Opinión

La depresión fiscal en España

No se pueden financiar las ocurrencias ideológicas a base de exprimir una y otra vez el bolsillo famélico de los trabajadores

Vista de unas placas solares en la localidad zaragozana de Azaila. Las eléctricas serán penalizadas por los nuevos impuestos de Sánchez
Vista de unas placas solares en la localidad zaragozana de Azaila. Las eléctricas serán penalizadas por los nuevos impuestos de SánchezJavier CebolladaAgencia EFE

El Gobierno acaba de anunciar un nuevopaquete de impuestos a las compañías eléctricas y la banca para recaudar unos 7.000 millones más en los próximos dos años al más puro estilo Robin-Hood, quitándoselo a los que más tienen para dárselo a los más necesitados. Pero los impuestos discrecionales sobre sectores específicos no hacen más que introducir distorsiones e inseguridad jurídica en el sistema económico lo que puede llevar, ante la caída de los beneficios empresariales, y por tanto su rentabilidad, a reducir los gastos operativos para compensar el incremento del gasto fiscal. Y estos gastos operativos pueden traducirse en despidos o simplemente un freno a la contratación de nuevos empleados incidiendo sobre los niveles de paro.

Si además se trata de sectores en competencia imperfecta, oligopolios donde las compañías tienen suficiente poder de mercado como para determinar precios y unidades vendidas, sin libre competencia, lo más probable es que cualquier carga extra será trasladada al consumidor final, lo que hace que, en la práctica, seamos los de siempre quienes paguemos estas medidas a cambio de un abono de transportes, para algunos.

En un país con bajos salarios y con la tasa de paro más elevada de la UE no se pueden financiar las ocurrencias ideológicas electoralistas a base de exprimir una y otra vez el bolsillo famélico de los trabajadores y menos en un momento como el que vivimos, pues algunos gobiernos se comportan como ludópatas jugándose en las máquinas electorales, lo que no tienen en medidas de gasto de dudosa eficacia para la economía y la sociedad pero de indudable impacto electoral, lo que lleva a una dinámica que agudiza la situación de déficit estructural continuado y que obliga a incrementar la presión recaudatoria.

En este sentido, todos tenemos la sensación de que cada vez tenemos que rascarnos más el bolsillo a la hora de pagar impuestos, de hecho, los ingresos públicos en 2021 alcanzaron el 43,7% del PIB, superando lo presupuestado. Aun así, algunos afirman que los españoles pagamos pocos impuestos y que deberíamos contribuir en niveles similares a los de los ciudadanos europeos. En este sentido, dicen que las comparaciones son odiosas, sobre todo cuando se acude al cínico argumento populista de que nuestra presión fiscal está por debajo de la media de la UE y la OCDE lo que justifica la subida o creación de nuevos impuestos. Tras esa afirmación se oculta que los sistemas fiscales son progresivos y que si un país recauda un porcentaje mayor de su PIB en impuestos es porque las rentas que se generan son mayores que las nuestras.

Presión fiscal

La presión fiscal mide qué porcentaje del PIB representa la recaudación tributaria, de modo que, en apariencia, la menor presión en un país sería sinónimo de una situación fiscal más relajada, propiciando mayor margen para subir los impuestos. Sin embargo, la presión fiscal en España no ha dejado de crecer a lo largo de los últimos años situándose en torno al 39% en el año 2021 y el 37,3% en 2020, lo que se traduce en que en la recaudación tributaria total ha aumentado un 5% en los últimos dos años y la correspondiente al IRPF lo ha hecho en casi un 9%. Sin embargo, el PIB aún no ha recuperado los niveles de 2019, lo que muestra que se exprime cada vez más el bolsillo de los ciudadanos. Igual que nos ocurre cuando queremos apurar al máximo la pasta de dientes.

Ya que buscamos comparaciones, la presión fiscal en Dinamarca es del 47,4% y en Suiza del 27,7% pero si analizamos el PIB per cápita en España es de 25.460 euros mientras que el de los daneses es más del doble con 57.520 euros y los suizos nos triplican con 78.910 euros. De forma simple, un español paga un 8% menos que un danés que tiene un salario que es un 126% superior al nuestro.

A eso, debemos añadirle la progresividad en frío pues las bases imponibles de cada tramo impositivo no se actualizan para eliminar el efecto de la inflación y, por tanto, para mantener el mismo poder adquisitivo, cada año, debemos pagar más impuestos. Además, nuestro país está fuertemente endeudado y que la deuda pública per cápita de los españoles está cercana a los 30.500 euros mientras que la danesa es de 21.122 euros, donde no debemos olvidar que la deuda es un pago de impuestos diferido en el tiempo.

Y la economía sumergida en España es superior a la de Dinamarca, de hecho, algunos informes sugieren que el nivel es mayor en nuestro país debido a que la carga impositiva (incluyendo cotizaciones sociales) es muy elevada, entrando en un círculo vicioso donde la carga fiscal del Estado tiene que ser soportada por menos contribuyentes.

Si en vez de medir la presión fiscal sobre el PIB lo hacemos sobre las rentas familiares, podemos ver que se sitúa cercana al 54% y, aun así, algunos políticos se atreven a decir que hay brecha fiscal respecto de la UE intentando trasladar el mensaje de que los españoles pagamos pocos impuestos, comparado con nuestro entorno, pero la realidad es que ya no queda mucho zumo que obtener exprimiendo el limón de las rentas.

Imaginemos una familia con varios hijos donde el mayor, que está bien musculado, porque acude regularmente al gimnasio y no tiene exceso de grasa, es capaz de levantar unas pesas de 50 kilos y queremos que el benjamín que tiene 5 años haga lo mismo bajo el falso argumento de que si lo hace su hermano mayor el también debería poder. Todos sabemos lo que va a ocurrir, pero en el remoto caso de que pudiese hacerlo, podríamos afirmar que ambos hermanos levantan el mismo peso, sin embargo, ¿quién estará haciendo un esfuerzo mayor?

Esto es lo que llamamos el esfuerzo o sacrificio fiscal que es lo que realmente hay que medir porque la renta de los españoles ni se acerca a la de los países con mayor presión fiscal que la doblan y, por tanto, nuestro esfuerzo es muy superior. Es necesario que alguien detenga el exprimidor del Estado porque cada vez hay más ciudadanos al borde de la depresión fiscal.