Unión Europea

Los líderes europeos se atrincheran

Concluye sin acuerdo la primera jornada de la cumbre europea

La primera jornada de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) para acordar el presupuesto comunitario y el fondo de recuperación tras la pandemia ha concluido sin un acuerdo, y se retomará hoy a las 11 de la mañana.

Una cumbre maratoniana en la hay que reservarse para el posible sprint final. Los líderes europeos se enfrentaron ayer a la primera sesión del encuentro –el primero presencial tras el estallido del coronavirus– sin prácticamente moverse un ápice de sus posturas y con la cautela de los que deben tomar decisiones históricas. Todos son conscientes a partes iguales de la relevancia de la cita, pero también de la importancia de vender cara cualquier posible cesión a la facción contraria. Una cumbre de trincheras en la que los líderes están decididos a negociar punto a punto, coma a coma y cifra a cifra. En dónde cualquier centésima esconde miles de millones y consecuencias incalculables para el futuro de la poblaciones europeas. El objetivo sigue siendo cerrar un acuerdo para la distribuición del Fondo de Reconstrucción por valor de 750.000 millones de euros que sea capaz de hacer frente a los estragos ocasionados por el coronavirus, ante una recesión sin precedentes que golpeará con mayor virulencia a España e Italia, pero también a otros países como Francia, Portugal o Grecia. Otra vez Norte contra Sur.

A su vez, este fondo irá aparejado al próximo marco presupuestario plurianual 2021-27 del que dependen partidas tan importantes como las ayudas agrícolas, los fondos que reciben las regiones o el programa Erasmus. Los líderes europeos ya fracasaron estrepitosamente en el mes de febrero al intentar llegar a un acuerdo sobre esta caja común y los países denominados frugales –Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia– piden que el marco financiero se rebaje de los 1.074 millones de euros de la última propuesta del presidente del Consejo, Charles Michel a los 1050.

La canciller alemana, Ángela Merkel acudió ayer al encuentro reconociendo la dificultad de la empresa y sin querer mojarse sobre si habrá o no acuerdo durante este fin de semana. «Sería deseable, pero tenemos que ser realistas. Va a requerir mucha disposición al compromiso», aseguró a su entrada a la cita. Fiel a sí mismo, el presidente francés, Emmanuel Macron se declaró «confiado» pero «prudente», y quiso otorgar algo de épica a la cita al definirla como «momento de la verdad y la ambición para Europa».

Los líderes europeos se enfrascaron en una primera sesión de ocho horas, sin pausa para comer, con una primera ronda intervenciones en las que, según fuentes diplomáticas, se abordaron de manera pormenorizada todos los puntos de fricción. Una primera fase de calentamiento sin golpes bajos ni demasiada pasión, pero también sin prácticamente avances de ningún tipo. Tras constatar las diferencias, la segunda ronda se dedicó a los temas mollares: tamaño del fondo, distribución entre transferencias a fondo perdido y préstamos reembolsables y la gobernanza

– cómo se evaluará si los países han cumplido las reformas a cambio del dinero–. En esta segunda parte tampoco se produjo ningún punto de encuentro. Por eso, Michel decidió conceder una pausa, con el objetivo de facilitar encuentros en diferentes formatos y reanudar la sesión plenaria durante la cena.

Una vez más, el primer ministro holandés Mark Rutte volvió a erigirse como el «supervillano» de la trama. No sólo está en contra de que la ayuda del Fondo de Reconstrucción llegue a través de subvenciones no reembolsables, con el objetivo de no engordar la deuda de países como España e Italia, sino que también propone que los países tengan que afrontar un duro proceso de verificación antes de recibir los fondos. Los países europeos primero deberán aprobar por unanimidad los planes de reformas enviados por las capitales a cambio del dinero europeo y después deberán pasar por el mismo proceso para asegurarse el desembolso.

De esta forma, un solo país podría vetar todo el proceso, lo que hace peligrar que el dinero llegue con la rapidez requerida para hacer frente a la crisis. España e Italia se oponen con fiereza y dicen contar con aliados, pero todavía eso está por ver. En principio cuenta a su favor con el eje franco-alemán, pero eso había sido hasta ayer. Hoy, no se sabe. «La unanimidad no la queremos ni nosotros ni nadie. Además, Países Bajos está solo», aseguran fuentes diplomáticas españolas, que señalan la postura más flexible del reto los frugales, proclives a conformarse con la mayoría cualificada. «La gobernanza no puede se tan complicada que sea dificilísimo recibir los fondos», aseguran las mismas fuentes.España prefiere que este proceso esté liderado por la Comisión, a priori más laxa en sus criterios, y hace hincapié que las condiciones se centren en la digitalización y la lucha contra el cambio climático, último aspecto en el que la delegación española saca pecho

«El contenido es en última instancia más importante que la velocidad, un compromiso débil no hace avanzar a Europa», alertó el primer ministro holandés, quién también quiere poner la lupa en aspectos como la profundización de la reforma laboral o la sostenibilidad de las pensiones.

Aunque el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, reconoció tras su gira europea de esta semana la necesidad de hacer concesiones en aras de un acuerdo, fuentes diplomáticas españolas prefieren no dar pistas. Recuerdan que nuestro país ya ha cedido en algunos ámbitos como el tamaño del fondo, ya que en un principio Moncloa quería que éste incluso superara el billón de euros. Hoy, habrá sesión doble. Y si no se llegara a un acuerdo, puede que haya un tercer asalto.