Economía
Ni producimos gas ni queremos producirlo
Nuestro presidente se ha pavoneado esta semana por Davos exhibiendo ante el mundo la gran capacidad regasificadora de España, algo que es verdad. Tenemos aquí casi el 40 por ciento de las centrales que convierten el gas licuado GNL en gas natural para suministro a particulares y empresas. Menos mal que no llegamos a desmantelar nuestras 7 plantas, hoy motivo de orgullo para el país, pero que hace un par de años se propuso eliminar en parte por considerar el Gobierno que al tratarse de una energía fósil, más tarde o más temprano tendríamos que prescindir de ella. Por ese mismo motivo no tenemos tanta capacidad de almacenaje como de regasificación, lo cual no deja de ser un hándicap en una situación de crisis como la actual. Tendríamos que haber construido más almacenes, algo que no se hizo por la misma razón de considerar al gas combustible a extinguir.
Y esa es una parte relevante del problema. Gas de fraking no queremos, pero si comprarlo carísimo a USA. Buscar petróleo en Canarias, tampoco, sin importar pagarlo a Arabia Saudí, Rusia o Venezuela. Minas de litio en Extremadura menos, pero si traerlo de Australia o Bolivia. Nucleares ni verlas, aunque darle el dinero a Francia sí. Plantas de residuos nucleares, ni pensar, más millones para Macron. Las centrales de carbón las dinamitamos. Comprar su electricidad de Marruecos si se puede.
De manera que sí, sacar pecho en Davos como si fuéramos una potencia energética está bien. La realidad es que no somos potencia ni somos nada. Porque en fotovoltaica y en eólica también nos ganan otros. Y eso es más grave.
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