España no lo presida

De haber sido el puesto para la española, hubiera permitido a Calviño ejercer de “contrapeso” a las posiciones de los halcones del Norte, encabezados por Holanda, Austria y Finlandia

El vicecanciller alemán (izquierda), Olaf Scholz, hablando con Christine Lagarde, Paolo Gentiloni (centro) y el ministro francés Bruno Le Maire, en un Eurogrupo
El vicecanciller alemán (izquierda), Olaf Scholz, hablando con Christine Lagarde, Paolo Gentiloni (centro) y el ministro francés Bruno Le Maire, en un EurogrupoReuters

La candidatura de la vicepresidenta tercera de Asuntos económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, a la presidencia del Eurogrupo, mostraba claramente las intenciones del Gobierno español de ganar peso en Europa para tener influencia directa en la toma de las grandes decisiones que se afrontarán durante los duros tiempos que se avecinan en la era post-covid, pero al final no pudo ser.

El Eurogrupo es un órgano clave para la cooperación entre los miembros de la zona euro y la reconstrucción de Europa tras la marcha del organismo de Mario Centeno. Pero también, presidir esta institución otorga el control directo o indirecto de las finanzas comunitarias, una doble ventaja, a ojos del Gobierno, tras el nombramiento de Josep Borrell como Alto Representante en Política Exterior. Con esta doble dosis de poder, España hubiera podido poner fin a una época de vacío institucional en los puestos de dirección de la UE. Sin embargo, el poco peso español en las instituciones internacional seguirá siendo una realidad.

Pero ¿cuál es el alcance real de poder del Eurogrupo?

Según reza en la web del Consejo Europeo, el Eurogrupo es un órgano informal en el que los ministros de Finanzas de los Estados miembros de la zona del euro examinan cuestiones vinculadas a las responsabilidades comunes de sus respectivos países en relación con el euro. Su principal cometido es asegurar una estrecha coordinación entre las políticas económicas de la zona del euro, fomentar condiciones propicias para el crecimiento económico más intenso y desarrollar las políticas presupuestarias, monetarias y estructurales. La coordinación de estas políticas es crucial para garantizar la estabilidad de la zona del euro en su conjunto. Pero su influencia va más allá, ya que sus decisiones pueden determinar, tanto directa como indirectamente, el destino de las ayudas y de los fondos, algo determinante para países como España e Italia.

Su presidente tendrá que ejercer una posición conciliadora entre las diferentes posturas de los miembros de la zona euro. De haber sido el puesto para la española, hubiera permitido a Calviño ejercer de “contrapeso” a las posiciones de los halcones del Norte, encabezados por Holanda, Austria y Finlandia. Aunque también debería haberse enfrentado a difíciles retos, tales como lograr el consenso para el presupuesto para la zona euro, que sigue encallado, y retomar proyectos como el EDIS (en sus siglas en inglés), el Fondo de Garantía de Depósitos, que languidece metido en un cajón.

Pero antes de vender la piel del oso, Calviño debía lograr mayoría de votos -10 de 19- para acceder al puesto. Nadie dudaba de que era la favorita, ya que mantiene una “reputación irreprochable” y buenas relaciones con países y gobernantes. Los ocho años que pasó en las instituciones europeas, sus contactos en Bruselas y su papel de contrapeso frente a la influencia del populismo en el Gobierno español -sus enfrentamientos en contra de los postulados más radicales del líder de Podemos, Pablo Iglesias, son notorios- hacían que ganase opciones. Así como que la presidencia del Eurogrupo tiende a marcar un perfil continuista, por lo que el nombramiento debería haber recaído en manos de un país del sur europeo y de la familia socialdemócrata, como es el caso de Centeno. Y, sin embargo, ha caído en un país pequeño, no del sur y no socialdemócrata, sino democristiano.

En su contra jugaba el hecho de que España vaya a ser, junto a Italia, una de las economías más afectadas por la crisis en un momento en el que las reuniones del Eurogrupo estarán en gran medida relacionadas con la respuesta europea a la pandemia. En ellas, los países del Norte, capitaneados por Países Bajos, tendrá un claro perfil de oposición a cualquier dispendio que no sea convenientemente tasado. Fuentes diplomáticas recuerdan que estos miembros, agrupados en la Nueva Liga Hanseática -países considerados económicamente ortodoxos como Finlandia, Suecia, Dinamarca, Estonia, Letonia, Lituania, Holanda, Irlanda, República Checa y Eslovaquia-, no han olvidado todavía aquellas declaraciones de 2018 en las que minusvaloraba el pequeño tamaño y porcentaje de voto de estos estados.