Tu economia
“Las recetas del Gobierno para combatir la crisis son desalentadoras”
Victoria Plantalamor, nueva presidenta de la Asociación de la Empresa Familiar de Madrid (ADEFAM), pide medidas que garanticen la viabilidad de las compañías ante la crisis de la COVID-19
Acaba de ser nombrada presidenta de la Asociación de la Empresa Familiar de Madrid (ADEFAM), institución desde la que espera defender los intereses de este tipo de compañías que, en la comunidad de Madrid, representan el 90% del tejido empresarial y que son responsables del 70% del empleo privado. En un momento tan complejo como el actual, reclama un marco regulatorio que favorezca la inversión, y defiende una bajada de impuestos como receta para reactivar la economía.
Llega usted a la Presidencia de la Asociación de la Empresa Familiar de Madrid en un momento complicado...
Pues sí, es un momento muy difícil para nuestra economía y para las empresas. A pesar de todo, debemos seguir adelante y ser muy cuidadosos con la gestión de nuestros negocios y adaptarnos a la realidad de un mercado mucho más complejo y sobre todo de mucha incertidumbre.
¿A qué retos se enfrenta desde su nueva responsabilidad?
Mi principal objetivo es la defensa de los intereses de las empresas familiares de Madrid. Hablamos de un colectivo formado por cerca del 90% de las empresas que existen en la comunidad, responsables del 70% del empleo privado. Por tanto, son el principal componente del tejido productivo de la región y por esta razón merecen ser cuidadas.
¿Sigue siendo la sucesión uno de los principales problemas de la empresa familiar?
Los datos nos muestran que sigue siendo uno de los principales problemas específicos a los que se enfrentan estas empresas. Actualmente, el 53,6% de las mismas se encuentra en primera generación. Sin embargo, en segunda lo está el 37,20% y a partir de la tercera, la caída es grande. Solo el 7,20% de las empresas familiares está regentado por la tercera generación y sólo el 2% por la cuarta y sucesivas.Habría que cuidar el marco legal y fiscal que, a veces, pone muy difícil la continuidad y el propio gobierno corporativo de las empresas.
Las previsiones económicas a no son halagüeñas. ¿La situación es tan mala como la pintan?
Sin duda, las previsiones de contracción económica que se manejan son elocuentes de la profundidad de esta crisis insólita. La COVID-19 ha provocado una crisis mundial, por lo que estamos también ante un empeoramiento de la actividad a escala global. Ello tiene un efecto muy negativo para nuestro sector exterior, el auténtico motor de la actividad económica española en estos años. Aunque estamos teniendo algo de oxígeno desde el levantamiento del estado de alarma, la incertidumbre ante un posible empeoramiento grave en el ámbito sanitario hace muy difícil mostrar optimismo.
¿Qué le parece la subida de impuestos prevista por el Gobierno?
Aunque no soy economista, sino empresaria, resulta desalentador que las recetas para combatir la crisis sean el aumento el gasto corriente mediante el incremento del déficit público y de una deuda que supera el 100% del PIB, y que la fuente de ingresos para sostener ese gasto sea el aumento de la recaudación a través de los ciudadanos y empresas mediante incrementos de impuestos como el IVA, IRPF y Sociedades, gravando aún más si cabe el ahorro, suprimiendo deducciones fiscales y exigiendo a las empresas adelantos en su liquidación de impuestos. Reducir impuestos es sin duda una ayuda enorme para reactivar la economía. No haber aprovechado los años de crecimiento para reducir el déficit y la deuda, limita ahora la capacidad de respuesta financiera del Estado.
¿Qué le piden al Ejecutivo?
Un marco regulatorio estable y coherente con los tiempos difíciles que hemos de afrontar, y que, además, favorezca la inversión. En este sentido, garantizar en un primer momento la liquidez de las empresas debe ser una prioridad para poder asegurar la viabilidad de las compañías. Pero, además, necesitamos ser prudentes para no incrementar la presión fiscal sobre empresas y ciudadanos. Tampoco es el momento de derogar la reforma laboral, ni de legislar en contra del teletrabajo. Cuando se habla de un fondo europeo de reconstrucción que estará condicionado a ciertas reformas estructurales, España debería aprovechar la oportunidad para renovar modelos que nos doten de mayor competitividad en un contexto de innovación a escala global.
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