Sector aéreo

Putin destruye un mito de la aviación: el Antonov 225 Mriya, el avión más grande del mundo

Ucrania asegura que esta aeronave de transporte ha quedado calcinada tras un ataque del ejército ruso contra el aeropuerto de Hostome, en las cercanías de Kiev

A cargo plane carrying medical equipment from China lands at an airfield outside Kiev
Imagen de archivo del Antonov 225 tras el viaje en el que trajo material sanitario de China en abril de 2020GLEB GARANICHReuters

“Rusia puede haber destruido nuestro Mriya, pero nunca podrán destruir nuestro sueño de un Estado europeo fuerte, libre y democrático”. Con este sentido mensaje en Twitter, el ministro ucraniano de Exteriores, Dmitro Kuleba, anunciaba hace unas horas que las fuerzas de invasión rusas habían acabado con uno de los mitos de la aviación: el Antonov 225 Mriya, el, hasta ayer, avión más grande del mundo. El avión, que ha quedado calcinado tras un ataque contra el aeropuerto de Hostomel, en las cercanías de Kiev, llegó a Ucrania procedente de Dinamarca el pasado 5 de febrero y desde entonces no había abandonado el aeródromo, escenario de fuertes enfrentamientos entre fuerzas rusas y ucranianas durante los últimos días y de los que, finalmente, acabo siendo una víctima más. Su reparación podría costar unos 2.670 millones de euros y tardaría más de cinco años, según ha detallado en Facebook el consorcio estatal ucraniano Ukroboronprom.

Y es que el Mriya -”Sueño” en ucraniano- es -o era- un gigante sin parangón en la aviación mundial. Equipado con seis motores y una autonomía de 15.400 kilómetros sin escalas, estaba reservado para transportar cargas de gran tamaño, incluidos tanques militares, generadores eléctricos de 190 toneladas de peso, trenes e incluso fuselajes de aviones más pequeños, el avión podía albergar unos 250.000 kilos de carga en su bodega. Aunque, en origen, fue concebido para ayudar a los soviéticos en la carrera espacial que mantenían en la década de los 80 con EE UU. Su objetivo inicial era servir de plataforma para llevar al transportador espacial Burán. A tal fin, se le equipó con seis motores y se le dotó de una enorme envergadura de 88,4 metros y una longitud de 84 metros. De su tamaño da idea el hecho de que era tan alto como un edificio de ocho pisos (18 metros) y que su peso alcanza las 640 toneladas. Por comparación a sus dimensiones, el Airbus A380, el avión de pasajeros más gran del mundo, mide 79,8 metros de envergadura y 72,7 metros de longitud.

El tamaño del Antonov 225 no le permitía operar en cualquier aeropuerto. Normalmente, lo hacía en instalaciones secundarias donde no perturbaba el tráfico de otras aeronaves. Y es que, cada vez que despegaba, formaba unos torbellinos tras de sí que impedían que ningún otro aparato pudiera despegar hasta que no pasaban al menos quince minutos. Para levantar el vuelo, necesitaba una pista con un mínimo de 3.500 metros de longitud.

Cuando el programa espacial soviético cayó en el olvido también lo hizo el Antonov-225. Pero en 2001 fue recuperado para el transporte de material y equipos que otros aviones no eran capaces de llevar. Así, se ha utilizado para transportar piezas de gran envergadura -algunas de hasta 41 metros de largo- y para enviar material de ayuda para misiones humanitarias. El aparato destruido, cuya construcción se terminó en 1988, permaneció una larga temporada en hibernación hasta que en 2008, y después de ser sometido a un proceso de actualización, volvió al servicio. En abril de 2020, cuando la pandemia del coronavirus arreciaba con fuerza, el Mriya transportó más de 100 toneladas de material médico desde China. También había realizó otro vuelo similar para abastecer de material médico a Polonia.