A la izquierda, imagen de la Previsora que, después, se convertiría en la sede de Caixa Ontinyent. Derecha, Guillem Cifre de Colonya, fundador de Caixa Pollença, con su familia.

Ontinyent y Pollença, los últimos de Filipinas de las cajas de ahorros

De las 45 entidades que existían en 2008, son las dos únicas que han sobrevivido con su histórica estructura jurídica al proceso de bancarización del sector

La fusión de Caixabank y Bankia que, una vez efectiva, dará lugar al mayor banco español, con casi 665.000 millones de euros en activos, 50.000 empleados y más de 6.000 oficinas, es el último capítulo del proceso de concentración que comenzó hace más de una década, y que ha dado un vuelco al mapa bancario español. Hoy, poco, o nada, tiene que ver con el que se dibujaba en la época previa a la crisis de 2008. Entonces, en los años de bonanza y del «boom» inmobiliario, pocos podían prever que un «tsunami» se llevaría por delante a casi la mitad del mercado bancario español: la parte constituida por las cajas de ahorros.

Hace doce años existían en nuestro país 45 cajas que sostenían un volumen medio de activos de 29.400 millones de euros. Con una naturaleza jurídica particular y un objeto social muy marcado, actuaban como un contrapeso a la banca en el sistema financiero, representando el 46% del negocio bancario español.

La situación actual no puede ser más distinta. Tras la crisis y posterior reestructuración del sistema, el número de cajas de ahorros ha menguado dramáticamente, quedando reducido a tan solo dos: Colonya Caixa d´Estalvis de Pollença y Caixa Ontinyent, con una cuota de apenas el 0,1% del mercado.

Fue precisamente su escasa dimensión la que permitió a estas dos cajas, las más pequeñas, mantener su naturaleza jurídica superando la debacle del sector sin necesidad de convertirse en bancos. Y es que la Ley de Cajas de Ahorros y Fundaciones Bancarias de 2013 obligaba a transformarse en fundaciones bancarias a aquellas entidades que superasen los 10.000 millones de euros en activos consolidados, y que eran la mayoría, ya que poco a poco habían ido ganado envergadura al acometer años atrás procesos de fusión entre ellas.

Cifras modestas, enorme labor

Entre las dos únicas cajas ahorros que existen actualmente en España suman unos activos de 2.500 millones de euros; un beneficio neto que, en 2019, ascendió a 9,7 millones de euros; un margen de intermediación de 33 millones; un margen explotación de 13,6 millones; un conjunto de 67 oficinas y una plantilla que no llega a los 300 empleados. Una gota en el océano financiero español si se compara, por ejemplo, con los 13.592 millones de euros obtenidos el año pasado por la gran banca (Santander, CaixaBank, BBVA, Bankia, Sabadell y Bankinter).

Caixa Colonya y Caixa Ontinyent
Caixa Colonya y Caixa OntinyentTania Nieto

Sin embargo, aunque pequeñas y con unas cifras modestas en comparación con los gigantes bancarios que existen en nuestro país, la labor de estas entidades en aquellos territorios en los que están presentes es enorme, de ahí su arraigo y resistencia.

Y es que las cajas nacieron en el siglo XIX con un fuerte componente de territorialidad, muy vinculadas a unas determinadas áreas geográficas, esencia que se fue perdiendo progresivamente a medida que iniciaron procesos de concentración y expansión, que las fueron alejando de sus centros de acción originarios, desvirtuando en cierta manera el objeto con el que se crearon.

Obra social

Tanto Caixa Ontinyent como Colonya se mantienen fieles a los principios fundacionales con los que vieron la luz hace 136 y 140 años, respectivamente, y que no eran otros que evitar la exclusión financiera, dinamizar económicamente los territorios en que están presentes y revertir en ellos, a través de la obra social, los beneficios obtenidos con su actividad.

Es precisamente la obra social la que más se ha resentido con el proceso de bancarización. Las entidades financieras la han ido reduciendo año tras año. Y como muestra, un botón. En 2008, la inversión en fines sociales ascendía a 2.180 millones de euros, lo que convertía a las cajas en la fundación que más aportaba a la obra social en el mundo. Doce años después, esta cantidad se ha rebajado a la cuarta parte (800 millones), de los que la gran mayoría (el 66%) corresponde a las contribuciones realizadas por Caixabank a través de su fundación.

Aunque con presupuestos mucho más modestos, las dos cajas de ahorros supervivientes mantienen una intensa actividad social en sus radio de acción. Caixa Ontinyent, por ejemplo, gracias a la Fundació Caixa Ontinyent, tiene en funcionamiento 25 centros y promueve 280 actividades anuales en diversos programas sociales y culturales, que benefician directamente a 272.000 personas y que generan 280 puestos de trabajo estables. A este fin, la entidad destinó el pasado año 1,5 millones de euros.

Se trata de la única institución financiera de esta naturaleza que existe en la Comunidad Valenciana. Su área de actuación se concentra en las cinco comarcas centrales valencianas, colindantes y ubicadas en el sur de la provincia de Valencia y norte de la de Alicante (la Vall d’Albaida, la Costera, la Safor, el Comtat i l’Alcoià) y en Valencia capital. Un área en la que se integran muchas localidades que cuentan con una población por debajo de los 4.000 habitantes.

En los últimos diez años, desde Caixa Ontinyent se ha financiado operaciones por valor 700 millones de euros, de los que 300 millones han ido destinados a la adquisición de primeras viviendas en esos pueblos.

La creación de infraestructuras docentes, sanitarias, culturales, así como de centros educativos u otros especializados en la enfermedad de Alzheimer ha sido posible gracias a su obra social. Además, participa y es patrono de la Fundación Campus Ontinyent, que posibilita en la Vall d´Albaida la actividad docente y de investigación de la Universidad de Valencia. También ha recuperado, después de 56 años, la actividad de los Monte de Piedad, por la cual la entidad concede microcréditos con la garantía de una joya u otro objeto de naturaleza similar.

Imagen histórica de un microbús para el traslado de alumnos de educación especial de Caixa Ontinyent
Imagen histórica de un microbús para el traslado de alumnos de educación especial de Caixa OntinyentCaixa OntinyentCaixa Ontinyent

«Ahora que tanto se habla de la ’'España Vaciada’', vuelve a surgir la importancia de instituciones financieras que den servicio a estos territorios. Si no estuviésemos nosotros y otras entidades pequeñas, como las cajas rurales y la cooperativas de crédito, estas zonas se quedarían en una situación de exclusión financiera, ya que la política actual de la banca es la de retirarse de aquellas áreas geográficas en las que no son rentables. Con los movimientos de concentración, cada vez habrá menos oficinas y empleados, lo que se traduce en menos asistencia para los clientes. Muchos pueblos y muchas personas necesitan de entidades financieras como nosotros. Las cajas nacimos para prestar un servicio a la sociedad y evitar la usura. De alguna forma, continuamos haciéndolo, ya que, con nuestras actuaciones en las zonas en las que estamos presentes, obligamos a la competencia a ofrecer unas mejores condiciones, de las que se beneficia toda la población», asegura Vicente Ortiz, jefe de Secretaría y Obra Social de Caixa Ontinyent.

Ahorro ético

Por su parte, Colonya Caixa d´Estalvis Pollença despliega su actividad exclusivamente en las Islas Baleares. En la actualidad tiene abiertas al público 22 oficinas: 17 en Mallorca, tres en Menorca y dos en Ibiza, con unos activos gestionados que ascienden a 1.100 millones de euros.

Como caja de ahorros, Colonya reparte sus beneficios como obra social a través de la Fundación Guillem Cifre de Colonya (en honor a su fundador), institución a la que destinó 567.000 euros el pasado año.

En 1999, creó el Ahorro Ético, la primera experiencia de banca ética que una institución financiera realiza en España y que, a día de hoy, todavía se mantiene, permitiendo a sus clientes saber a qué fines y proyectos se destina el dinero que tienen depositado en la caja.

El área social-asistencial es a la que la fundación ha dedicado un mayor esfuerzo económico, atendiendo a la demanda de la sociedad de una mayor cobertura de servicios y actividades destinados a los más desfavorecidos, como personas con riesgo de exclusión, enfermos, personas con discapacidad, así como para contribuir a cubrir servicios básicos, los cuales, como consecuencia de la crisis económica sufrida, hayan podido necesitar de apoyo para poder atenderse. En el área cultural, la Fundación Guillem Cifre de Colonya colabora con entidades que trabajan en el ámbito del arte, la música y con todas aquellas actividades que favorecen el conocimiento y la difusión de la cultura, que tengan, asimismo, un marcado carácter social y de integración.

En el área referida a actividades deportivas, la actuación de Colonya se centra en la promoción del deporte de base y escolar, patrocinando equipos de casi todas las disciplinas.

A principios de año, Colonya llegó a un acuerdo para adquirir la antigua fábrica de tapices y alfombras de Can Morató de Pollença, un bien de alto valor patrimonial en la isla, que será rehabilitado y acogerá la nueva sede social de la entidad.

Colmado financiero

«Estamos centrados en la economía real y no virtual. Nuestros clientes son principalmente familias, autónomos, emprendedores y pequeños empresarios. Y es en ese negocio en el que estamos interesados, nunca quisimos cambiar. Nos comparamos con el pequeño comercio de barrio. Nos gusta decir que somos un pequeño colmado financiero. Al contrario que lo que se está produciendo en el sector, con el cierre masivo de oficinas, nosotros seguimos abriendo (dos en el último año) y también hemos aumentado nuestra plantilla, porque lo que busca nuestro cliente es el trato próximo y personal, saber que puede llegar a la sucursal y entrar directamente en el despacho del director. Al tener el centro de decisión local, somos mucho más ágiles a la hora de ofrecer respuestas. Conocemos a la perfección los clientes y el entorno, lo que nos facilita poder ofrecerles los productos que más se pueden ajustar a sus necesidades», explica Josep Antoni Cifre, presidente de Colonya.

Retrato del fundador de Colonya, Guillem Cifre de Colonya
Retrato del fundador de Colonya, Guillem Cifre de ColonyaColonyaColonya

Concentración

Tras la el acuerdo de fusión deCaixaBank y Bankia, la ruptura de las negociaciones para la unión de BBVA y Sabadell, o la posible entre Unicaja y Liberbank, las quinielas sobre posibles «matrimonios» se han disparado. Sin embargo, ni Ontinyent ni Pollença quieren ni oír hablar de concentraciones. Ambas quieren seguir siendo una banca social, cercana al ciudadano, y revertir los ahorros de su gente en beneficio de todos.

«Las fusiones se hacen para reducir costes y aumentar la rentabilidad. A nosotros no nos hace falta. Con 1.400 millones de euros en activos podemos aportar muy poco a una fusión, pero, en cambio, perderíamos mucho, todo lo que hemos conseguido a lo largo de estos años. Si finalmente se materializan todas las operaciones con las que se especula en el sector, el 80% del mercado bancario va a quedar en manos de tres o cuatro grandes grupos, lo que no es bueno ni para la competencia ni para los usuarios. Muchos pueblos y muchas personas nos necesitan, al igual que a las cajas rurales y a las cooperativas de crédito, porque nuestra política va más allá de una estructura de precios y de comisiones. Tenemos pasado, pero también futuro, y éste pasa por seguir haciendo las cosas como hasta ahora», resalta Vicente Ortiz.

Una política prudente, sin una exposición excesiva al ladrillo, y un proceso de expansión limitado fueron unas de las claves de que Colonya haya logrado sobrevivir de una manera totalmente independiente. «El problema de las cajas fue su excesivo crecimiento. Intentaron hacer de bancos y se olvidaron de su misión principal. Por nuestra estructura especial, nadie nos puede comprar ni vender porque la titularidad está dividida entre los propios clientes. Yo mismo ni siquiera soy presidente ejecutivo de la caja, solo soy un representante de los distintos grupos que forman parte de la misma, como impositores, administraciones públicas, empleados y grupos representativos de intereses colectivos. Como no tenemos deudas ni causamos ningún riesgo al sistema ni al mercado podemos tener la tranquilidad de poder continuar como hasta ahora, ayudando a evitar la exclusión financiera, que no solo afecta a España. Hay que recordar que en Europa hay 21 millones de personas que pueden tener dificultad a la hora de acceder a los servicios financieros, lo que se puede agravar si van desapareciendo entidades como nosotros. Existimos porque así lo quieren nuestros clientes. Nuestro futuro dependerá del uso que ellos quieran hacer de nosotros», expone JosepAntoni Cifre.

La decisión de seguir adelante en solitario hizo que muchos les augurasen a estas dos pequeñas entidades un futuro incierto. Sin embargo, a la vista del desenlace, el tiempo parece haberles dado la razón. Son precisamente ellas, Ontinyent y Pollença, las únicas que se mantuvieron fieles a sus territorios y fines, logrando así subsistir a la vorágine que engulló al sector. Ellas, al igual que los soldados españoles que permanecieron en la iglesia de Baler durante 337 días en 1898, resisten, siendo, a día de hoy, los últimos de Filipinas de las cajas de ahorros.

Guillem Cifre de Colonya y el modelo de la Institución Libre de Enseñanza
Los orígenes de Colonya Caixa d´Estalvis de Pollença se remontan al siglo XIX, cuando Guillem Cifre de Colonya (hijo de campesinos, pero que fue adoptado por el hombre más rico de Pollença), crea en su localidad natal la «Institución de Enseñanza», a imagen y semejanza de la «Institución Libre de Enseñanza (ILE)», de la cual fue profesor en Madrid. La gran diferencia entre el centro malloquín y el de la capital estribaba en que la institución balear no estaba dirigida a la clase burguesa, sino a la población que no tenía medios para acceder a la educación. Con la intención, además, de liberar a la clase trabajadora del caciquismo y la explotación por el analfabetismo, don Guillem quería contribuir a su autonomía financiera, por lo que creó en 1880 la Caixa d´Estalvis Colonya, para que, a través de créditos, los jornaleros pudieran ser propietarios de la tierra que cultivaban.
La Previsora, al auxilio de los trabajadores
Caixa Ontinyent fue fundada por la Sociedad de Socorros Mutuos La Previsora en una época en la que los trabajadores no tenían protección social y su supervivencia en periodos de desempleo, enfermedad o vejez dependía única y exclusivamente de su capacidad de ahorro en su etapa laboral. Caixa Ontinyent nació el 31 de octubre de 1884. Precisamente, ese día sería declarado 40 años después Día Universal del Ahorro en el I Congreso Internacional del Ahorro celebrado en Milán.