38% de las importaciones

¿Puede Rusia renunciar a 100.000 millones del gas y el crudo europeos?

La UE tendría que reducir su consumo un 10-15% y potenciar la entrada de GNL, con España como «hub»

Vagones de combustible en Wilhelmshaven, norte de Alemania
Vagones de combustible en Wilhelmshaven, norte de AlemaniaFOCKE STRANGMANNAgencia EFE

El gas natural representa una quinta parte de toda la energía primaria consumida en Europa. El 38% de ese gas proviene de Rusia, casi el doble que Noruega, su siguiente socio importador, cuya cuota es el del 22%. Noruega se encuentra plena capacidad de producción mientras el flujo de gas ruso llega a Europa, el que es también su mayor mercado exportador, con Alemania, Italia y Francia acaparando casi el 36% de todas las exportaciones rusas de gas. Argelia, que aprovisiona al sur de Europa a través de los gasoductos de España e Italia, aprovisiona el 18% del gas y Azerbaiyán el 9%.

En 2021, Rusia vendió a Europa petróleo y gas por valor de unos 100.000 millones de dólares, según estimaciones de William Jackson, economista de Capital Economics. El monopolio ruso del gas Gazprom tiene pues a la UE como su principal cliente. Ese gas no solo sirve para calentar los hogares europeos sino que es también responsable del 20% de la generación eléctrica y de buena parte del consumo industrial.

Pero los gasoductos no son la única vía de entrada de gas. El gas natural licuado (GNL) que lleva vía marítima en metaneros y se regasifica en las plantas para su distribución por el continente gana terreno. En los últimos meses, la UE ha incrementado la entrada de GNL desde EE UU con niveles récord de 400 millones de metros cúbicos diarios. Un metanero puede transportar hasta 175.000 metros cúbicos de gas natural, suficientes para calentar 17 millones de hogares españoles durante un día de invierno.

La interdependencia entre Rusia y Europa en términos energéticos y de ingresos es absoluta y, sin embargo, no está tan claro quién tiene más que perder si se interrumpen las exportaciones rusas de hidrocarburos. En este sentido, España es crucial para el suministro del resto de Europa. A largo plazo porque el gas argelino que llega a la Península Ibérica a través delMedgaz podría derivarse a Francia de recuperarse el proyecto STEP que atravesaba los Pirineos.

A corto, porque España es hoy el país europeo con mayor capacidad de regasificación, al contar con 7 de las 22 plantas instaladas en el continente y el mayor reexportador de GNL europeo, superando a Países Bajos y Bélgica. España dispone además del suministro más diversificado de toda la UE. Mientras algunos países europeos dependen casi al 100% de Rusia, España importa gas de una quincena de mercados, con Argelia como principal proveedor en 2021 (con el 42,8% del total), seguido de Estados Unidos (14,4%) y Nigeria (11,5%). Las procedentes de Rusia no alcanzaron el 9% en todo el pasado año, según los datos de Cores.

En un reciente informe del «think tank» Bruegel, España dispone de capacidad para importar hasta 40 teravatios hora al mes pese a que solo podría consumir 30 TWh. Europa tendría que potenciar el GNL y las importaciones de otros países. EE UU produce más gas que Rusia aunque las reservas rusas suponen el 20% de las totales por el 6,7% de las estadounidenses. Irán y Catar, con el 17% y el 13%, son los únicos países que atesoran bajo tierra una acumulación pareja de gas a la de Rusia.

Pero no sería suficiente. En ese mismo informe del centro Bruegel Europa solo podría vivir sin el gas ruso si se reduce la demanda como mínimo entre un 10% y un 15%. Sin embargo, considera que es posible adoptando una serie de medidas excepcionales.

Por último, está el coste de la ruptura de los contratos de suministro. En Reino Unido, Centrica, matriz del principal suministrador British Gas, ha anunciado su ruptura con Gazprom pero aún evalúa los costes. La penalización por la disputa entre Gazprom y la ucraniana Naftogas se saldó en diciembre de 2019, tras el recurso de la rusa al tribunal de arbitraje de Estocolmo, con el pago de unos 2.900 millones de dólares, aunque en ese caso se trataba del tránsito del gas ruso a la UE.