Tecnología

¿Otro «crash» puntocom a la vista?

Las firmas tecnológicas más dependientes del dinero fácil sufren en los mercados y ya hay bancarrotas y despidos en masa

Sede de Twitter en San Francisco en la calle Market
Sede de Twitter en San Francisco en la calle MarketJeff ChiuAgencia AP

En solo cinco años, el índice Nasdaq surgido para financiar a las empresas tecnológicas que no tenían cabida en el tradicional mercado industrial, se revalorizó nada menos que un 582%, entre enero de 1995 y marzo de 2000. Eran los años de la fiebre por las puntocom al albur del despegue de un todavía incipiente internet que, como hoy es el metaverso, apuntaba a convertirse en el santo grial que guiaría a la humanidad en las décadas venideras.

Todo había comenzado con la salida a bolsa el 9 de agosto de 1995 de Netscape (que, entre otras aplicaciones, proveía de un buscador y del lenguaje de animación JavaScript). En un día, sus acciones pasaron de los 28 dólares a los 58 dólares, capitalizando la firma con 2.500 millones de un plumazo. Desde entonces, todo fueron sacudidas parecidas.

El 17 de noviembre de 1999, Terra (el Google en español) se estrenaba en bolsa con una revalorización de nada menos que del 213%. España se lanzaba a la fiebre de las puntocom y con la financiación manando a borbotones, la propia Terra compraba por 12.500 millones de dólares el portal estadounidense Lycos. Sin embargo, el mercado comenzaba a dar signos de asfixia galopante.

Tan rápida fue la subida como la caída. Entre ese marzo de 2000 y octubre de 2002, el Nasdaq perdió un 75% de su valor, un desplome que llevó a la bancarrota a decenas de empresas que apenas unos meses antes valían miles de millones. Pets.co, Webvan, 360Networks, Boo.com, eToys cayeron fulminadas aunque otras muchas, como Microsoft, Amazon, eBay, Qualcomm, y Cisco, sobrevivieron, a duras penas en el caso de muchas de ellas, hasta convertirse en los gigantes de hoy en día tras un duro penar.

Para entender aquella burbuja puntocom hay que tener en cuenta tres factores. El primero que nadie sabía muy bien qué valor podrían alcanzar compañías de servicios en un ecosistema completamente nuevo. Ni siquiera si ese entorno tenía techo o hasta dónde alcanzaría.

El segundo, la existencia de un exceso de liquidez por todas partes tras las felices décadas de los 80 y 90, en la que la globalización –de la mano de la deslocalización manufacturera hacia el trabajo semi-esclavo en Asia– había llenado los bolsillos de las clases medias occidentales y, sobre todo, de sus grandes multinacionales.

El tercero, la abundancia de crédito barato alimentada por los bancos centrales. En consecuencia, el Nasdq pasó de los 2.632 puntos en mayo de 1999 a los 5.132 puntos en marzo de 2000 para caer a los 2.200 en abril de 2001. Una montaña rusa en la que todo pasó de valer millones a no valer prácticamente nada y que costó medio billón de dólares en los mercados.

Miles de trabajadores perdieron sus empleos, altamente remunerados, de forma súbita. El golpe fue tan dramático que muchas de las compañías asociadas a Silicon Valley no lograron recuperar hasta 2007 sus niveles de empleo previos al estallido de la burbuja, a las puertas de otra gran crisis, la financiera.

Las similitudes con la situación que atraviesan hoy las criptomonedas o compañías como Twitter, adquirida por el dueño de Tesla, Elon Musk, por 44.000 millones de dólares, o Meta, la matriz de Facebook o Instagram, es más que evidente y muchos expertos se aventuran a vaticinar otro «crash» del mundo virtual puntocom.

La subida de los tipos de interés para enfriar la economía y rebajar la inflación ha tocado de lleno a las empresas tecnológicas y a las divisas virtuales, muy dependientes de los vientos inversores favorables. Tras años de dinero fácil, como en 1998-99, los pequeños y medianos inversores se retraen y las firmas de internet lo acusan.

La primera en abrir fuego fue Twitter. Tras la adquisición de Musk, la red social ha despedido a la mitad de su plantilla, cerca de 3.700 trabajadores. La compañía acometió los despidos masivos solo una semana después de que el hombre más rico del mundo asumiese el control de la red social. Meta, por su parte, anunció este misma semana el despido de 11.000 de sus empleados, el 13% de su plantilla. La recesión macroeconómica, el aumento de la competencia y la pérdida de anunciantes han provocado, según explicó en una carta a sus empleados su fundador Mark Zuckerberg, «que nuestros ingresos sean mucho más bajos de lo que esperaba», lo que ha derivado en este recorte de plantilla. Meta, al igual que otros gigantes tecnológicos, realizó una ola de contrataciones durante la pandemia añadiendo a su plantilla más de 27.000 empleados entre 2020 y 2021 y otros 15.344 trabajadores en los primeros nueve meses de este año.

La penúltima en sumarse ha sido Amazon, que ha anunciado a los empleados de sus divisiones no rentables que busquen trabajo en otros departamentos de la empresa porque los equipos en los que estaban trabajando están siendo suspendidos o cerrados, según publica «The Wall Street Journal». Paralelamente, está evaluando introducir cambios en su negocio Alexa, después de que la unidad de dispositivos, que incluye a este asistente de voz, registrara en años recientes pérdidas operativas de unos 5.000 millones de dólares.

Capítulo aparte merece el anunciado hundimiento «crypto», tantas veces adelantado y nunca visto. La caída generalizada del valor de las criptomonedas, con el bitcoin y ethereum al frente, no implica necesariamente su final en un entorno extremadamente volátil.

Sin embargo, ya ha costado una víctima: la plataforma FTX anunció el viernes que ha pedido acogerse al proceso de bancarrota en Estados Unidos y que su fundador y máximo responsable, Sam Bankman-Fried, ha dimitido. La decisión confirma el colapso total de esta plataforma, una de las más importantes del sector, que llegó a estar valorada en 32.000 millones de dólares y a la que ha asfixiado su falta de liquidez, lo que apresuró la retirada de fondos de los usuarios en el clásico pánico que bien podría arrastrar al sector. Los despidos a consecuencia de la bancarrota afectan a empleados de todo el mundo, desde EE UU a Japón o Turquía, pero también aquí mismo, en Gibraltar.

Aunque puede que el caso de FTX se quede en una excepción, el hecho es que la criptodivisa por excelencia, el bitcoin, alcanzaba durante la negociación del 9 de noviembre de 2021 un valor de 68.991 dólares aupada, entre otras razones, por el exceso de liquidez que había en los mercados debido a las políticas monetarias ultraexpansivas de los bancos centrales.

Desde entonces acumula una caída de más del 76%, hasta poco más de 16.100 dólares, por el aumento de la inflación y al endurecimiento de las condiciones financieras, especialmente las de la Reserva Federal. La misma pauta que antes del «crash» puntocom.