Juan Costa, ministro de Ciencia y Tecnología entre 2003 y 2004, durante el segundo gobierno de José María Aznar.

Juan Costa, ex ministro: «El legado del PP es la prosperidad, no Génova»

«Este Gobierno está formado por partidos que no comparten el mismo proyecto. Es un peaje muy alto. Un Gobierno así es malo para España»

Diez años alejado de la política no son suficientes. Juan Costa Climent (Castellón, 1965) fue secretario de Estado de Hacienda y de Comercio y Turismo durante uno de los mayores periodos de esplendor de la economía española. También fue ministro, efímero, por culpa del 11-M y de un vuelco electoral que lo alejó hacia la empresa privada. Un hombre de Aznar y de Rato que mantiene lealtades y el carnet del PP contra viento y marea. Sin embargo, y aunque la vena política le sale por los costados, no volvería al primer plano. Tiene otros planes, la docencia entre ellos, y seguir escribiendo. Presenta «Multicapitalismo» (Deusto), la adaptación 2.0 sostenible de las teorías de Adam Smith.

–Cuando estalló la pandemia, muchos gurús proclamaron el fin del capitalismo. El meme de una tienda llamada «Covid-19» que ya vendía mascarillas a mediados de marzo los dejó en evidencia, pero ¿corre riesgo o es indestructible?

–Estamos ante un nuevo escenario. Hoy al capital financiero se unen nuevos capitales intangibles. Además, necesitamos recuperar la confianza de la mayoría social para alcanzar todo el potencial. El capitalismo tiene una gran capacidad de adaptación. El mercado no está en peligro, sino que es la solución a muchos de los desafíos a los que nos enfrentamos, la más democrática y eficaz. Ese meme refleja que necesitamos libertad e iniciativa privada, pero también indica que las necesidades pueden cambiar.

–Critica el capitalismo financiero, pero la ruleta sigue girando y en plena pandemia Wall St. está en máximos...

–No lo critico, lo que remarco es que hasta ahora el capitalismo ha descansado en el capital financiero y hoy la realidad es muy distinta que hace 40 años. Hoy el capital financiero cohabita con el intangible, con el capital ecológico y con el capital social. Una de las consecuencias de la globalización es aumento de la desigualdad en las economías avanzadas. Las reglas que miden el progreso y el beneficio de las empresas se siguen cimentando en los activos tangibles y hoy la economía es intangible.

–Entre los pilares del multicapitalismo menciona el capital ecológico ¿Cómo cotiza eso?

–Es simple. Necesitamos medir el éxito de forma distinta. El capital ecológico es uno de los indicadores de riqueza más importantes y hay que integrarlo en la ecuación. Eso se hace con información. Los agentes económicos tienen que tener en cuenta los impactos ecológicos de sus decisiones y el sistema impositivo tiene que proteger ese capital ecológico. Tienen que pagar más impuestos las actividades contaminantes. En lugar de someter a todas las nóminas a un impuesto de la renta, mejor sería aplicar una huella ecológica, para que pague menos quien consume verde y crea riqueza ecológica.

–¿Cuánto daño hace el ecologismo visceral de los que quieren prohibir volar o el turismo?

–Lo que defiende los partidarios del crecimiento cero es irreal. No hay ningún gobierno que defienda eso. Vamos a tener que crear empleo para 1.000 millones de personas y financiar las pensiones. Eso solo se puede lograr con una economía en crecimiento Ahora, también es irreal un crecimiento sin límite. Lo que yo propongo es una tercera vía.

–¿Volvería a política?

–Estoy muy orgulloso de mi pasado político, pero no volvería. No hay que renunciar a que la sociedad civil participe en el debate público. Sirve para frenar los populismos, que se basan en la rapiña institucional y en la destrucción de capital social.

–Sin nostalgias, ¿era mejor la política antes?

–La política que yo he vivido anteponía el interés general al de partido. Se buscaba unir y consensuar. Ahora veo que se responsabiliza a la posición de la falta de consenso y el consenso lo lidera el Gobierno. Ese es el fracaso de los gobiernos.

–¿Qué fue lo mejor y lo peor de los gobiernos de Aznar en los que usted participó?

–Lo mejor fue la contribución que el PP hizo en términos de prosperidad y consolidación de la democracia en España. Además, evidenció que muchas de las ideas de la izquierda no eran reales. Luego, evidentemente, cometimos errores. A lo mejor cuando ganas con mayoría absoluta se te olvida negociar, buscar consensos. Me pudo pasar.

–Algunos no necesitan mayorías para no dialogar...

–Sí, este Gobierno está formado por partidos que no comparten un proyecto y ese es un peaje muy alto. Un gobierno así es malo para España.

–¿Salir de Génova es una concesión innecesaria?

–Le estamos dando a un edificio una importancia que no tiene. El legado de un partido lo conforman lo bueno y lo malo, y lo malo hay que superarlo. El legado no es un edificio.