Alemania

¿Adiós al Estado de Bienestar?

El nuevo canciller alemán, Friedrich Merz, tiene el objetivo de preparar a los ciudadanos para un Estado de Bienestar más pequeño en prestaciones, pero igual de asfixiante en impuestos

The leader of Germany's Christian Democratic Union (CDU) party Friedrich Merz gets into a car as he leaves after giving a statement in Berlin on March 8, 2025, as exploratory talks were held between the conservative CDU/CSU union and the social democratic SPD party on forming a future government coalition following Germany's February 23 general election.
El canciller alemán, el democristiano Friedrich MerzRALF HIRSCHBERGERAFP

El nuevo canciller alemán, Friedrich Merz, ha encendido todas las alarmas al reconocer que el Estado de Bienestar alemán, tal como está concebido hoy, ya no es financieramente sostenible. Lo dice el líder de un gobierno de coalición con los socialdemócratas, no precisamente un adalid del liberalismo. Y, sin embargo, su diagnóstico es contundente: el envejecimiento de la población y la creciente presión migratoria están convirtiendo el sistema en un gigante con pies de barro.

España debería tomar nota. Si el Estado de Bienestar alemán, con una deuda pública del 63% del PIB, se tambalea, el español, con un 103%, está mucho más cerca del precipicio. El gasto social no dista demasiado: Alemania destina el 19,7% del PIB a protección social frente al 18,5% de España; el 4,5% a educación frente al 4,2%; y el 7,5% a sanidad frente al 6,6%. No hay un abismo que permita suponer que lo insostenible allí será milagrosamente viable aquí.

Pero cuidado con las falsas esperanzas. Merz no está abriendo la puerta a una transición hacia una sociedad más libre y menos estatizada. Nada de eso. Su objetivo no es desmontar el mastodonte estatal, sino gestionar su decadencia. Preparar a los ciudadanos para un Estado de Bienestar más pequeño en prestaciones, pero igual de asfixiante en impuestos. Menos pensiones, menos subsidios, menos servicios… pero el mismo —o mayor— peso fiscal.

Sus declaraciones anticipan tres movimientos. Primero, recortes graduales en la generosidad del sistema de pensiones y del seguro de desempleo, especialmente para las nuevas generaciones. Segundo, una política migratoria más restrictiva, ante la evidencia de que buena parte de la inmigración, tal como está configurada, genera un déficit neto para el sistema. Y tercero, un intento de reactivar una economía alemana anquilosada, al estilo de las reformas estructurales impulsadas por Gerhard Schröder a comienzos de siglo.

No estamos ante un triunfo del liberalismo sobre la socialdemocracia. No es el despertar europeo tras décadas de declive. Es, más bien, la constatación de que el modelo se agrieta por todas partes y que la respuesta de las élites políticas no será devolver libertad y responsabilidad a los ciudadanos, sino exigirles más sacrificios para sostener un sistema que ya no se sostiene.

En definitiva, Merz no está ofreciendo más libertad, sino más resignación. Un Estado de Bienestar en versión reducida, pero no menos intrusivo. Menos bienestar, más impuestos. Y un mensaje claro: el problema no es el modelo, sino que los ciudadanos deben acostumbrarse a vivir con menos, pagando lo mismo o incluso más. Un aviso a Alemania, sí. Pero, sobre todo, un espejo en el que España haría bien en mirarse.