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Indra: ¿un asalto al poder de malas maneras pero necesario?

Fuentes de la firma aseguran que pese a la nefasta imagen, la compañía necesita ganar tamaño y remar en la misma dirección que el Gobierno para competir en el exterior. Su área de Defensa factura apenas 600 millones, frente a los 10.000 de Thales, su competidor francés

Fachada de la sede central de Indra en Madrid
Fachada de la sede central de Indra en Madridlarazon

En las dos últimas semanas, Indra ha saltado a la primera plana informativa por los sorpresivos y profundos movimientos que se han dado en su cúpula directiva auspiciados por el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Siete consejeros independientes han abandonado o van a abandonar su dirección. Cinco lo hicieron en la junta de accionistas del día 23 empujados por el Gobierno, cuyo representante, la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), junto con el fondo Amber Capital -controlado por el presidente del Grupo Prisa, Joseph María Oughourlian- y por SAPA Placencia, votó a favor de la destitución de cuatro de ellos y la no renovación de un quinto. Otra renunció un día después de la junta en protesta por esta maniobra. Y un séptimo anunció el lunes pasado que dejará su asiento en octubre.

El movimiento en la dirección de la compañía, cuestionable para muchos en las formas -la CNMV está investigando si la SEPI, Ambar y SAPA actuaron de forma concertada, algo que han sugerido algunos de los consejeros relevados- no lo es tanto en el fondo, según aseguran fuentes que conocen a fondo la compañía. De hecho, afirman, en la división de Defensa de la empresa se considera que el movimiento es coherente si se pretende consolidar a Indra como líder de este sector en España y permitirle así competir con rivales europeos que ahora mismo tienen un tamaño muy superior además de un respaldo estatal del que carece Indra, circunstancias ambas que penalizan a la española frente a sus rivales.

El 20%, en manos del Estado

Estas fuentes recuerdan que otras compañías europeas implicadas en el sector de la Defensa como la francesa Thales o la italiana Leonardo cuentan con una participación estatal en su accionariado del 25% y el 30%, respectivamente. Algo, añaden, que sucede también en el caso de Alemania (25%) o Noruega (51%). Y ese peso, explican, se nota. En España, el Estado compró a Bankia en 2013 el 20% del capital de Indra. Años antes, en 1999, la SEPI había colocado en Bolsa el 63% que poseía en Indra, privatizando así la compañía. “Cuando salimos fuera, a participar en programas europeos, vemos el apoyo que tienen estas compañías de sus gobiernos y nos damos cuenta de que competimos en clara desventaja”, lamentan. Por eso, añaden, Indra necesita consolidarse, ganar tamaño y, tratándose de una empresa que desarrolla una de sus actividades en un sector tan estratégico como el de la defensa, remar en la misma dirección que el Ministerio de Defensa y contar con su apoyo, fin al que parecen encaminados los cambios. “Indra necesita tener un tamaño mayor, una escala suficiente para competir. En Defensa, factura entre 500 y 600 millones de euros frente a los 10.000 millones de Thales”, apuntan de forma gráfica.

Cambios en el pasado

Los consultados recuerdan también que con el PP en el Gobierno, ya se estableció la necesidad de consolidar a la compañía para convertirla en el tractor que tire de la industria de la defensa española y de que el Estado permaneciese en su accionariado mientras esto no sucediera. En 2015, en una entrevista concedida al diario “Expansión,” el entonces ministro de Defensa, Pedro Morenés, aseguró que “en el momento en que la industria de defensa tenga un nivel adecuado de consolidación, bien a nivel nacional o integrada a nivel europeo, no tendrá demasiado sentido que el Estado siga en Indra. Al menos así lo creo yo”. Entonces, el Gobierno también promovió el relevo de Javier Monzón como presidente. Monzón, que había sido presidente de la compañía desde su fundación en 1992, había sobrevivido a Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero como presidentes. Pero su intento de vender a fondos extranjeros una compañía estratégica para un sector crítico como el de la defensa acabó con su presidencia.

Aunque las fuentes consultadas consideran que era necesario hacer cambios porque “Europa los ha hecho”, también reconocen que se podrían haber hecho de otra manera porque, tal y como se han sucedido las cosas en la última semana, “se ha dado una imagen muy mala” de Indra. No obstante, también advierten de que habrá que ver cómo queda configurado ahora el nuevo consejo de administración. “Lo más importante ahora es ver si los nuevos consejeros son independientes de verdad. Porque, si no lo son, puede que entonces la Comisión Nacional de Mercados y Valores (CNMV) tome cartas en el asunto”, advierten. La CNMV, de momento, ya está investigando si SEPI, Ambar y SAPA Placencia actuaron de forma concertada para remover de sus cargos a los cinco primeros consejeros independientes que cayeron.