El desarrollo de una molécula para luchar contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una iniciativa para mejorar las energías renovables en alta mar, o un test de diagnóstico para diferenciar la COVID-19 de la gripe estacional fueron algunos de los proyectos que el pasado año financió Kaudal. Se trata una empresa que forma parte del Grupo Arquimea –compañía que ha contribuido a que Perseverance explore la superficie de Marte–, y que tiene como objetivo atraer inversión privada al ecosistema de la I+D+i a través del mecenazgo tecnológico. La compañía ha financiado, desde su creación en 2016, 155 proyectos con un volumen de inversión de 200 millones de euros. Ahora, va un paso más allá con Orbita.K, una convocatoria pionera en nuestro país, que se abrió el pasado día 23 y que se extenderá hasta el próximo 30 de agosto, y con la que pretende atraer a todas las empresas españolas que tengan experiencia en innovación y cuenten con proyectos «excelentes» y de impacto social, con un importe mínimo de 250.000 euros si es I+D+i, y 400.000 si es innovación tecnológica.
¿Por qué es necesaria una iniciativa como Orbita.K en nuestro país?
Hasta ahora, elegíamos los proyectos de uno en uno. Esto hacía que solo llegásemos a las empresas que tenían mayor visibilidad, lo que dejaba fuera a un gran número de compañías que estaban haciendo un I+D+i de calidad. Con Orbita.K queremos atraer a todas aquellas compañías innovadoras con proyectos de alcance. Es importante que sepan que contamos con un fondo de mecenas con interés en apoyarlas. Es una oportunidad histórica para ellas, más en un momento como el actual, en el que el impulso de la ciencia y la tecnología es crucial para la recuperación económica de España. Es la primera convocatoria que se hace en nuestro país para que las empresas puedan transferir sus deducciones fiscales.
¿En qué consiste el mecenazgo tecnológico?
Contamos con un fondo de empresas privadas que tienen interés en proyectos de I+D+i. Son estas compañías las que les compran, a fondo perdido, las deducciones fiscales que generan estos proyectos por su actividad innovadora a las empresas de I+D+i. De esta manera, pueden monetizarlas, recibiendo de forma inmediata, como mínimo, el 25% de los gastos de su proyecto. Entendemos a las empresas porque no somos banqueros, sino que venimos del mundo de la Ciencia. Lo difícil no es encontrar mecenas, sino identificar a las empresas tecnológicas con proyectos interesantes y que, además, contribuyan a resolver un problema social.
¿Qué empresas se pueden acoger a esta convocatoria?
Aquellas de todos los sectores, centros tecnológicos y entidades investigadoras españolas privadas que estén llevando a cabo proyectos punteros de I+D o de innovación tecnológica. Estos proyectos pueden estar en diferentes fases de desarrollo y en sectores tan diversos como salud, medioambiente, agroalimentario, energía, industria e industria digital, espacio o biotecnología.
Orbita.K también cuenta con el respaldo de la Fundación Pfizer, Fundación Damián Rodríguez Olivares (DRO) y ASE-Acción Social Empresarial...
Nuestros socios no aportan dinero, pero sí reconocimiento. Hemos llegado a un acuerdo con estas fundaciones para que los proyectos seleccionados, aparte de financiación, también tengan una notoriedad pública, lo que va a ser un apoyo muy relevante para ellos en determinados aspectos como, por ejemplo, a la hora de internacionalizarse.
¿Cómo ha afectado la pandemia a la innovación?
El I+D+i no se ha parado. Las empresas tecnológicas han trabajado más que nunca, especialmente en todo los que tenía que ver con la COVID-19.
¿Qué esperan para 2021?
Este debe ser el año de la reconstrucción económica. Inicialmente, prevemos duplicar tanto el número de operaciones como el volumen de inversiones actual (150 transacciones por valor de 200 millones), aunque tenemos capacidad para más.
¿En qué situación se encuentra la I+D+i en España?
España tiene un problema de escalabilidad. En el plano científico y académico, está en un nivel muy alto, así como en las grandes empresas. Las dificultades vienen en el momento en el que se quiere hacer crecer la empresa.
Talento está claro que hay, ¿se trata entonces de un problema de recursos?
Sí, la dificultad está en la falta de financiación. Al contrario de lo que pasas en otros países como Estados Unidos, donde hasta los fondos invierten en innovación, el capital riesgo español no cree en las compañías tecnológicas nacionales. Asimismo, las grandes empresas suelen ser muy conservadoras, y prefieren invertir en activos tradicionales, como los inmobiliarios. Existe un vacío, que es el que nosotros queremos llenar, de manera que, por fin, las empresas tecnológicas puedan dar el salto de pequeñas a medianas, con todo lo que ello implica desde el punto de vista de fortalecimiento del tejido productivo. No obstante, financiamos a todas, independientemente de su dimensión –también a las grandes–, porque lo que nos interesa es el proyecto.