Opinión
«Spain is not so different»
Actualmente nos encontramos en un escenario de elevada incertidumbre donde Rusia continúa con su ofensiva en Ucrania, China poco constructiva, con una prima de riesgo geopolítica elevada, un impacto negativo sobre el ciclo por la temida inflación, y los bancos centrales, como hemos visto esta semana, tensionando sus políticas monetarias. En este escenario, la economía española está sufriendo la reducción del consumo de los hogares por el encarecimiento de la cesta de la compra, el impacto sobre la balanza energética de las nuevas presiones inflacionistas o el incremento de los costes de producción derivado del deterioro de las cadenas de valor globales.
No obstante, España está teniendo unas perspectivas moderadamente optimistas como el crecimiento del PIB real de 2021, que se sitúa en el 5,1% anual respecto a 2020 –acortándose la distancia respecto los niveles prepandémicos reflejados en cuarto trimestre de 2019 hasta el 4%–, un PIB real esperado entorno al 4,3% en el 2022 y subsiguientes crecimientos entorno al 3%-2%, gracias al consumo final de los hogares y Administración Públicas. La recuperación del empleo y el leve avance de los salarios compensarán parte de la pérdida del poder adquisitivo de los españoles, con una inflación esperada del 6% en el 2022 pero que en siguientes años se espera que se modere en torno al 2%.
Si comparamos España con los países de la región de la Unión Europea, todos estamos sufriendo los elementos citados al principio y que se traslucen en problemas en la cadena de suministro como el incremento de los costes de transporte, energía y precios de materias primas. Si nos comparamos con China, es previsible que no vayamos a sufrir una desaceleración tan intensa. Si nos comparamos con Estados Unidos, nuestras condiciones financieras no serán tan intensas.
Como conclusión «Spain is not so different», aunque si bien es cierto, seguiremos con los mismos problemas de elevada tasa de paro –cierre en el 14,8% de tasa de desempleo en el 2021–, falta de productividad, excesiva deuda pública –entre 118% y el 115% respecto al PIB real en los próximos años– o dependencia energética.
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